A la luz de Krishnamurti

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LA EDUCACION

Publicado el 24 de marzo de 2013

No existe gobierno alguno (de derecha, izquierda o de centro), que, hoy por hoy, no destaque a la educación como parte central de sus planes de acción. Algunos «avanzan» aumentando los salarios de los docentes, otros, de manera más integral, acrecentando las partidas presupuestarias. Pero casi todos, de manera más explícita o encubierta, intentan producir mejores personas para el funcionamiento del sistema.  

La mayoría  de nosotros sabemos que Krishnamurti dedico muchos años de su vida a la puesta en marcha de centros educativos, en donde el rol de la educación  juega un papel central en el desarrollo de la Enseñanza. Acá pues, con los textos que leeremos, intentaremos acercarnos a una visión de la educación marcadamente distinta .

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Krishnamurti y la Educación

Publicado el 24 de marzo de 2013

¿Saben?, ustedes viven en uno de los más hermosos valles que yo haya visto jamás. Tiene una atmósfera especial. ¿Han notado, particularmente por las tardes o en las madrugadas, una cualidad de silencio que se difunde por el valle y lo penetra? Creo que a nuestro alrededor están las colinas más antiguas del mundo, no deterioradas todavía por la acción del hombre; y por dondequiera que uno vaya, en las ciudades u otros sitios, el hombre está destruyendo a la naturaleza, derribando árboles para construir más casas, contaminando el aire con los automóviles y las industrias. El hombre extermina a los animales; ya quedan muy pocos tigres. Lo destruye todo porque cada vez nace más gente, la cuál necesita más espacio. Poco a poco el hombre esparce la destrucción por todo el mundo. Y cuando se llega a un valle como éste –donde hay muy poca gente, donde la naturaleza todavía no ha sido deteriorada, donde aún existen el silencio, la quietud, la belleza—uno está realmente asombrado. Cada vez que uno viene aquí percibe la maravilla de esta tierra; pero probablemente ustedes se han habituado a ella y ya no miran más las colinas, no escuchan más a los pájaros ni al viento entre las hojas. Y así, poco a poco, se han vuelto indiferentes.

La educación no consiste sólo en aprender de los libros memorizando algunos hechos, sino también en aprender a mirar, a escuchar aquello que los libros dicen, tanto si lo que dicen es verdadero como si es falso. Todo eso es parte de la educación. La educación no es un mero pasar los exámenes, conseguir un título y un empleo, casarse y establecerse, sino también saber escuchar a los pájaros, ver el cielo, la extraordinaria belleza de un árbol, la forma de las colinas; es sentir todo eso, estar realmente, directamente en contacto con ello. A medida que ustedes crecen, ese sentido de escuchar, de ver, por desgracia va desapareciendo, porque se llenan de preocupaciones, quieren más dinero, un automóvil mejor, más hijos o menos hijos. Se vuelven celosos, codiciosos, ambicionan, envidian; y así es como dejan de percibir la belleza de la tierra. ..

…Puesto que son ustedes jóvenes, frescos, inocentes, ¿pueden mirar toda la belleza de la tierra, tener la cualidad del afecto? ¿Y pueden conservar eso? Ya que si no lo hacen, a medida que crezcan se irán amoldando, porque ésa es la forma más fácil de vivir. Unos pocos se rebelarán, pero tal rebelión tampoco resolverá el problema. Algunos intentarán escapar de la sociedad, pero ese escapar carece de sentido. Ustedes tienen que cambiar la sociedad, pero no matando a la gente. La sociedad somos ustedes y yo. Ustedes y yo creamos la sociedad en la cual vivimos. Así es que son ustedes los que han de cambiar. No pueden encajar dentro de esta sociedad monstruosa. Entonces ¿qué es lo que harán?

Ustedes que viven en este extraordinario valle, ¿serán arrojados dentro de este mundo de lucha, confusión, guerra y odio? ¿Irán a ajustarse, se conformarán, aceptarán todos los viejos valores? Ya saben cuáles son esos valores –dinero, posición, prestigio, poder. Eso es todo lo que el hombre desea, y la sociedad quiere que encajen dentro de este patrón de valores. Pero si empiezan desde ahora a pensar, a observar, a  aprender, no de los libros, sino a  aprender por sí mismos observando atentamente, escuchando todo cuanto ocurre en torno a ustedes, entonces crecerán para convertirse en un ser humano distinto –un ser humano que se interesa por la gente, que tiene afecto por ella, que la ama. Y si viven de esa manera, tal vez puedan llegar a descubrir una vida verdaderamente religiosa.

Miren, pues, a la naturaleza, miren el tamarindo, los mangos en flor, y escuchen a los pájaros en el amanecer y en las últimas horas de la tarde. Vean el cielo claro, las estrellas, lo maravillosamente que el sol se pone detrás de esas colinas. Vean todos los colores, la luz sobre las hojas, la belleza del suelo, la riqueza de la tierra. Entonces, cuando hayan visto eso, y también hayan visto lo que es el mundo con toda su brutalidad, su violencia, su fealdad, ¿qué es lo que harán?

¿Saben qué significa atender, prestar atención? Cuando ustedes prestan atención, ven las cosas mucho más claramente. Escuchan con mucha más precisión el canto del pájaro; pueden diferenciar entre varios sonidos. Cuando miran con gran atención un árbol, ven toda su belleza. Ven la rama, las hojas, ven el viento que juega con ellas. Cuando prestan atención, ven con una claridad extraordinaria. ¿Lo han hecho alguna vez? La atención es algo diferente de la concentración. Cuando ustedes se concentran no ven nada; en cambio, ven mucho cuando prestan atención. Ahora, presten atención. Miren aquél árbol y vean las sombras, la brisa suave entre las hojas. Vean la forma del árbol, su proporción respecto de otros árboles. Vean la cualidad de la luz que pasa a través de las hojas, la luz sobre las ramas y el tronco. Vean la totalidad del árbol. Miren de ese modo, porque voy a hablarles de algo a lo cual tienen que prestar atención. La atención es muy importante, tanto en la clase como cuando están afuera, cuando comen, cuando caminan. La atención es una cosa extraordinaria.

Voy a preguntarles algo: ¿por qué se les educa? ¿Comprenden mi pregunta? Sus  padres los envían a la escuela. Ustedes concurren a clase, aprenden matemáticas, aprenden geografía, historia. ¿Por qué? ¿Se han preguntado alguna vez para qué necesitan ser educados, cual es la razón de ello? ¿Qué sentido tienen el que pasen sus exámenes y logren sus títulos? ¿Es para que se casen y se establezcan en la vida como lo hacen millones y millones de personas? ¿Es eso lo que van a hacer, es ese el significado de la educación? ¿Comprenden de qué estoy hablando? Este es un problema realmente muy serio. Todo el mundo está cuestionando las bases de la educación. Vemos para qué ha sido utilizada. En todo el mundo –sea en Rusia, en China, en América, Europa o éste país— los seres humanos son educados para amoldarse, para encajar dentro de la sociedad, dentro de su cultura, para adaptarse a la corriente de la actividad social y económica, para ser absorbidos por esta corriente enorme que ha estado fluyendo por miles de años. ¿Consiste en eso la educación, o la educación es algo por completo diferente? ¿Puede la educación cuidar de que la mente humana no se vea arrastrada y destruida por esa enorme corriente, que no sea absorbida por ella, de manera que, con una mente así, ustedes puedan constituirse en un ser humano por completo diferente, con una diferente cualidad de vida? ¿Han de ser educados de esta manera? ¿O permitirán que sus, padres y la sociedad se les impongan para convertirlos en parte de la corriente social? Una verdadera educación significa que la mente humana, la mente de ustedes, no sólo sea capaz de sobresalir en matemática, geografía e historia; significa también que ella nunca pueda, bajo ninguna circunstancia, ser arrastrada en la corriente de la sociedad. Porque esa corriente que llamamos el vivir, está muy corrompida, es inmoral, es violenta, es codiciosa. Esa corriente es nuestra cultura. Por lo tanto, el problema es cómo producir la clase correcta de educación, de manera que la mente pueda soportar todas las tentaciones, todas las influencias, la bestialidad de esta civilización y esta cultura. Hemos llegado a un punto de la historia en que es necesario crear una cultura nueva, una clase por entero diferente de existencia cuyos fundamentos no sean la industrialización y el consumo; tenemos que crear una cultura basada en una verdadera cualidad religiosa. ¿Cómo, pues, ha de producir uno, por medio de la educación, una mente que sea del todo distinta, una mente que no sea ambiciosa, que no sea envidiosa? ¿Cómo hemos de crear una mente que, sin ser ambiciosa, sea extraordinariamente activa, eficiente; que tenga una real percepción de lo que es verdadero en la vida cotidiana, lo cual, después de todo, es religión?

Ahora vamos a averiguar cuál es el verdadero significado y propósito de la educación. ¿Puede la mente de ustedes, que ha sido condicionada por la sociedad, por la cultura en que han vivido, transformarse mediante la educación de manera tal que ya nunca, bajo ninguna circunstancia, entren ustedes en la corriente de la sociedad? ¿Es posible educarlos de manera diferente? “Educar” en el verdadero sentido de la palabra; no el mero transmitir de los maestros a estudiantes algunas informaciones sobre matemáticas, o historia o geografía, sino producir –en la instrucción misma de esas materias— un cambio en la mente de ustedes. Esto significa que han de ser extraordinariamente críticos. Deben aprender a no aceptar nunca nada que no hayan visto claramente por sí mismos, a no repetir jamás lo que otro haya dicho.

Krishnamurti y la educación, Editorial Sudamericana, págs. 13 a 19.-

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La Revolución Fundamental

Publicado el 24 de marzo de 2013

Pregunta: ¿Qué es la verdadera educación?  Como maestros y padres estamos confusos.

Krishnamurti: ¿Cómo vamos a hallar la verdad en este asunto? Resulta obvio que el mero hecho de encajar la mente en un sistema, en un molde, no es educación. De modo que, para descubrir lo que es la verdadera educación, debemos averiguar lo que entendemos por “educación”. La educación, por cierto no consiste en aprender cuál es el objeto de la vida, sino en comprender el sentido, el significado, el proceso de la existencia; porque si decís que la vida tiene un propósito, entonces el propósito es autoproyectado. Para descubrir qué es la verdadera educación, no hay duda de que primero tenéis que investigar la significación total de la vida, del vivir. ¿Qué es la actual educación? Aprender a ganar unas cuantas rupias, adquirir un oficio, llegar a ser ingeniero o sociólogo, aprender a matar a la gente o a leer un poema. Si decís que la educación es para hacer que una persona sea eficiente  –lo cual significa darle conocimientos técnicos–  entonces debéis comprender todo el significado de la eficiencia. ¿Qué sucede cuando una persona se vuelve de más en más eficiente? Sucede que se vuelve cada vez más cruel. No riais. ¿Qué hacéis vosotros en vuestra vida diaria? ¿Qué ocurre hoy en el mundo? La educación significa desarrollo de una determinada técnica, es decir, eficiencia, la cual implica industrialización, capacidad para trabajar con más rapidez y producir más y más, todo lo cual termina por conducir a la guerra. Esto lo veis ocurrir todos los días. La educación tal como es conduce a la guerra, ¿y cuál es el fin de la educación? Destruir o ser destruido. Es obvio, pues, que el presente sistema educativo no sirve para nada. Lo importante, por consiguiente es educar al educador. Estas no son sagaces afirmaciones que hayan de escucharse y tomarse en broma. Porque, si no se educa al educador, ¿qué puede él  enseñar al niño, a no ser los principios de explotación en los que él mismo ha sido educado? La mayoría de vosotros ha leído muchos libros. ¿Y a qué habéis llegado? Tenéis dinero o podéis ganarlo, tenéis vuestros placeres y ceremonias, y, estáis en conflicto; ¿y en qué queda la educación, el aprender a ganar unas cuantas rupias, cuando toda vuestra existencia conduce a la desdicha y a la guerra? La verdadera educación, pues, debe empezar por el educador, el progenitor, el maestro; y el investigar la verdadera educación significa investigar la vida, la existencia, ¿no es así? ¿A qué conduce que se os eduque para ser abogados si sólo habréis de acrecentar los conflictos y mantener los litigios? Pero en eso hay dinero, y con eso medráis. De suerte que, si queréis realizar verdadera educación, es obvio que debéis comprender el sentido, el significado de la existencia. No se trata tan sólo de ganar dinero, de tener comodidades, sino de poder pensar de un modo verdadero, directo, no “consecuente”, porque el pensar consecuentemente es mera adaptación a una pauta. Un pensador consecuente es una persona irreflexiva; no hace más que repetir ciertas frases, y piensa siguiendo una rutina. Para descubrir qué es la verdadera educación, tiene que haber comprensión de la existencia, lo cual significa comprensión de vosotros mismos; porque no podéis comprender la existencia en abstracto. No podéis comprenderos a vosotros mismos teorizando acerca de lo que debiera ser la educación. Lo cierto es que la verdadera educación empieza con la justa comprensión del educador.

Mirad lo que ocurre en el mundo. Los gobiernos someten la educación a su control; naturalmente, puesto que todos los gobiernos se preparan para la guerra. Vuestro propio gobierno, tanto como el extranjero, deben inevitablemente prepararse para la guerra. Un gobierno soberano debe tener un ejército, una armada, una fuerza aérea; y para hacer a los ciudadanos eficientes para la guerra, para prepararlos a cumplir con sus deberes cabalmente, eficientemente, despiadadamente, el gobierno central tiene que controlarlos. Los educa, por lo tanto, como se fabrican los instrumentos mecánicos: para ser cruelmente eficientes. Si ese es el objeto y la finalidad de la educación: destruir o ser destruido, ella tiene que ser despiadada; y no estoy nada seguro que no sea eso lo que deseáis. Porque seguís educando a vuestros hijos a la manera antigua. La verdadera educación comienza con la comprensión del educador, del maestro, lo cual significa que él debe estar libre de los moldes establecidos de pensamiento. Estando confusos, creáis un educador que también está confuso; mediante la llamada “educación” dais poder para destruir al gobierno extranjero. Antes por tanto, de preguntar qué es la verdadera educación, debéis comprenderos a vosotros mismos; y veréis que no lleva mucho tiempo el comprenderos a vosotros mismos, si estáis interesados en descubrir. Señores, sin comprenderos a vosotros mismos como educadores, ¿Cómo podéis crear un nuevo género de educación? Volvemos, por consiguiente, a la eterna cuestión que sois vosotros mismos; y ese punto deseáis eludirlo, deseáis hacer recaer la responsabilidad en el maestro, en el gobierno. El gobierno es lo que vosotros sois, el mundo es lo que vosotros sois;  y sin comprenderos a vosotros mismos, ¿cómo puede haber verdadera educación?

Madrás, diciembre 4 de 1949.-

La Revolución Fundamental, pgs: 45 a 48,  Editorial Kier, Buenos Aires.-

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La Educación y el Significado de la Vida

Publicado el 24 de marzo de 2013

El hombre ignorante no es el iletrado, sino el que no se conoce a sí mismo; y el hombre instruido es ignorante cuando pone toda su confianza en los libros, en el conocimiento y en la autoridad externa para derivar de ellos la comprensión. La comprensión sólo viene mediante el propio conocimiento, que es el darnos cuenta de nuestro proceso psicológico total. La educación, pues, en su verdadero sentido, es la comprensión de uno mismo, porque dentro de cada uno de nosotros es donde se concentra la totalidad de la existencia.

Lo que ahora llamamos educación es la acumulación de datos y conocimientos por medio de los libros, cosa factible a cualquiera que puede leer. Una educación así, ofrece una forma sutil de evadirnos de nosotros mismos y, como toda huida, inevitablemente aumenta nuestra desdicha. El conflicto y la confusión resultan de nuestra relación errónea con todo lo que nos rodea –gente, cosas, ideas–, y hasta que no entendamos bien esa relación y la alteremos, la mera instrucción, la adquisición de datos y habilidades, nos conducirán inevitablemente al caos envolvente y a la destrucción.

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¿Es la práctica de una profesión la plenitud de la vida? Aparentemente así es para muchos de nosotros. Nuestras profesiones pueden mantenernos ocupados la mayor parte de nuestra existencia, pero las mismas cosas que producimos y que nos fascinan, causan nuestra destrucción y nuestra miseria.-

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Cuando la función de ejercer una profesión es de máxima importancia, la vida se hace aburrida y oscura, convirtiéndose en una rutina mecánica, de la cual huimos por medio de toda clase de distracciones. La acumulación de hechos y el desarrollo de la capacidad intelectual, a lo cual llamamos educación, nos ha privado de la plenitud de la vida y de la acción integradas.

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La verdadera educación, al mismo tiempo que estimula el aprendizaje de una técnica, debe realizar algo de mayor importancia; debe ayudar al hombre a experimentar, a sentir el proceso integral de la vida.

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Creo que se han escrito muchos volúmenes sobre los ideales educativos; sin embargo, estamos en mayor confusión que nunca. No existe método alguno por medio del cual se pueda educar a un niño para que sea libre e íntegro. Mientras nos preocupamos por los principios, los ideales y los métodos, no ayudamos al individuo a libertarse de sus actividades egocéntricas con todos sus temores y conflictos.

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Cuando trabajamos unidos por la realización de un ideal, para el futuro, formamos a los individuos de acuerdo con nuestro concepto de ese futuro; no nos preocupamos en absoluto por los seres humanos, sino por la idea que tenemos de lo que los individuos deben ser. Lo que debe ser resulta mucho más importante para nosotros que lo que es o sea, el individuo con sus complejidades. Si comenzamos por comprender al individuo directamente, en vez de verlo a través de nuestra visión de lo que debe ser, entonces sí nos interesaremos en ver lo que es. Entonces ya no deseamos transformar al individuo en otra cosa, sino ayudarlo a comprenderse a sí mismo; y en esto no hay provecho ni objetivo personal. Si nos mantenemos totalmente atentos a lo que es, lo comprenderemos y nos veremos libres de ello; pero para estar atentos a lo que somos, tenemos que dejar de luchar por algo que no somos.

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La verdadera educación no tiene nada que ver con ninguna ideología, por mucho que ésta prometa una utopía futura; ni está fundada en ningún sistema, por bien pensado que sea; ni tampoco constituye un medio de condicionar al individuo de una manera especial. La educación, en el verdadero sentido, capacita al individuo para ser maduro y libre, para florecer abundantemente en amor y bondad. (…) Cualquier método que clasifique a los niños de acuerdo con su temperamento y aptitud, no hace más que acentuar sus diferencias; crea antagonismos, estimula las divisiones sociales y no ayuda a desarrollar seres humanos íntegros.

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Sólo el amor puede crear la comprensión de los demás. Donde hay amor hay comunión instantánea con los otros, en el mismo nivel y al mismo tiempo. Por ser nosotros mismos tan secos, tan vacíos, tan faltos de amor, hemos permitido que los gobiernos y los sistemas se encarguen de la educación de nuestros hijos y de la dirección de nuestras vidas; mas los gobiernos quieren técnicos eficientes, y no seres humanos, porque los seres humanos son peligrosos para los gobiernos, así como también para las religiones organizadas. Por esto los gobiernos y las organizaciones religiosas buscan el dominio sobre la educación.

La vida no puede adecuarse a un sistema, no puede estar sujeta a una norma, por noble que ésta se conciba; y una mente que se ha formado sólo de hechos y conocimientos es incapaz de enfrentarse a la vida en toda su diversidad, su sutileza, su profundidad y sus grandes alturas. Cuando educamos a nuestros hijos de acuerdo con un sistema de pensamiento o una disciplina particular, cuando les enseñamos a pensar dentro de determinados surcos y divisiones, les impedimos que lleguen a ser hombres y mujeres íntegros, y por consecuencia resultan incapaces de pensar inteligentemente, o sea, de hacerle frente a la vida en su totalidad.

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El niño es el resultado del pasado y del presente y está condicionado por estas circunstancias. Si le transmitimos nuestro pasado, perpetuaremos su condicionamiento y el nuestro. Hay una transformación radical sólo cuando comprendemos nuestro condicionamiento y nos libertamos de él. Discutir lo que debe ser la verdadera educación, mientras nosotros mismos estamos condicionados, es completamente fútil.

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La actual estructura social y educativa no ayuda al individuo a conseguir la libertad y la integración; y si los padres tienen realmente el sincero deseo y la buena fe para que sus hijos crezcan en su más completa capacidad integral, deben comenzar por alterar la influencia del hogar y dedicarse a crear escuelas con verdaderos maestros.

La influencia del hogar y la de la escuela no deben ser contradictorias en forma alguna, por lo que los padres y los maestros deben reeducarse. La contradicción que tan a menudo existe entre la vida privada y el individuo y su vida como miembro de un grupo, provoca una lucha interminable dentro de él y en sus relaciones con los demás.

Este conflicto se estimula y se mantiene mediante la educación errónea, y tanto los gobiernos como las religiones organizadas aumentan la confusión con sus doctrinas contradictorias. El niño se divide interiormente desde sus primeros años, lo cual ocasiona desastres personales y sociales.

Si aquellos de nosotros que amamos a nuestros hijos y vemos la urgencia del problema, ponemos nuestra mente y nuestro corazón al servicio de la causa, entonces, por pocos que seamos, a través de la verdadera educación y de un ambiente hogareño inteligente, podemos ayudar a desarrollar seres humanos integrados. Pero si, como tantos otros, llenamos nuestro corazón de las astucias de la mente, entonces continuaremos viendo a nuestros hijos destruidos por la guerra, por el hambre y por sus propios conflictos psicológicos.

La verdadera educación es consecuencia de la transformación de nosotros mismos. Tenemos que reeducarnos para no matarnos los unos a los otros por cualquier causa, por buena que sea, o por cualquier ideología no importa lo prometedora que aparentemente sea para la futura felicidad del mundo. Debemos aprender a ser misericordiosos, a contentarnos con poco y a buscar lo Supremo, porque sólo así se conseguirá la verdadera salvación de la humanidad.

La Educación y el Verdadero Signficado de la Vida. Pag 15 a 55 (selección), Editorial Orión , México,  Tercera Edición, año 1993.-

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