A la luz de Krishnamurti

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LA VIOLENCIA

Publicado el 2 de diciembre de 2012

Seguramente si hiciéramos una encuesta en cualquier estrato social preguntando a las personas de diversas edades si están en «contra» o no de la violencia la abrumadora mayoría diría: «!por supuesto!». Pero la realidad es que la violencia está presente en todos los «rincones» de nuestra vida cotidiana. ¿Cuál es pues la razón de tan evidente contradicción? Preferimos dejarle a Krishnaji la «respuesta»  y a ustedes la indagación en sus propios corazones…

Categoría Su Legado

Vivir En Un Mundo Sin Sentido

Publicado el 2 de diciembre de 2012

Defender nuestro condicionamiento particular­­ es la mayor causa de violencia­­­.

Decíamos ayer que debemos llegar hasta el final del problema de la violencia. Para hacerlo debemos ser muy serios, tenemos que poner nuestra mente y nuestro corazón de manera que cuando examinemos la naturaleza de la violencia no sólo lo hagamos de forma intelectual o verbal, sino que también observemos en nosotros mismos la agresividad, el enojo, el odio, la hostilidad, etcétera. Y cuando tomemos consciencia de esa violencia, tenemos que ver si es posible superarla y trascenderla, nunca más volver a sentir en nuestro interior cualquiera de sus expresiones. La mayoría encontramos satisfacción en la violencia, en la antipatía hacia alguien, en el odio a determinada raza o grupo de personas, en los sentimientos antagónicos hacia los demás, casi todos somos conscientes de esa particular satisfacción. Sin embargo, no creo que seamos conscientes de ese estado mucho más grande, en el cual la mente ha dejado por completo de ser violenta. En ese estado hay una enorme dicha, prefiero no emplear la palabra “disfrute”, no se trata del simple placer de la violencia con sus conflictos, sus odios y miedos. Así pues, si somos serios de forma absoluta, en nuestros diálogos, investigaciones, intercambios de ideas, pensamientos y sentimientos, debemos descubrir si es posible terminar por completo con cualquier forma de violencia. Personalmente, creo que es posible y, aun así, seguir viviendo en este mundo monstruoso, cruel, lleno de violencia.

Vimos cómo el enojo es parte de esa violencia y estábamos intentando descubrir cómo afrontarlo sin negarlo, sin aceptarlo o sublimarlo. Decíamos que es todo un arte observar el enojo sin justificarlo ni condenarlo, que no es fácil observarnos a nosotros mismos sin aceptar o rechazar, vernos exactamente tal como somos. De manera que debemos aprender a observar; si aprendemos a observar la violencia externa de la sociedad, las guerras, las revueltas, los antagonismos nacionalistas, los conflictos de clase, tal vez entonces podamos observar nuestra propia violencia interna, la violencia en defensa propia, y quizá en ese momento seamos capaces de trascenderla.

Ahora bien, ¿es posible, a través del diálogo, investigar con seriedad esta cuestión? Porque si no somos serios al cien por cien, la investigación carece de valor. Cuando tenemos hambre somos muy serios, y ahora afrontamos un problema también muy serio que ha existido durante siglos y siglos. El hombre siempre ha sido violento, y aunque las religiones de todo el mundo han intentado domesticarlo, ninguna lo ha conseguido; tal vez, el budismo, y en cierta época el hinduismo, trataran de crear o generar un ser humano que no fuera violento. De modo que si vamos a investigar esta cuestión, creo que debemos ser muy serios al respecto, porque eso nos conducirá a estados por completo diferentes, a vivir de manera diferente. No sé si están dispuestos a ir tan lejos o si meramente se lo toman como diversión, entretenimiento, juego intelectual. Dicho esto, ¿podemos seguir con el tema de la violencia del que hablábamos ayer?

(…) Así pues, ¿es posible que juntos eliminemos definitivamente la violencia en cada uno de nosotros? Eso significa que debo averiguar por mí mismo qué clase de violencia tengo, si es una violencia defensiva para protegerme a mí mismo, si me protejo por medio de mi nacionalidad, de mi religión, por medio de alguna ideología, sea comunista, católica, budista o cualquier otra; el proceso mismo de defensa y resistencia es una forma de violencia. Cuando una nación dice que sólo se está defendiendo, ese concepto, sin lugar a dudas, implica que está preparada para luchar; por tanto, no existen la defensa ni el ataque como tales, porque ambos contienen violencia en su misma esencia. Esa es una forma de violencia, y luego tenemos otra forma de violencia que es la ira, que incluye el odio, los celos, la codicia agresiva, la necesidad de dominar y poseer.

Todas son expresiones de violencia, ¿o creen que la violencia sólo es matar a otro? ¿No hay también violencia cuando dicen una palabra hiriente a otro? ¿No es un acto de violencia cuando hacen un gesto despectivo a otra persona, o cuando obedecen por miedo? De modo que la violencia no sólo consiste en matar en nombre de Dios, de la sociedad o del país, todas esas matanzas organizadas la violencia también es algo mucho más sutil, mucho más profundo. Nosotros estamos investigando la violencia en toda su extensión, y si uno no es lo suficientemente incisivo y no tiene la claridad necesaria para llegar hasta la misma raíz de la violencia, que se encuentra tanto en las capas conscientes como en las más profundas de la conciencia, no veo cómo puede liberarse de la violencia.

Después de todo, ¿por qué no deberíamos ser violentos? Damos por sentado que no debemos ser violentos, pero no sé por qué. En Europa ha habido dos guerras horribles, con toda su crueldad, los exterminios en los campos de concentración, las matanzas y, sin embargo, no han cambiado, siguen siendo alemanes, austríacos, rusos, católicos, etcétera, lo han aceptado como forma de vida, ¿no es cierto? Es obvio que sí, señores; entonces, ¿pueden de manera voluntaria, sensata y no neurótica, acabar con eso? En lo psicológico empiecen con eso y vean adónde les conduce, ¿pueden hacerlo? El amigo de la fila de arriba dice que no es posible.

I: ¿No tiene que ver con las emociones? Uno tiene arrebatos de ira.

K: Sin duda está relacionado con la emoción, pero ¿qué quiere decir con eso, señor? Mire, si por la razón que sea, digamos que le insulto y usted me golpea, en eso existe una emoción, hay ira, pero es el pensamiento quien alimenta esa ira, quien da continuidad a ese sentimiento, y, a partir de ese momento, le odio porque me ha golpeado, quiero devolverle el golpe, estoy pendiente, espero mi oportunidad; todo lo cual es un proceso del pensar.

I: ¿No se trata más bien de una relación entre emociones?

K: Sólo en parte. Vamos a ver todo el desarrollo: emoción, pensamiento, memoria con su poder de retención, y desde esa memoria uno actúa con respuestas condicionadas. Si soy católico o comunista, si ese es mi condicionamiento y alguien lo contradice o lo cuestiona me irrito, me enojo, lo cual es una respuesta emocional acorde con mi condicionamiento. Nosotros estamos planeando si es posible llegar hasta la misma raíz de la violencia y liberarse de ella, de lo contrario jamás nos comportaremos como seres humanos, viviremos una lucha constante entre unos y otros. Si quieren vivir de esa manera, aparentemente es lo que quieren todas las personas, entonces sigan así. No obstante, si creen que, quizá, es posible vivir y afrontar la vida de forma diferente, entonces podemos hablar, comunicarnos unos con otros; pero si dicen: “Mire, lo sentimos, la violencia siempre existirá”, en ese caso perdemos toda comunicación porque se han bloqueado.

I: Por tanto, como no lo sé, no puedo decir que es posible terminar con la violencia.

I: Al hablar del problema de la violencia llegamos rápidamente al problema central, que es cómo observar sin que interfiera el pensamiento. Creo que todos los problemas son partes fragmentadas de un problema central. Entonces, ¿por qué sigue hablando de la violencia y no del problema central, de cómo observar cualquier cosa?

K: Estamos condicionados por la violencia y a ser violentos. Ahora bien, ¿cómo observo esa violencia? Si estoy condicionado, ¿puedo observar esa violencia? Si estoy condicionado, ¿puedo observar esa violencia, ese condicionamiento, sin ninguna distorsión? El problema es bastante complejo. Mi mente está distorsionada por su propio condicionamiento, ¿no es cierto? Durante siglos mi mente se ha condicionado dentro de cierta cultura, de cierta sociedad por el paso del tiempo, de la experiencia, del conocimiento, de la memoria, la mente está condicionada, moldeada, prisionera en ese modelo limitado del “yo”, ¿puede una mente así darse cuenta de su propio condicionamiento? Y cuando se da cuenta de su condicionamiento, ¿quién se da cuenta? Es decir, en primer lugar, ¿nos damos cuenta de nuestro condicionamiento? A partir de ahí viene el siguiente paso, ¿me doy cuenta de mi condicionamiento de hindú, de que vivo en el extranjero, en una cultura por completo diferente a la cultura hindú, de que fui educado siguiendo ciertas directrices para ser un Mesías, etcétera? (Estoy haciendo de espejo en el cual pueden mirarse a sí mismos.)

¿Pueden darse cuenta, ser conscientes de su condicionamiento? Escuche, señor, como hindú, como brahmán, criado en cierta cultura particular, desde la infancia me dijeron: “No mates, no le hagas daño ni a una mosca, nunca hables mal de nadie, no seas agresivo”. Todo ello condicionó mi mente desde la niñez, y si mi respuesta condicionada es: “No seas violento”, eso es otra forma más de violencia, ¿entiende? Viene a ser lo mismo cuando los católicos dicen que existe un Salvador, que el pecado existe, que sólo ese Salvador puede salvarnos, esa respuesta está igualmente condicionada, no tiene ningún valor. Sin embargo, esa mente a la, que desde la infancia le han repetido: “No mates, no hagas daño porque en la próxima vida pagarás por ello, pórtate bien, sé amable, sé generoso”, ¿puede esa mente, que día tras día ha sido condicionada, darse cuenta de su propio condicionamiento y seguir avanzando? Es posible, si avanzan con el orador, no si siguen como discípulos y todas esas tonterías, sino caminando juntos. ¿Pueden darse cuenta de su condicionamiento, de su propio condicionamiento? ¿Pueden?….

… I: Algo en mi interior me dice que no lo compensa.

K: De acuerdo, algo le dice que no le compensa, pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar en la investigación de este condicionamiento para acabar con él? Ese es todo el problema. Uno sabe muy bien que está condicionado: tiene dinero, dispone de tiempo, puede pensar más o pensar menos, ir a un club nocturno, divertirse, etcétera; o bien puede decir que está condicionado porque es pobre y quiere más dinero, más comodidad, más esto y aquello. Entonces, si se da cuenta de eso, ¿hasta dónde está dispuesto a investigarlo y terminar con ello? La mayoría nos damos cuenta de nuestro condicionamiento; si uno es sensible, reflexivo, serio, sincero, uno se da cuenta de su condicionamiento, y también de sus peligrosas consecuencias. Si me considero hindú y diferente de los chinos, pero si comprendo adonde conduce eso, el grado de ansiedad, crueldad, odio que implica, entonces desearé terminar con todo eso. Por consiguiente, ¿hasta que punto está dispuesto a investigar esta cuestión del condicionamiento en sus manifestación como violencia?

I: ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar cualquier persona que observa su condicionamiento sin sentirse al borde de un precipicio?

K: Si llega al borde del precipicio, en ese momento se dará cuenta del peligro de su condicionamiento pero si no se acerca hasta el borde, seguirá jugando con el condicionamiento. Por tanto, al observar su condicionamiento, ¿está dispuesto a llegar hasta el mismo borde del precipicio? ¡Entonces actuará! ¿O está meramente jugando con su condicionamiento desde un lugar seguro?…

… I: Si de verdad viéramos todas las consecuencias pero no lo vemos, esa es la realidad.

K: Espere, espere, eso es lo que trato de decir. Si viéramos que el nacionalismo representa un peligro para nuestra propia seguridad, que conduce a la guerra, a la autodestrucción, si viéramos, actuaríamos, ¿verdad? La dificultad es, por tanto, que nos vemos. Por favor, examinemos sólo esa cuestión. ¿Qué entendemos por ver? Es decir, por medio del pensamiento puedo ver de manera racional, analizando, examinando, que la actitud nacionalista conduce a la guerra; en ese análisis no hay ningún contenido emocional, es un simple análisis intelectual. Sin embargo, cuando en ese análisis introduzco un contenido emocional porque surge alguna amenaza, entonces me violento. De manera que la pregunta es, ¿qué queremos decir con “ver”? ¿Se trata de ver cada una de las partes, reunirlas y luego decir: “Eso es, ya lo he visto y voy a actuar?” ¿O se trata de ver al instante y a la vez el condicionamiento del nacionalismo y sus consecuencias? ¿Entiende, señor? El peligro sólo se puede ver de forma instantánea y no cuando uno lo analiza a través del proceso mental; si veo un precipicio, la acción es inmediata, veo y actúo, ¿no es cierto? No se trata de ver, luego pensarlo y, desde esa idea, actuar. Sin embargo, eso es lo que hacemos y, por tanto, surge un conflicto entre idea y acción, ese conflicto consume nuestra energía. (…)

Temor, placer y amor, 2* diálogo, 3 de agosto de 1967

Vivir en un mundo sin sentido, pg 32 a 46. Ed Kairós, España.-

Categoría Su Legado

Libérese Del Pasado.

Publicado el 2 de diciembre de 2012

El temor, el placer, el dolor, el pensamiento y la violencia están todos relacionados entre sí. Muchos de nosotros encontramos placer en la violencia, en la aversión por alguien, en el odio a una raza o grupo particular de gentes, en el antagonismo hacia otros. Pero cuando toda violencia ha terminado, existe un estado mental de gozo que es muy diferente del placer de la violencia con sus conflictos, odios y temores.

¿Podemos ir hasta la misma raíz de la violencia y librarnos de ella? De otra manera viviremos eternamente en lucha unos contra otros. Si así es como le gusta a usted vivir –y aparentemente es lo que quiere la mayoría—continúe de esa manera. Si usted dice: “Bien, lo siento, pero la violencia nunca podrá terminar”, entonces usted y yo no podemos comunicarnos, se ha bloqueado usted mismo. Pero si dice que pudiera haber una manera diferente de vivir, entonces seremos capaces de comunicarnos usted y yo.

Así, pues consideremos juntos, aquellos que podemos comunicarnos, si es de algún modo posible terminar totalmente con toda forma de violencia en nosotros mismos, y seguir viviendo en este mundo monstruosamente brutal. Creo que es posible. Yo no quiero tener ni un aliento de odio, celos, ansiedad o temor dentro de mí. Quiero vivir completamente en paz; lo que no significa que quiero morir. Quiero vivir en esta tierra maravillosa, tan abundante, tan rica, tan hermosa. Quiero mirar los árboles, las flores, los ríos, las colinas, las mujeres, los niños y las niñas, y al mismo tiempo vivir completamente en paz conmigo mismo y con el mundo. ¿Qué puedo hacer?

Si sabemos mirar la violencia, no sólo exteriormente en la sociedad –guerras, los motines, los antagonismos nacionales y conflictos de clases— sino también en nosotros mismos, entonces tal vez seremos capaces de trascenderla.

… Primero debe ser obvio para mí que soy un ser humano violento. He experimentado la violencia en la cólera, violencia en mis apetitos sexuales, violencia en el odio, creando así enemistad, violencia en los celos, etc. Yo la he experimentado, la he conocido, y me digo a mí mismo: “Quiero comprender este problema en su totalidad, no meramente un fragmento, el que se manifiesta en la guerra, sino esta agresión en el hombre, que también existe en los animales, de los cuales yo formo parte”

… Cuando usted se señala a sí mismo como hindú, musulmán, cristiano o europeo, u otra cosa, está actuando violentamente. ¿Sabe por qué eso es ser violento? Porque se está separando de la humanidad restante. Cuando usted se aparta de otros por motivo de nacionalidad, creencia, o tradición, surge la violencia. Por eso un hombre que intenta comprender la violencia no pertenece a ningún país, a ninguna religión, a ningún partido político o sistema especial. Está interesado en la comprensión total de la humanidad

… Tan pronto usted protege a su familia, su país, o un jirón de tela en colores llamado bandera, una creencia, una idea, un dogma, la cosa que usted exige o posee, esa misma protección indica cólera. Así, ¿puede usted mirar la cólera sin ninguna explicación ni justificación, es decir, “debo proteger mis bienes” o “estaba en lo cierto en enojarme”, o “qué estúpido soy en estar encolerizado”? ¿Puede usted mirar la cólera como si fuera algo en sí misma? ¿Puede usted mirarla objetivamente por completo, es decir, sin defenderla ni condenarla? ¿Puede usted hacerlo?

Si yo sintiera antagonismo por usted o pensara que es una persona maravillosa, ¿podría mirarlo de la misma manera? Sólo podré verlo, cuando lo miro con cierto interés en el que no www.atoledo.com está involucrada ninguna de estas cosas. Ahora bien, ¿puedo mirar la cólera en la misma forma; lo cual significa que soy vulnerable al problema, que no le hago resistencia, que estoy observando ese extraordinario fenómeno sin reaccionar de modo alguno?

Es muy difícil mirar la cólera desapasionadamente porque ella es parte de mí; por eso estoy tratando de mirarla. Heme aquí, un ser humano violento, ya sea negro, moreno, blanco o rojo. No estoy interesado en saber si he heredado la violencia o si la sociedad la ha producido en mí; todo lo que me interesa es saber si será posible librarme de ella. Estar libre de la violencia significa todo para mí. Es más importante para mí que el sexo, la comida, la posición, porque me está corrompiendo. Me está destruyendo y destruyendo el mundo, y quiero comprenderla. Quiero trascenderla. Me siento responsable de toda la cólera y la violencia del mundo. Me siento responsable –estas no son meras palabras—y me digo: “Yo puedo hacer algo sólo si yo mismo estoy más allá de la nacionalidad”. Y este sentimiento de que debo comprender la violencia en mí mismo, produce tremenda vitalidad y pasión para investigar.

Pero para ir más allá de la violencia, no puedo reprimirla, no puedo negarla, no puedo decir: “Bien, es una parte de mí, y eso es todo”, o “no la deseo”. Tengo que mirarla, tengo que estudiarla, debo intimar con ella, y no puedo llegar a esa intimidad si la condeno o la justifico. Pero de hecho la condenamos; la justificamos. Por lo tanto, le estoy diciendo: “Deje por el momento de condenarla o de justificarla”.

… Muchos de nosotros hemos aceptado la violencia como una forma de vida. Dos espantosas guerras nada nos han enseñado, excepto levantar más y más barreras entre los seres humanos –es decir, entre usted y yo. Pero aquellos de nosotros que queremos librarnos de la violencia, ¿cómo podemos hacerlo? Yo no creo que nada vaya a lograrse a través del análisis, ya sea el nuestro o el del profesional. Podríamos ser capaces de modificarnos ligeramente, vivir con un poco más de quietud, con un poco más de afecto, pero eso por sí mismo no nos daría la percepción total. Pero yo debo saber cómo analizar, de modo que en el proceso del análisis, mi mente se vuelva extraordinariamente aguda, porque es esa cualidad de agudeza, de atención, de seriedad la que produce la percepción total. Uno no tiene los ojos para ver la totalidad de una sola mirada; esa claridad de visión es posible solamente si uno puede ver los detalles; entonces, da el salto.

Krishnamurti, Libérese del pasado, Ed Orion, México 1976, pg 75 a 86

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Krishnamurti y La Educación

Publicado el 2 de diciembre de 2012

Hay mucha violencia en el mundo. Existe la violencia física y también la violencia interna. Violencia física es matar a otro, causar daño a otras personas de manera consciente, deliberada, o decir cosas crueles sin consideración alguna, cosas llenas de antagonismo y de odio; e internamente, bajo la piel, es sentir desagrado por el prójimo, es odiar y criticar a la gente. En lo interno, estamos siempre disputando, peleándonos, no sólo con los demás sino con nosotros mismos. Deseamos que las personas cambien, queremos forzarlas a nuestra manera de pensar.

A medida que vamos creciendo, vemos en el mundo mucha violencia en todos los niveles humanos. La violencia extrema es la guerra –el matar a la gente por ideas, por los llamados principios religiosos, por las nacionalidades, el matar a fin de proteger un pequeño trozo de tierra. Para eso el hombre mata, destruye, mutila, y es muerto a su vez. Hay enorme violencia en el mundo; el rico queriendo mantener pobre a la gente, y el pobre deseando llegar a rico y, en el proceso, odiando al rico. Y ustedes, sin son atrapados por la sociedad, también van a contribuir a esto.

Hay violencia entre marido, mujer e hijos. Hay violencia, antagonismo, odio, crueldad, un feo afán de criticar, ira –todo esto es inherente al hombre, es innato a cada ser humano. Lo es en ustedes. Y se supone que la educación debe ayudarlos a ir más allá de todo eso, y no meramente a pasar los exámenes y conseguir un empleo. Deben ser educados de modo que cada uno de ustedes llegue a constituirse en un ser humano realmente bello, sano, cuerdo, racional, y no en un hombre brutal con un cerebro muy listo que puede defender su brutalidad con argumentaciones. A medida que crezcan, ustedes han de enfrentarse con toda esta violencia Olvidarán cuanto escucharon aquí y serán absorbidos por la corriente de la sociedad. Se volverán como el resto de este mundo cruel, duro, amargo, iracundo, violento, y no ayudarán a crear una nueva sociedad, un mundo nuevo.

Pero un mundo nuevo es necesario. Es necesaria una cultura nueva. La vieja cultura está muerta, consumida, sepultada, hecha trizas, vaporizada. Ustedes tienen que crear una cultura nueva. Una cultura nueva no puede basarse en la violencia. La nueva cultura depende de ustedes, porque la vieja generación ha construido una cultura sustentada en la violencia, en la agresividad, y, y eso es lo que ha originado toda esta confusión, toda esta desgracia. Las viejas generaciones han producido este mundo, y son ustedes los que tienen que cambiarlo. No pueden permanecer simplemente sentados diciendo: “Seguiré el al resto de la gente y buscaré éxito y posición”. Si hacen eso sus hijos tendrán que sufrir. Puede que ustedes lo pasen bien, pero sus hijos han de pagar por ello. De modo que deben tomar en cuenta todo eso; la crueldad externa que el hombre ejerce contra el hombre, ya sea en el nombre de Dios, de la religión, de la propia importancia, de la seguridad de la familia. Han de considerar tanto la crueldad y la violencia externas, como la violencia interna que todavía no conocen.

Ustedes son aún jóvenes, pero a medida que crezcan se darán cuenta del infierno, de la gran desdicha que el hombre debe padecer interiormente por estar en constante batalla consigo mismo, con su mujer, con sus hijos, con sus vecinos, con sus dioses. Vive en medio del sufrimiento y la confusión, y no hay amor, ni benevolencia, ni generosidad, ni caridad. Una persona puede llevar el título de doctor junto a su nombre, o puede convertirse en un hombre de negocios con casas y automóviles, pero si carece de amor, de afecto, bondad, consideración, es realmente peor que un animal, porque contribuye a la existencia de un mundo destructivo como éste. Así es que deben conocer todas estas cosas mientras son jóvenes. Ellas deben serles señaladas para que su mentes comiencen a pensar. De otra manera se volverán como el resto del mundo, y sin amor, sin caridad, sin generosidad ni afecto, la vida llega a ser un asunto terrible. Es por ello que uno debe examinar todos estos problemas de violencia. No comprender la violencia es ser realmente un ignorante, es no tener inteligencia ni cultura. La vida es algo inmenso, y labrarse meramente un pequeño agujero para uno mismo y permanecer en ese pequeño agujero defendiéndolos contra todos, no es vivir. Eso es algo que les toca a ustedes. Desde ahora mismo deben saber acerca de todas estas cosas. Han de escoger reflexivamente entre seguir el camino de la violencia, o enfrentarse a la sociedad.

Sean libres, vivan felizmente, gozosamente, sin antagonismo alguno, sin odios. Entonces la vida se vuelve algo por completo diferente. Entonces la vida tiene un significado, está llena de júbilo y de luz.

Cuando hoy se despertaron, ¿miraron hacia afuera por la ventana? Si lo hicieron habrán visto esas colinas tornarse de azafrán contra el hermoso cielo azul a medida que el son ascendía. Y mientras los pájaros comenzaban a cantar, y el cuclillo madrugador hacía oír su arrullo, había por todas partes un profundo silencio, una sensación de belleza inmensa y soledad; y si uno no se da cuenta de todo eso, es exactamente igual que si estuviera muerto. Pero son muy pocas las personas que se dan cuenta. Ustedes pueden percibir eso sólo cuando la mente y el corazón están abiertos, cuando no temen, cuando y no son violentos. Entonces hay júbilo, hay una bienaventuranza extraordinaria que muy poca gente conoce. Y es parte de la educación crear ese estado en la mente humana.

Krishnamurti y la Educación, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, pgs: 67 a 70.-

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