… ¿Cómo he de producir, entonces, una mente que no esté contaminada? Usted y yo no somos recién nacidos, hemos sido contaminados por la sociedad, por el hinduismo, por la educación, por la familia, la sociedad, los periódicos. ¿Cómo nos abrimos paso a través de la contaminación? ¿Digo que ella es parte de mi existencia y la acepto? ¿Qué hago, señor? Aquí hay un problema ‑que nuestras mentes están contaminadas. Para los de mayor edad es más difícil abrirse paso. Usted es comparativamente joven y el problema es descontaminar la mente; ¿cómo ha de hacerse?
O eso es posible, o no es posible. Entonces, ¿cómo ha de descubrir uno si lo es o no lo es? Me gustaría que fuera usted quien tomara la iniciativa en esto.
¿Sabe lo que significa la palabra «negación»? ¿Qué significa negar el pasado, negar que uno es hindú? ¿Qué entiende usted por la palabra «negar»? ¿Alguna vez ha negado algo? Existe una negación verdadera y una falsa negación. La negación con un motivo es una falsa negación. Negar con un propósito, con una intención, negar con un ojo puesto en el futuro, no es negar. Si yo niego algo para lograr algo más, eso no es negación. Pero existe una negación que no es motivada. Si niego sin saber qué es lo que me reserva el futuro, ésa es la verdadera negación. Niego ser hindú, niego pertenecer a organización alguna, niego cualquier credo particular, y en esa misma negación me torno completamente inseguro. ¿Conoce usted una negación semejante, ha negado alguna vez? ¿Puede negar de este modo el pasado ‑negar sin saber qué hay en el futuro? ¿Puede usted negar lo conocido?
MAESTRO: Cuando yo niego algo ‑digamos el hinduismo- hay una simultánea comprensión de lo que es el hinduismo.
KRISHNAMURTI: Lo que discutimos es la posibilidad de producir una mente nueva. Una mente que está contaminada no puede ser nueva. Así es que estamos tratando la descontaminación y si ella es posible. Y en relación a eso comencé preguntando qué es lo que usted entiende por negación, porque pienso que la negación tiene muchísimo que ver con ello. La negación tiene que ver con una mente nueva. Si yo niego limpiamente, sin raíces, sin motivos, ésa es la negación real. ¿Es ello posible? Vea, si yo no niego por completo la sociedad en la que están involucradas la política, la economía, las relaciones sociales, la ambición, la codicia ‑si no niego completamente todo eso, es imposible descubrir qué significa tener una mente nueva. Por lo tanto, la primera acción, la acción básica, fundamental, consiste en negar las cosas que he conocido. ¿Es eso posible?
Es obvio que las drogas no han de producir una mente nueva; nada la producirá excepto una total negación del pasado. ¿Es posible? ¿Qué dice usted? Y si he sentido el perfume, si he visto, si he gustado una negación de tal naturaleza, ¿cómo haré para comunicársela al estudiante? El debe tener abundancia de lo conocido ‑matemática, geografía, historia- y, sin embargo, debe estar plenamente libre de lo conocido, despiadadamente libre de ello.
MAESTRO: Señor, todas las sensaciones dejan un residuo, una perturbación que conduce a diversos tipos de conflicto y otras formas de actividad mental. El enfoque religioso tradicional consiste en renunciar a estas sensaciones mediante la disciplina y la negación. Pero en lo que usted dice parece haber una receptividad incrementada con respecto a tales sensaciones, un modo de ver las sensaciones sin distorsión alguna y sin residuo.
KRISHNAMURTI: Ese es el problema. Sensibilidad y sensación son dos cosas diferentes. Una mente que es esclava del pensamiento, de la sensación, de los sentimientos, es una mente residual. Ella goza los residuos, disfruta pensando sobre el placentero mundo, y cada pensamiento deja una marca, que es el residuo. Cada pensamiento sobre un determinado placer que usted ha experimentado deja una marca que contribuye a la insensibilidad. Es obvio que eso embota la mente, y la disciplina, el control y la represión la embotan más todavía. Yo digo que la sensibilidad no es sensación, que la sensibilidad implica que no hay marcas, que no hay residuos. ¿Cuál es, entonces, la pregunta?
MAESTRO: ¿La negación de que usted habla es diferente de la que surge al restringir las sensaciones?
KRISHNAMURTI: ¿Cómo ve usted esas flores, cómo ve su belleza y es completamente sensible a ellas sin que haya residuos ni recuerdos, para que cuando vuelva a verlas una hora más tarde, usted vea una nueva flor? Eso no es posible si la ve como una sensación y esa sensación se asocia con las flores, con el placer. El modo tradicional es cerrar las puertas a lo placentero porque tales asociaciones despiertan otras formas de placer, y así usted se disciplina para no mirar. Extirpar la sensación con un bisturí es algo inmaduro. ¿Cómo han de hacer entonces la mente, los ojos, para ver el extraordinario color sin que este ver deje marca alguna?
Yo no estoy pidiendo un método. ¿Cómo ha de surgir ese estado? De otro modo no podemos ser sensibles. Es como una placa fotográfica que recibe impresiones y se renueva a sí misma. Ella es expuesta y, sin embargo, se vuelve negativa para la impresión siguiente. Así, todo el tiempo la mente se está purificando a sí misma con respecto a cada placer. ¿Es eso posible, o en lugar de tratar con hechos estamos jugando con las palabras?
El hecho que veo claramente es que cada sensibilidad residual, cada sensación embota la mente. Niego ese hecho ‑en el sentido que hemos dado a la negacion- pero no conozco qué es ser tan extraordinariamente sensible que las experiencias no dejen huella y, no obstante, ver esa flor con plenitud, con tremenda intensidad. Veo como un hecho innegable el de que cada sensación, cada sentimiento, cada pensamiento, deja una huella, imprime, moldea la mente, y que esas impresiones no pueden producir una mente nueva. Veo que tener una mente con huellas implica muerte, de modo que niego la muerte. Pero no conozco lo otro. También veo que una buena mente es sensible sin el residuo de la experiencia. Experimenta, pero la experiencia no deja huellas de las cuales ella extraiga más experiencias, más conclusiones, más muerte.
Niego lo uno y desconozco lo otro. ¿Cómo ha de surgir esta transición de la negación de lo conocido a lo desconocido?
¿Cómo niega uno? ¿Niega uno lo conocido no en los grandes sucesos dramáticos, sino en los acontecimientos pequeños? ¿Hay negación cuando me estoy afeitando y recuerdo la temporada agradable que pasé en Suiza? ¿Niega uno el recuerdo de un rato placentero? ¿Se torna perceptivo a ello y lo niega? Eso no es dramático, no es espectacular, nadie se entera de eso. Y, sin embargo, esta constante negación de las pequeñas cosas, estos pequeños lavados, las pequeñas borraduras ‑no sólo una impresionante gran limpieza- son esenciales. Es esencial negar el pensamiento como recuerdo, agradable o desagradable, en cada minuto del día y a medida que va surgiendo. Uno hace esto sin ningún motivo, no lo hace para penetrar en el extraordinario estado de lo desconocido. Usted vive en el Valle de Rishi y piensa en Bombay o Roma. Esto crea un conflicto, embota la mente, la divide. ¿Puede ver esto y descartarlo? ¿Puede proseguir descartándolo no porque desee entrar en lo desconocido? Usted nunca puede saber qué es lo desconocido, porque en el momento que lo reconoce como lo desconocido, está de regreso en lo conocido.
El proceso de reconocimiento es un proceso por el cual lo conocido continúa. Como yo no se qué es lo desconocido, sólo puedo hacer esta única cosa: ir desprendiéndome del pensamiento a medida que surge.
Usted ve la flor, la siente, ve su belleza, su intensidad, su brillantez extraordinaria. Después va usted al cuarto en que vive, el cual es feo, no está bien proporcionado. Usted vive en ese cuarto, pero tiene cierta sensación de belleza y comienza a pensar en la flor; entonces atrapa el pensamiento apenas surge y lo descarta. Ahora bien, ¿desde qué profundidad descarta usted, desde qué profundidad niega la flor, niega a su esposa, sus dioses, su vida económica? Usted tiene que vivir con su mujer, con sus hijos, con esta monstruosamente fea sociedad. No puede apartarse de la vida. Pero cuando niega por completo el pensamiento de dolor o de placer, su relación es diferente; así es que debe haber una negación total, no parcial, no un conservar las cosas que le agradan y negar las que no le agradan.
Bien, ¿cómo transmite usted al estudiante aquello que ha comprendido?
MAESTRO: Usted ha dicho que en el enseñar y el aprender hay un estado de intensidad en el que uno no dice: «yo le estoy enseñando algo». Ahora bien; ¿este constante borrar las huellas del pensamiento tiene algo que ver con la intensidad del estado enseñar-aprender?
KRISHNAMURTI: Evidentemente. Usted ve, siente que el enseñar y el aprender son ambos lo mismo. ¿Qué es lo que aquí tiene lugar? Yo no le estoy enseñando ‑no soy su maestro o autoridad. Simplemente exploro y le comunico mi exploración. Usted puede tomarlo o dejarlo. La posición es la misma con respecto a los estudiantes.
MAESTRO: ¿Qué es, entonces, lo que el maestro tiene que hacer?
KRISHNAMURTI: Usted sólo puede descubrir cuando está negando constantemente. ¿Lo ha intentado alguna vez? Es como si no pudiera dormirse ni por un solo minuto durante el día.
MAESTRO: Eso no solamente requiere energía, sino que también libera una gran cantidad de energía.
KRISHNAMURTI: Pero primero debe usted tener la energía para negar.
Krishnamurti y la educación, Cap. 13. (fragmento), Edit. Edhasa, Barcelona 1978
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KRISHNAMURTI: (…) Los más derivamos nuestra energía del deseo de seguridad, de los ideales, de buscar un resultado, de realizar lo que ambicionamos, etc. Para casi todos eso es energía. Para el hombre que se ocupa en hacer el bien, su actividad le proporciona enorme energía, y cuando no tiene éxito se desespera; ambas cosas van siempre juntas. Esa energía siempre trae consigo depresión, frustración.
Al darse cuenta de que esta forma de energía es muy destructiva, ¿no investigaría usted a fin de descubrir una energía que no esté acompañada de depresiones, frustraciones y desesperación? ¿Existe una energía semejante? Uno conoce la energía ordinaria con sus complicaciones, y ve esa energía que se produce al buscar un resultado; y si al verla uno la descarta, ¿eso en sí mismo no daría entonces origen a una investigación acerca de si hay otra forma de energía que no esté acampanada por la desesperación? Ese es el problema.
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MAESTRO: ¿Cuál es esa energía que no lleva en sí ni sombra de destrucción?
KRISHNAMURTI: No haga esa pregunta. Nunca formule una pregunta positiva. Formule siempre una pregunta negativa para encontrar una respuesta positiva, que no es la respuesta de lo opuesto.
Bien, ¿qué es el pensar negativo? ¿Cuál es esta energía no destructiva? Esa es una pregunta positiva.
¿Cuál es esta energía total? ¿Sería correcto para nosotros describir esta energía total que no es destructiva, y puede uno describirla? Y si yo fuera a describirla, ¿no sería eso algo meramente verbal y teórico para otros?
La energía se vuelve una cosa destructiva en el momento que usted desea lograrla. Ese deseo de lograrla se convierte en el fin por el cual usted se esfuerza, y si no la obtiene, entonces cae en la desesperación. Así que su pregunta fue una pregunta equivocada, y si uno no tiene sumo cuidado, la seguirá una respuesta también equivocada. ¿Cuál debería ser, entonces, la próxima pregunta?: « ¿Cómo me ayudará usted a experimentar esta energía total?» Si yo pudiera ayudarlo, usted dependería de quien lo ayuda, y quien lo ayuda puede estar equivocado. En consecuencia, ¿cómo plantearía usted la pregunta?
MAESTRO: ¿Es posible, mediante la comunicación, experimentar esta energía total en el presente?
KRISHNAMURTI: Usted puede hacer la misma pregunta de un modo distinto. Todo el tiempo plantea usted una pregunta positiva acerca de algo que no conoce. Su pregunta no está relacionada con el problema. ¿Cómo formularía, pues, la pregunta?
MAESTRO: ¿Quiere usted decir que la pregunta correcta sería, «cuando veo la naturaleza destructiva de esta energía…»?
KRISHNAMURTI: Vea la falsedad de esta energía que es destructiva, y eso en sí mismo es la respuesta. Usted no puede ir más allá de la naturaleza destructiva de esta energía y decir qué cosa es lo otro.
¿Puede dejar de dar vueltas creando energía destructiva? Entonces no preguntará qué es lo otro. Todo cuanto puede preguntar es: « ¿Hay posibilidad de detener esta energía destructiva que se genera a sí misma?» Usted no puede indagar positivamente dentro de la energía, debe haber un acceso negativo ‑la comprensión negativa del hecho, no la positiva, a fin de dar con lo otro- porque usted no conoce lo otro. Así es que su enfoque debe ser negativo, en el sentido de que usted ve la real naturaleza de esta energía autodestructiva.
¿Puedo comprender negativamente? ¿Puedo aprender una técnica, y puede la mente liberarse a sí misma de la técnica sin el incentivo de una recompensa? Entonces la mente está abierta a una forma diferente de energía.
El mundo entero está revuelto, sumido en una confusión enorme. Para ofrecer una respuesta total a esto, usted debe tener una cualidad de energía distinta de la que aplica habitualmente a un problema. El enfoque acostumbrado es en términos de esperanza, temor, éxito, realización, etc., con su acompañamiento de desesperación. Esto es obvio. Son todos hechos psicológicos. Aquí estamos frente a un problema mundial, y usted ha de encararlo no con la energía de la desesperación, sino con una energía que no esté contaminada por la desesperación. Para dar con esta energía que no es destructiva, la mente debe estar libre de la otra energía. Este es el problema del mundo, ¿cómo responde a él? ¿Responde de manera idealista con el propósito, el deseo y el sentimiento, «ésta es la cosa correcta que hay que hacer»? Si es así, está respondiendo con la energía de la desesperación. ¿O mira usted el problema con una energía por completo diferente? Si mira la totalidad del problema con esa nueva cualidad de energía, entonces tendrá la respuesta correcta.
Krishnamurti y la educación, Cap. 18 (fragmento), Edit. Edhasa, Barcelona 1978