Hace poco les dije que el pensamiento, con todo cuanto conoce, lo cual es siempre acumulativo, es algo viviente; no es una cosa muerta y, en consecuencia, el vasto espacio puede moverse junto con el pensamiento. Cuando el pensamiento se separa a sí mismo como pensador, como experimentador, y produce confusión y conflicto, entonces ese experimentador, observador, pensador, se convierte en el pasado, que es estacionario y que, por lo tanto, no puede moverse. La mente ve en este examen que donde existe división en el pensar, el movimiento no es posible. Donde hay división interviene el pasado, y éste se torna estacionario, fijo, se convierte en el centro inmóvil. El centro inmóvil puede ser modificado, incrementado, pero es un estado de inmovilidad que, por eso mismo, carece de movimiento libre.
De modo que ésta es la siguiente pregunta que me hago –y también a ustedes–: ¿Esto es visto por el pensamiento, o la percepción es algo enteramente distinto al pensamiento? Uno ve la división que existe en el mundo: la nacional, la religiosa, económica, social, etcétera; en esta división hay conflicto, eso es evidente. Y cuando existe división y fragmentación dentro de mí, debe haber conflicto. Entonces estoy dividido en el observador y lo observado, el pensador y el pensamiento, el experimentador y la experiencia. Esa división es causada por el mismo pensamiento, el cual es producto del pasado; veo la verdad de esto. Entonces pregunto: ¿Es el pensamiento quien ve esto, o se tata de algún otro factor? ¿O el nuevo factor es la inteligencia y no el pensamiento? ¿Cuál es entonces la relación entre el pensamiento y la inteligencia? ¿Comprenden mi pregunta? Personalmente estoy muy interesado en esto, ustedes pueden acompañarme o no. Investigarlo es algo extraordinario.
El pensamiento ha producido la división en el pasado, el presente y el futuro. El pensamiento es tiempo. Y el pensamiento se dice a sí mismo: veo esta división en lo interno y en lo externo, veo que ella es el factor del conflicto. Como el pensamiento no puede ir más allá, dice: estoy donde empecé, sigo con mis conflictos porque es el pensamiento quien afirma: “Veo la verdad de la división y el conflicto”. Ahora bien; ¿esto lo ve el pensamiento o ello es visto por un nuevo factor de inteligencia?
Si es la inteligencia que lo ve, ¿cuál es la relación entre el pensamiento y la inteligencia? ¿O la inteligencia significa libertad con respecto a la división del pensamiento?: división que el mismo pensamiento ha producido. Viéndolo lógicamente y siendo incapaz de ir más allá, el pensamiento permanece con ello; no intenta combatirlo ni sojuzgarlo. A partir de ahí entra en acción la inteligencia.
Preguntamos entonces: ¿qué es la inteligencia? ¿Puede la inteligencia ser cultivada? ¿Es ella innata? ¿Es el pensamiento que ve la verdad acerca del conflicto, de la división, etc., o la que ve es esa cualidad de la mente que percibe el hecho y permanece completamente quieta con el hecho?, no intentando ir más allá, no tratando de imponerse sobre el hecho, de cambiarlo, sino permaneciendo por completo silenciosa con él. Esta quietud es inteligencia. La inteligencia no es pensamiento, es este silencio y, por lo tanto, ella es totalmente impersonal. No pertenece a ningún grupo, a ninguna persona, raza o cultura.
En consecuencia, mi mente ha descubierto que existe un silencio, algo no acumulado por el pensamiento, por la disciplina, la práctica y todo ese horror, sino derivado del ver que el pensamiento es incapaz de ir más allá de sí mismo; porque el pensamiento es un efecto del pasado, y donde el pasado opera debe producir división y, por consiguiente conflicto. ¿Puede uno verlo y permanecer quieto con ello? Ustedes saben, es como permanecer completamente quietos con el dolor. Cuando muere alguien en quien estaban interesados, alguien que estimaban, cuidaban, acariciaban, amaban, existe la conmoción de la soledad, la desesperación, una sensación de aislamiento, todo se derrumba alrededor. ¿Puede uno permanecer con ese dolor sin buscar explicaciones y causas, sin pensar “por qué debió irse él y no yo”? El permanecer completamente quieto y silencioso con ello, es inteligencia. Esa inteligencia operará entonces en el pensar utilizando al conocimiento, y ese conocimiento, ese pensar, no crearán división.
Surge así la pregunta: ¿Cómo es que la mente, la mente de ustedes, que está parloteando sin cesar, esa mente burguesa, prisionera en una trampa, luchando, buscando, siguiendo un gurú y practicando disciplina, cómo puede esa mente estar por completo silenciosa?
La armonía es quietud. Existe una armonía entre el cuerpo, el corazón y la mente, armonía completa, sin disonancia. Eso significa que el cuerpo no debe ser dominado ni disciplinado por la mente. Cuando él gusta de cierta clase de comida, o tabaco, o drogas, y de la excitación que todo eso provoca, el controlarlo mediante la mente es una imposición. Mientras que si el cuerpo es sensible, si está activo y no deteriorado, tiene su propia inteligencia. Uno ha de poseer un cuerpo así, vivo, activo, no drogado. Y uno también debe tener corazón: no excitación, no sentimentalismos, ni emocionalismos, ni entusiasmos, sino ese sentido de plenitud, de hondura, de calidad y energía que sólo puede existir cuando hay amor. Y uno debe tener una mente con un espacio inmenso. Entonces hay armonía.
¿Cómo, pues, ha de dar la mente con esto? Estoy seguro de que todos ustedes se lo han preguntado, tal vez no mientras están aquí sentados, pero cuando regresan a sus casas, cuando caminan, se preguntarán: ¿Cómo puede uno tener este sentimiento de completa integridad, de unidad entre el cuerpo, el corazón y la mente, sin sentido alguno de distorsión, división o fragmentación? ¿Cómo piensan que ello sea posible? Ustedes ven la realidad de esto, ¿no es así? Ven la verdad de que deben tener completa armonía dentro de sí, en la mente, el corazón y el cuerpo. Es como tener una ventana limpia y clara, sin rayaduras ni manchas; entonces uno ve las cosas sin deformación alguna, tal como si mirara por esa ventana. ¿Cómo pueden ustedes llegar a eso?
Ahora bien, ¿quién ve esta verdad? ¿Quién ve la verdad de que debe existir esta completa armonía? Como dijimos, cuando hay armonía, hay silencio. Cuando la mente, el corazón y el organismo están en armonía completa, hay silencio; pero cuando uno de los tres se deforma, se pervierte, lo que hay es ruido. ¿Quién ve este hecho? ¿Lo ven ustedes como una idea, una teoría, como algo que “debieran tener”? Si es así, entonces todo eso es función del pensamiento. Entonces dirán: Explíqueme qué clase de sistema debo practicar para conseguir esto, yo renunciaré, practicaré disciplina, todo lo cual es la actividad del pensamiento. Pero cuando ustedes ven la verdad de ello –la verdad, no lo que “debería ser”– cuando ven que eso es lo real, entonces es la inteligencia que lo ve. Por lo tanto, es la operación de la inteligencia la que producirá este estado.
El pensamiento es del tiempo, la inteligencia no es del tiempo. La inteligencia es inmensurable; no la inteligencia de un técnico, o la de una ama de casa, o la de un hombre que conoce muchísimo. Eso está todo dentro del campo del pensamiento y de lo conocido. Cuando la mente se halla en completo silencio –y puede estar silenciosa, ustedes no tienen que practicar ni controlar, ella puede ser completamente silenciosa, sólo entonces hay armonía total, inmenso espacio y silencio. Solamente entonces lo Inmensurable es.
La Persecución del Placer, (Tomo 2: El despertar de la inteligencia), Editorial Kier, Buenos Aires, pág. 230 a 234.-