A la luz de Krishnamurti

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EL OBSERVADOR ES LO OBSERVADO

Publicado el 19 de julio de 2014

Cuando nos empeñamos en encontrar el eje central de la Enseñanza de K, cada uno de nosotros seguramente encontrará diversas respuestas. Esto encierra una peculiar paradoja, ya que esas respuestas diversas (que para algunos puede resultar inquietante), son justamente la confirmación de que aquello que ve cada uno de nosotros es indisolublemente producto de nuestro particular y personal condicionamiento.

La realidad, que generalmente se constituye en nosotros como si fuera algo sólido y objetivo, es simplemente aquello que edificamos desde nuestra historia personal; con sus alegrías, tristezas, fracasos, logros, amores y desamores. Comprenderlo es solo el comienzo, pero imprescindible, ya que poder ver que existe en nosotros una mecanicidad que de un modo sutil nos hace creer que lo que vemos es lo que es, nos permite suponer que no sólo hay algo más, sino que también existe otro modo de observar….

Categoría Su Legado

Liberese del Pasado

Publicado el 19 de julio de 2014

Cuando yo construyo una imagen de usted o de alguna otra cosa, soy capaz de observar esa imagen; por lo tanto, está la imagen y el observador de ella. Digamos que veo a alguien con una camisa roja, y mi reacción inmediata es que me gusta o que no me gusta. El que me guste o no, es resultado de mi cultura, mi adiestramiento, mis asociaciones, mis inclinaciones, mis características adquiridas o heredadas. Es desde este centro que observo y juzgo, y así el observador está separado de la cosa observada.

Pero el observador se da cuenta de más de una imagen; él crea miles de imágenes. Sin embargo, ¿es el observador diferente de esas imágenes? ¿No es él simplemente otra imagen? Siempre esta sumando y restando de lo que es él. Es algo viviente que continuamente está pesando, comparando, juzgando, modificando y cambiando, como resultado de presiones tanto de afuera como de su interior, vive en el campo de la conciencia, que es su propio conocimiento, influencia, e innumerables conjeturas.

Al mismo tiempo, cuando usted mira al observador que es usted mismo, ve que está hecho de recuerdos, experiencias, accidentes, influencias, tradiciones y de una infinita variedad de sufrimientos, todo lo cual es el pasado. Así, el observador es ambas cosas: el pasado y el presente, y el mañana que está por llegar, es también parte de él mismo. Está medio vivo y medio muerto, y con esta vida y muerte está mirando, con la hoja viva y muerta. Y en ese estado mental que está dentro del campo del tiempo, usted (el observador), mira el temor, los celos, la guerra, la familia (esa fea entidad encerrada en sí misma, que se llama familia) y trata de resolver el problema de lo observado que es el reto, lo nuevo. Usted está siempre interpretando lo nuevo en términos de lo viejo y por ese motivo se halla en conflicto eternamente.

. Y así llegamos a Una imagen, el observador, observa docenas de otras imágenes a su alrededor y dentro de sí mismo, y dice: “Me gusta esta imagen, la conservaré”; o “no me gusta esa imagen, la desecharé”. Pero el observador mismo esta compuesto de las varias imágenes que han surgido como reacción a otras diversas imágenes a un punto en que podemos decir: “El observador es también la imagen, sólo que se ha separado de ella y observa”. Este observador nacido de otras imágenes diversas, se considera permanente y hay una división, un intervalo de tiempo, entre él mismo y las imágenes que ha creado. De aquí surge el conflicto entre él y las imágenes que, según piensa, son la causa de sus dificultades. Entonces dice: “Debo deshacerme de este conflicto”, pero el mismo deseo de desembarazarse del conflicto crea otra imagen.

El ser consciente (to be aware) de este hecho, que es la verdadera meditación, ha revelado la existencia de una imagen central, compuesta de todas las otras imágenes, y esta imagen central, el observador, es el censor, el experimentador, el evaluador, el juez que quiere conquistar o subyugar las otras imágenes o destruirlas por completo. Las otras imágenes son el resultado de los juicios, opiniones y conclusiones del observador, y éste es el resultado de todas las otras imágenes por lo tanto, el observador es lo observado .

Así, pues, el ser consciente (awareness) ha revelado estados mentales diferentes; ha descubierto las diversas imágenes y la contradicción entre ellas; ha puesto de manifiesto el conflicto resultante y la desesperación de no poder hacer algo con éste, también los varios intentos por escapar de él. Todo ello se ha revelado por medio de un estado de ser consciente, pero cauteloso y titubeante. Luego viene un estado en que se es consciente de que el observador es lo observado. No es una entidad superior la que llega a darse cuenta de esto; no es un ser superior (la entidad superior, el yo superior son simples invenciones, que son también imágenes); es el mismo estado de ser consciente (awareness) lo que había revelado que el observador es lo observado.

Si usted se hace una pregunta, ¿quién es la entidad que va a recibir la respuesta? ¿Y quién es la entidad que va a investigar? Si la entidad es parte de la conciencia, parte del pensamiento, entonces es incapaz de descubrirlo. Lo único que puede descubrirlo es un estado de ser consciente (awareness). Pero si en ese estado hay aun una entidad que dice: “Debo darme cuenta, debo practicar para estar alerta”, esa es también otra imagen.

El darse cuenta de que el observador es lo observado no es un proceso de identificación con lo observado. Identificarnos con alguna cosa es demasiado fácil. La mayoría de nosotros nos identificamos con algo con nuestra familia, nuestro esposo o esposa, nuestra nación y eso causa gran aflicción y grandes guerras. Estamos examinando algo enteramente distinto, y debemos comprenderlo no verbalmente, sino corazón adentro, directamente en la raíz de nuestro ser. En la antigua China, antes que un artista empezara a pintar cualquier cosa un árbol, por ejemplo se sentaba frente a él por días, meses, años, no importaba cuánto tiempo, hasta que él era el árbol. No se identificaba con el árbol sino que era el árbol. Esto significa que no había espacio entre él y el árbol, ningún espacio entre el observador y lo observado, no había experimentador percibiendo la belleza, el movimiento, las sombras, la profundidad de una hoja, la calidad del color. Él era totalmente el árbol, y solo en ese estado podía pintar.

Cualquier movimiento de parte del observador, si no se ha dado cuenta de que el observador es lo observado, crea solamente otra serie de imágenes, y de nuevo se ve cogido en ellas. Pero ¿qué ocurre cuando el observador se da cuenta de que el observador es lo observado? Vaya lentamente, siga bien despacio, porque ahora tratamos de penetrar en algo muy complejo. ¿Qué ocurre? El observador no actúa en absoluto. El observador ha dicho siempre: “Debo hacer algo con estas imágenes, debo suprimirlas o darle una forma diferente”. Siempre está activo respecto de lo observado, actuando o reaccionando de manera apasionada o casual, y esta acción de agrado o desagrado la llaman acción positiva. “Me gusta; por lo tanto, debo conservarla. Me disgusta; por lo tanto, debo desecharla”. Pero cuando el observador se da cuenta de que la cosa con respecto a la cual está actuando es él mismo, entonces ya no hay conflicto entre él y la imagen. Él es eso. No están separados. Cuando había separación entre ambos, actuaba o trataba de actuar, de hacer algo al respecto, pero cuando el observador se da cuenta de que él es eso, ya no hay agrado ni desagrado, y el conflicto cesa.

¿Para qué actuar? Si algo es usted mismo, ¿qué puede hacer con ello? No puede revelarse, ni huir, ni siquiera aceptar. Está ahí. Por lo tanto, termina toda acción que sea consecuencia de reacción al agrado o desagrado.

Entonces descubrirá que hay un estado de ser consciente (awareness) que se ha vuelto tremendamente vital. No está sujeto a ningún problema central o a ninguna imagen, y de la intensidad de ese estado de ser consciente surge una calidad diferente de atención y, por lo tanto, la mente por ser ella ese estado de ser consciente se ha vuelto extraordinariamente sensible e inteligente en grado sumo.

LIBERESE DEL PASADO, El Observador es lo Observado, Gaia Ediciones, 2008, Madrid, pags: 97/100.-

Categoría Su Legado

La Mente Que No Mide

Publicado el 19 de julio de 2014

CONFLICTO, DUALIDAD Y OBSERVACIÓN

¿Qué es la observación? Cuando ustedes observan la luna llena, ¿la observan, ven la belleza de esa luz, la cualidad extraordinaria de esa luz? ¿O dicen que es la luna llena y hacen alguna otra cosa? ¿Qué entienden ustedes por observar? ¿Alguna vez observan la montaña cubierta de nieve, con toda esa grandeza, esa belleza, con los valles profundos llenos de misteriosas sombras, la extraordinaria majestad de esa montaña? Cuando observamos por un solo instante, todos nuestros problemas desaparecen, porque la majestad de esa montaña ha alejado por un segundo todos nuestros problemas. ¿Lo han advertido? Pero nuestros problemas vuelven inmediatamente. Así que ustedes y yo vamos a hablar acerca de lo que significa observar.

Supongamos, pues, que soy violento. ¿Cómo observo esa violencia? Necesito comprender la naturaleza de esa violencia. Necesito explorar, descubrir los factores extraordinarios que contribuyen a la violencia. ¿Cómo observo? En primer lugar, ¿es la violencia diferente de mí mismo? ¿Entienden mi pregunta? Pregunto si esa violencia que veo cuando digo que soy violento, es diferente de mí, o si yo soy esa violencia. Cuando uno está iracundo, es la ira; uno no es diferente de la ira. Es diferente de la ira sólo cuando desea controlarla, cuando dice: “Debo reprimirla”; pero de hecho, ¿es uno diferente, está separado de la violencia? ¿Es así? La palabra ‘violencia’ separada a causa de la tradición, a causa del hablar constantemente acerca de la violencia, etc.- ¿es la palabra misma la que se ha separado de la observación?

El observador dice: “Yo soy diferente de eso, soy diferente de la violencia”. Tenemos que investigar quién es el observador. El observador es el pasado, que ha conocido lo que es la violencia. Es el pasado, el conocimiento, la experiencia, todos los recuerdos almacenados en la memoria. Esos recuerdos, esas innumerables formas de conocimiento y el movimiento de todo eso, es el pasado. El pensamiento se ha dividido a sí mismo como pasado, presente y futuro. Se ha dividido como el observador y lo observado. El pensamiento ha dicho: “Yo no soy violento, la violencia no forma parte de mí”. Pero cuando uno observa la cosa muy atentamente, ve que es violento, que es iracundo, codicioso, envidioso, competidor uno ve que es todo eso. ¿De acuerdo? El observador no es diferente de aquello que él observa. Por favor, entiendan esto. Es muy importante porque, si realmente comprenden esto con todo el corazón, con toda la mente, con la totalidad del cerebro, entonces el conflicto toca a su fin; no hay dualidad en absoluto. Olviden sus libros, el Vedanta y todos los demás. El hecho es que, excepto en lo físico, no existe el opuesto. Psicológicamente, internamente, sólo existe el hecho. Y el hecho es que uno es violento, es celoso, etc. etc.

Ahora bien, ¿pueden ustedes observar el hecho sin su opuesto el opuesto que ha inventado el pensamiento? ¿Ven esto, pueden observar»lo que es»? En esa observación el observador es lo observado, el pensador es el pensamiento, el experimentador es lo experimentado. Pero nosotros lo hemos separado. Decimos: “Tengo que experimentar la iluminación”, o lo que fuere que ustedes deseen experimentar. Por lo tanto, el pensador es el pensamiento. Sin pensamiento no hay pensador. El observador es lo observado, el analizador es aquello que él está analizando. Puedo exponer esto de diferentes maneras, pero ése es un hecho: el observador es lo observado. En consecuencia, internamente uno elimina por completo el sentimiento de la dualidad. Entonces no es cuestión de reprimir el hecho, de analizarlo, de evadirlo. Está ahí. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué ocurre cuando se comprende realmente esta verdad de que sólo existe el hecho, ‘lo que es’, y no el opuesto inventado? En ello no hay división como el observador y lo observado. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Comprenden mi pregunta?

El hombre ha vivido en conflicto desde tiempos inmemoriales. Si uno mira los grabados en las piedras, o los que aparecen en las cuevas de Francia y en ciertas partes del mundo, verá que siempre ha existido esta batalla entre lo bueno y lo malo el bien contra el mal. Esta ha sido la historia del hombre el conflicto. Nos preguntamos si este conflicto puede terminar. Si termina, entonces el hombre es un ser humano vital, creativo, y tiene en sí algo extraordinario. Cuando existe esta comprensión de que uno es violento, no de que uno está separado y la violencia está separada, sino que uno es eso, ¿qué ocurre? Uno es moreno, tiene ciertas características, tiene preocupaciones, es un profesor o un científico todo eso no está separado de uno mismo. ¿Qué ocurre, pues, cuando este hecho, esta verdad se comprende, no intelectualmente, no de manera verbal, sino bien a fondo, como un hecho, como la verdad que es? ¿Acaso no hemos eliminado completamente el opuesto? Sólo existe esto, y entonces vivimos con ello como si fuera una piedra preciosa que hemos descubierto; la contemplamos, vemos la belleza de esa joya, la luz, los múltiples aspectos que nos revela, a medida que lo observamos, eso que forma parte de nosotros mismos. Por lo tanto, mirar, observar es extraordinariamente importante, de modo tal que no haya división alguna entre el observador y lo observado. Entonces uno se da cuenta de que nada puede hacer al respecto. Uno es moreno, no puede cambiar eso. El hecho es que, cuando existe tal observación, ésta no es la palabra, no es la memoria; es algo totalmente nuevo. Uno se enfrenta a esta nueva reacción que llama violencia, en una forma nueva, diferente. O sea, ¿han observado alguna cosa de esa manera? ¿Han visto la luna, la luna nueva que surge, como si fuera la primera vez en la vida que la ven? ¿Han mirado a la esposa o al marido como si lo hicieran por vez primera? ¿O dicen meramente, “ella es mi esposa, él es mi marido”, sólo como una observación mecánica? El observar requiere mucha energía, mucha vitalidad, una gran investigación a fin de ver lo que realmente es.

La Mente que no Mide, Editorial Edhasa, Barcelona 1985 pags: 27/30.-

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La Raíz Del Conflicto

Publicado el 19 de julio de 2014

Debemos descubrir un modo de observar el contenido total de la conciencia sin el analizador. Es muy entretenido poder investigar esto, porque entonces ustedes han desechado por completo todo cuanto el hombre ha dicho al respecto, y se quedan solos. Cuando uno descubre por si mismo, sin depender de nadie, lo que descubre es auténtico, real, verdadero; no depende de ningún profesor, de ningún psicológo, analista, etcétera.

Si el análisis no es el camino y no lo es en lo que concierne a quien les habla, como ya lo hemos visto, entonces, ¿cómo va uno a examinar, a observar el contenido total de la conciencia? ¿Cuál es el contenido de la conciencia? Por favor, no repitan lo que algún otro haya dicho. ¿Cuál es ese contenido total? ¿Alguna vez lo han mirado, lo han considerado? Si lo hicieron, ¿no consiste dicho contenido en los diversos incidentes registrados, los acontecimientos agradables y desagradables, las diversas creencias y tradiciones, los múltiples recuerdos individuales, la memoria racial y familiar, la cultura en que uno fue educado? todo eso es el contenido, ¿verdad?. Y los acontecimientos de cada día, los recuerdos, los dolores, la infelicidad, los insultos, todo eso se registra. Y ese contenido es su conciencia: usted como católico o como protestante, etc., viviendo en este mundo occidental con su búsqueda de más y más y más, este mundo de los grandes placeres, de las diversiones, de la riqueza, del ruido incesante de la televisión, de la brutalidad; todo eso somos, ése es nuestro contenido.

Ahora vamos a descubrir cómo considerar de un modo total, no analítico, estos diversos fragmentos que constituyen el contenido de la conciencia. Veremos cómo observar sin ninguna clase de análisis. Nosotros acostumbramos a mirarlo todo, el árbol, la nube, la esposa o el esposo, la chica, el joven, como el observador y lo observado. Por favor, concedan un poco de atención a esto. Nosotros hemos observado nuestra ira, nuestra codicia o nuestros celos sea lo que fuere como un observador que mira, digamos, la codicia. El observador es la codicia, pero ustedes han separado al observador porque la mente está condicionada por el proceso analítico; de modo que cuando miran el árbol la nube, la vida toda, lo hacen siempre como un observador ante la cosa observada. ¿Se han dado cuenta de ello? Uno mira a su esposa a través de la imagen que tiene de ella. La imagen es el observador, el pasado; esa imagen se fue formando a lo largo del tiempo. Y el observador es el tiempo, es el pasado, es el conocimiento acumulado de los diversos aconteceres, accidentes, experiencias, etc. Ese observador es el pasado, y él mira la cosa observada como si no formara parte de ella, como si estuviera separado de eso.

¿Pueden ustedes mirar sin el observador? ¿Pueden mirar el árbol sin el pasado actuando como observador? Es decir, cuando existe el observador, hay un espacio, una distancia entre el observador y lo observado, el árbol. Tal espacio es tiempo. Y ese tiempo es la cualidad misma del observador, que es el pasado, la acumulación de conocimientos, el que dice: «Ese es el árbol» o «esa es la imagen de mi esposa».

¿Pueden ustedes mirar, no sólo el árbol, sino a la esposa, al esposo, sin la imagen? Esto, ¿saben?, requiere tremenda disciplina y voy a decirles algo: disciplina implica generalmente ajuste, ejercitación, imitación, oposición entre lo que es y lo que debería ser. Y así, en la disciplina hay conflicto: represión, sometimiento, ejercicio de la voluntad, etcétera; todo eso implica lo que entendemos por disciplina. Pero la palabra disciplina significa aprender, no ajustarse, no reprimir, sino aprender. Y la cualidad de una mente que está aprendiendo es que ella tiene su propio orden, el cual es disciplina. Ahora nosotros estamos aprendiendo a observar sin el observador, sin el pasado, sin la imagen. Cuando ustedes observan de este modo, aquello que observan es algo viviente, no una cosa muerta reconocible por los sucesos y conocimientos del pasado.

Vean, señores, hagámoslo más sencillo. Ustedes me dicen algo que me hiere y el dolor de la herida se registra. El recuerdo de eso continúa y cuando hay un dolor ulterior, éste es registrado nuevamente. Así es como el daño está siendo reforzado desde la niñez. En cambio, si cuando ustedes dicen algo que es doloroso para mí lo observo de modo completo, ello no se registra como una herida. En el momento que uno lo registra como tal, ese registro continúa y entonces uno se siente herido por el resto de sus días, porque está de continuo agrandando aquella herida. Mientras que observar el dolor completamente sin registrarlo, significa que ustedes le conceden total atención en el momento que él se presenta. ¿Hacen ustedes todo esto?

Si ustedes comprenden este solo principio fundamental, habrán comprendido algo inmenso: que donde hay un observador separándose a sí mismo de lo que observa, debe haber conflicto.

Si ustedes realmente ven la belleza de esto, de que el observador es lo observado, de que no hay separación entre ambos, entonces pueden observar la totalidad de la conciencia sin análisis y ver instantáneamente todo su contenido.

El observador es el pensador. Nosotros asignamos una importancia tremenda al pensador, ¿no es cierto? Toda nuestra acción está motivada por el pensamiento; vivimos, planificamos, hacemos cosas, todo por medio del pensamiento. Y el mundo entero le rinde culto al pensamiento como si fuera la cosa más extraordinariamente importante, lo cual es parte del intelecto.

Y el pensamiento se ha separado a sí mismo como pensador. El pensador dice: «Estos pensamientos no son buenos», «éstos son mejores»,«este ideal es mejor que aquel ideal», «esta creencia es mejor que aquélla». Todo es producto del pensamiento, el cual se separa a sí mismo, se fragmenta como el pensador, el experimentador. El pensamiento se ha dividido como el yo superior, en la India lo llaman el atman y el yo inferior. Aquí al yo superior lo llaman el alma, esto o aquello. Pero siempre es la actividad del pensamiento.

Debemos, pues, darnos cuenta de toda la maquinaria del pensar, de su movimiento complicado, sutil. Esto no es realmente muy difícil si uno se dice: «Debo encontrar un modo de vivir que sea por completo diferente, una forma de vida en la que no haya conflicto». Si esta exigencia es real, insistente, apasionada, como es su urgencia de placer, el vivir tanto en lo interno como en lo externo una vida en que no haya ninguna clase de conflicto, entonces verán cómo eso es posible. Porque, tal como lo explicamos, el conflicto existe únicamente cuando hay división entre el ‘yo’ y el ‘no yo’. De modo que si ven esto, pero no de manera verbal o intelectual eso no es ver, sino que realmente se dan cuenta de que no hay división entre el observador y lo observado, entre el pensador y el pensamiento, entonces observan, ven verdaderamente «lo que es». Y cuando ustedes ven verdaderamente «lo que es», entonces están más allá de ello. No se detienen en «lo que es»; se detienen en «lo que es» sólo cuando el observador es diferente de «lo que es». ¿Entienden esto? Así, cuando cesa por completo la división entre el observador y lo observado, «lo que es» ya no es más lo que es. La mente ha ido más allá de eso.

LA RAIZ DEL CONFLICTO, El Despertar de la Inteligencia, Editorial Paidós, Buenos Aires, pags:59/70.-

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