A la luz de Krishnamurti

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EL APEGO

Publicado el 2 de noviembre de 2016

apego-2Comúnmente se habla, en particular en la filosofía oriental, de la necesidad de desapegarse y ello se convierte en un axioma o meta a cumplir, pero: ¿porque tenemos esa necesidad tan vehemente de apegarnos a las cosas y a las personas? ¿El apego está relacionado con el afecto?, ¿el no estar apegado es indiferencia? ¿Podemos amar y no necesitar poseer al objeto amado? Se trata pues de investigar, no de dar respuestas cerradas, de ver crudamente todos los matices de nuestros conductas y no pregonar verdades que solo son bonitas palabras. Veamos pues, como siempre, que nos dice K al respecto:

Categoría Su Legado

El Libro de la Vida

Publicado el 2 de octubre de 2016

El apego es autoengaño

Somos las cosas que poseemos, somos aquello a lo que estamos apegados. El apego carece de nobleza. El apego al conocimiento no es diferente de cualquier otra afición gratificadora El apego es ensimismamiento, ya sea en el nivel más bajo o en el más elevado. El autoengaño es una forma de escapar de la oquedad del «yo». Las cosas a las que estamos apegados: la propiedad, la gente, las ideas, se vuelven sumamente importantes, porque sin las muchas cosas con que llena su vacuidad, el «yo» no existe. El miedo a no ser contribuye a la posesión; y el miedo engendra ilusión, esclavitud a las conclusiones. Las conclusiones, materiales o ideales, impiden que fructifique la inteligencia, la libertad; y sólo en libertad puede tener existencia lo real. Sin esta libertad, la astucia es tomada por inteligencia Las formas que adopta la astucia son siempre complejas y destructivas
Esta astucia autoprotectora es la que contribuye al apego; y cuando el apego causa sufrimiento, es esta misma astucia la que busca el desapego y encuentra placer en el orgullo y la vanidad del renunciamiento. La comprensión de las formas de la astucia de las modalidades del «yo», es el principio de la inteligencia.

9 DE MARZO

El apego es un escape

Trate simplemente de prestar atención a su condicionamiento. Usted sólo puede conocerlo indirectamente, en relación con otra cosa. No puede percibir su condicionamiento como una abstracción, porque entonces eso es meramente verbal, sin mucha significación. Sólo somos conscientes del conflicto. El conflicto existe cuando no hay integración entre el reto y la respuesta. Este conflicto es el resultado de nuestro condicionamiento. El condicionamiento es apego: apego al trabajo, a la tradición, a la propiedad, a las personas, a las ideas, etcétera. Si no hubiera apego, ¿habría condicionamiento? Por supuesto que no. Entonces, ¿por que estamos apegados? Estoy apegado a mi país, porque mediante mi identificación con él llego a ser «alguien». Me identifico con mi trabajo, y el trabajo se vuelve importante. Soy mi familia, mi propiedad; estoy apegado a ellas. El objeto de mi apego me ofrece los medios para escapar de mi propia vacuidad. El apego es un escape, y es un escape que fortalece el condicionamiento.

11 DE MARZO

El anhelo es siempre anhelo

Para evitar el sufrimiento cultivamos el anhelo. Estando prevenidos de que el apego tarde o temprano acarrea dolor, queremos desapegarnos. El apego es satisfactorio, pero al percibir el dolor que lleva en sí, queremos satisfacernos de otra manera, por medio del desapego. El desapego es lo mismo que el apego en tanto depare satisfacción. Lo que realmente buscamos, pues, es satisfacción; anhelamos estar satisfechos por cualquier medio que sea.
Dependemos o nos apagamos porque ello nos brinda placer, seguridad, poder, una sensación de bienestar, aunque involucre dolor y miedo. Buscamos el desapego también por placer, a fin de no ser lastimados, heridos internamente. Nuestra búsqueda es de placer, gratificación. Sin condenar ni justificar, debemos tratar de comprender este proceso, porque a menos que lo comprendamos, no hay salida para nuestra confusión y nuestras contradicciones. ¿Puede nuestro anhelo satisfacerse alguna vez o es un abismo sin fondo? Ya sea que anhelemos lo bajo o lo alto, el anhelo es siempre anhelo, una llama ardiente, y lo que puede ser consumido por ella, pronto se convierte en cenizas; pero el anhelo de satisfacción permanece ahí, ardiendo siempre, consumiendo siempre; no termina jamás. El apego y el desapego atan por igual, y ambos deben ser transcendidos.

13 DE MARZO

Una intensidad libre de todo apego

En el estado de pasión sin causa, hay una intensidad libre de todo apego; pero cuando la pasión tiene una causa, hay apego, y el apego da comienzo al dolor. Casi todos estamos apegados; nos apagamos a una persona, a un país, a una creencia a una idea, y cuando nos quitan el objeto de nuestro anhelo o de algún modo éste pierde su importancia, nos sentimos vacíos, insuficientes. Tratamos de llenar esta vacuidad aterrándonos a algo distinto, a algo que de nuevo se convierte en el objeto de nuestra pasión.

14 DE MARZO

Krishnamurti, Jiddu: El libro de la Vida, meditaciones diarias con Krishnamurti, Editorial Edaf. S.A, Madrid 1996.-

 

Categoría Su Legado

La llama de la atención

Publicado el 12 de septiembre de 2016

¿Qué es vivir? ¿Qué es el vivir, el cual es nuestra conciencia? La conciencia está compuesta por su contenido; y el contenido no es diferente de la conciencia. La conciencia es las cosas que uno cree, sus supersticiones, sus ambiciones, la codicia, el afán de competir, los apegos, el sufrimiento, la hondura de la soledad, los dioses, los rituales ‑todo eso es la conciencia de uno, la cual es uno mismo. Pero esa conciencia no es propiedad exclusiva de nadie, es la conciencia de la humanidad; uno es el mundo y el mundo es uno mismo. Uno es su conciencia con su contenido. Ese contenido es el suelo sobre el que está parada toda la humanidad. Por lo tanto, psicológicamente, internamente, uno no es un individuo. En lo externo puede tener una forma diferente de la que tiene otro, puede ser amarillo, moreno, negro, alto o bajo, hombre o mujer, pero en lo interno, en lo profundo somos todos semejantes ‑quizá con algunas variaciones, pero la semejanza es como un hilo que mantiene juntas las perlas.

Tenemos que comprender qué es el vivir, y entonces podremos preguntarnos qué es el morir. Lo que hay antes de la muerte es más importante que lo que ocurre después de la muerte. Antes del fin, mucho antes del último instante, ¿qué es el vivir? ¿Es esto el vivir, este afán y conflicto sin relación alguna con otros? A este sentimiento de honda soledad interna es a lo que llamamos vivir. Para escapar de esto que llaman vivir, se largan ustedes a las iglesias, a los templos, rezan y adoran, todo lo cual carece por completo de sentido. Si poseen dinero se complacen en despilfarrarlo ‑el despilfarro de los casamientos que se realizan en este país. Ya conocen ustedes todos los ardides que emplean para escapar de la propia conciencia, del propio estado mental. Y esto es lo que llamamos vivir. Y la muerte es el final. El final de todo lo que conocen. El final de todos los apegos, de todo el dinero que han acumulado y que no pueden llevarse consigo; por lo tanto, tienen miedo. El miedo forma parte de sus vidas. Y así, cualquier cosa que ustedes sean, por ricos o pobres que puedan ser, por elevada que sea la posición que ocupen, por grande que sea el poder que tengan, o la clase de político que sean ‑desde el más alto al más bajo estafador en la política‑ existe el final llamado muerte.

Y, ¿qué es lo que muere? El ‘yo’ con todas las acumulaciones que ha reunido en esta vida, todo el dolor, la soledad, la desesperación, las lágrimas, las risas, el sufrimiento ‑ése es el ‘yo’ con todas sus palabras; el ‘yo’ es la suma de todo ello. Puedo pretender que tengo en ‘mí’ algún espíritu más elevado, el atman, el alma, algo eterno, pero todo eso lo produce el pensamiento; y el pensamiento no es sagrado. Ésta es, entonces, nuestra vida: el ‘yo’ al que uno se aferra, al que se halla apegado. Y al final de ello está la muerte.

Existe el miedo a lo conocido y el miedo a lo desconocido. Lo conocido es nuestra vida, y tenemos miedo de esa vida; y lo desconocido es la muerte, a la que también tememos. ¿Alguna vez han visto a un hombre o a una mujer asustados de la muerte? ¿Alguna vez los han visto de cerca? La muerte es la negación total del pasado, presente y futuro que constituyen el ‘yo’. Y estando atemorizados de la muerte, piensan que hay otras vidas para vivirse. Probablemente, la mayoría de ustedes cree en la reencarnación. Es una feliz, bonita y consoladora proyección inventada por personas que no han comprendido qué es el vivir. Ellas ven que el vivir es dolor, conflicto constante, desdicha interminable en la que ocasionalmente brilla una sonrisa, un destello de risa y alegría; y dicen: “Volveremos a vivir en una próxima vida; después de la muerte me encontraré con mi esposa (o mi marido o mi hijo o mi dios)”. Sin embargo, no hemos comprendido lo que somos y a qué estamos apegados. ¿A qué nos apegamos? ¿Al dinero? Si uno está apegado al dinero, eso es uno, uno es el dinero. Como el hombre que está apegado al moblaje antiguo, a los bellos muebles del siglo XIV, muy pulidos y de gran valor ‑está apegado a eso y, por lo tanto, él es el moblaje. ¿A qué están ustedes apegados entonces? ¿Al cuerpo? Si estuvieran realmente apegados al cuerpo, cuidarían ese cuerpo, comerían adecuadamente, lo ejercitarían como es debido, etc., pero no lo hacen. Sólo están apegados a la idea que tienen del cuerpo ‑la idea, pero no el instrumento real. Si estamos apegados a nuestra esposa, es a causa de los recuerdos que tenemos de ella. Al estar apegados, ella nos ayuda y consuela en esto y en aquello ‑con todas las trivialidades involucradas en el apego‑ y llega la muerte, y con la muerte la separación.

De modo que uno ha de investigar muy estrecha y profundamente, el propio apego. La muerte no permite que uno posea nada cuando muere. Nuestro cuerpo es cremado o sepultado y, ¿qué es lo que uno deja? Deja al hijo por quien uno ha acumulado un montón de dinero que, de cualquier modo, él malgastará. Heredará nuestra propiedad, pagará los impuestos y pasará por todas las terribles ansiedades de la existencia, exactamente como uno lo ha hecho. ¿Es a eso a lo que estamos apegados? ¿O uno está apegado al conocimiento que ha adquirido como un gran escritor, pintor o poeta? ¿O se apega uno a las palabras, porque las palabras juegan un papel tremendo en nuestra vida? Solamente palabras. Jamás miramos detrás de las palabras. Jamás vemos que la palabra no es la cosa, que el símbolo nunca es la realidad.

¿Puede el cerebro, la conciencia humana liberarse de este miedo a la muerte? Como uno es el amo del tiempo psicológico, ¿puede uno vivir con la muerte ‑sin separar a la muerte como algo que debe evitarse, posponerse, apartarse lo más lejos posible? La muerte forma parte de la vida. ¿Puede uno vivir con la muerte y comprender el significado de la terminación? Eso implica comprender el significado de la negación; terminar con nuestros apegos, terminar con nuestras creencias a través de la negación. Cuando uno niega algo, cuando termina con ello, hay algo totalmente nuevo. ¿Puede uno, entonces, mientras está viviendo, negar el apego completamente? Eso es vivir con la muerte. La muerte significa el final. De ese modo hay encarnación, hay algo nuevo que ocurre. Terminar con algo es extraordinariamente importante en la vida ‑comprender la profundidad y belleza que hay en el negar algo que no es la verdad. Negar, por ejemplo, nuestro lenguaje ambiguo. Si uno va al templo, negar el templo, de modo que el cerebro tenga esta condición de integridad.

La muerte es un final, y tiene extraordinaria importancia en la vida. No el suicidio, no la eutanasia, sino el final de los propios apegos, de la propia soberbia, del antagonismo o el odio que experimentamos por otro. Cuando uno mira holísticamente la vida ‑o sea, el morir, el vivir, la agonía, la desesperación, la soledad y el sufrimiento‑ ve que todo ello es un movimiento único. Cuando vemos holísticamente, hay total libertad en relación con la muerte ‑no es que el cuerpo físico no vaya a destruirse. Hay un sentido de terminación y, por lo tanto, no hay continuidad ‑uno se libera del temor a no poder continuar.

Cuando un ser humano comprende el pleno significado de la muerte, hay vitalidad, existe la plenitud que se halla tras esa comprensión; un ser así está fuera de la conciencia humana. Cuando ustedes comprenden que la vida y la muerte son una sola cosa ‑lo son cuando uno comienza a morir mientras vive‑ entonces están viviendo codo a codo con la muerte, y ésa es la cosa más extraordinaria que uno puede hacer; no existen ni el pasado ni el presente ni el futuro; sólo existe este constante terminar.

6 de febrero de 1982

La llama de la atención, Edit. Edhasa, Cap. 5, Barcelona, 1985.-

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