Interlocutor: No sé muy bien cómo formular esta pregunta, pero siento fuertemente que la relación entre el individuo y la comunidad, esas dos entidades opuestas, ha dado lugar a una larga historia de males y perjuicios. La historia del mundo, del pensamiento, de la civilización es, después de todo, la historia de la relación entre esas dos entidades opuestas. En todas las sociedades el individuo está más o menos reprimido, debe conformarse y ajustarse a un patrón determinado por los teóricos. El individuo está tratando siempre de salir de esos patrones, y el resultado es una lucha continua entre los dos. Las religiones hablan del alma individual como de algo separado del alma colectiva. Ellas enfatizan lo individual. En la sociedad moderna –que se ha vuelto mecánica, uniformada y colectivamente activa– el individuo trata de identificarse, preguntando lo que él es, o haciéndose valer. Toda esa lucha no lleva a ningún sitio. Mi pregunta es: ¿Qué está mal en todo esto?
KRISHNAMURTI: Lo único que realmente importa es que haya en la vida acción de bondad, amor e inteligencia. ¿Es la bondad, individual o colectiva; es el amor, personal o impersonal; es la inteligencia, suya, mía o de alguien más? Si es suya o mía entonces no es inteligencia, ni amor, ni bondad. Si la bondad es asunto del individuo o de la colectividad, de acuerdo con la preferencia o decisión de uno en particular, entonces deja de ser bondad. La bondad no está en el patio del individuo ni en el campo abierto de lo colectivo; la bondad florece únicamente cuando se está libre de ambos. Cuando existe esta bondad, amor e inteligencia, la acción no consiste entonces en lo individual o en lo colectivo. Como carecemos de bondad, dividimos el mundo entre lo individual y lo colectivo, y además dividimos lo colectivo en innumerables grupos de acuerdo con la religión, la nacionalidad y las clases. Habiendo creado esas divisiones, tratamos de salvar la distancia entre ellas formando nuevas agrupaciones, las cuales también extraemos dividiendo otros grupos. Vemos que toda gran religión existe para conseguir, supuestamente, la hermandad del hombre, cuando en realidad, lo impide. Siempre tratamos de reformar aquello que ya está corrupto. No eliminamos fundamente la corrupción, sino que sólo la reordenamos.
INTERLOCUTOR: ¿Quiere usted decir que no tenemos que desperdiciar tiempo en esas interminables negociaciones entre el individuo y la colectividad, o tratando de probar que son diferentes o que son similares? ¿Dice que únicamente la bondad, el amor y la inteligencia son la cuestión planteada, y que los mismos están más allá de lo individual y de lo colectivo?
KRISHNAMURTI: Sí.
INTERLOCUTOR: De manera que la verdadera cuestión parece ser cómo el amor, la bondad y la inteligencia pueden actuar en la vida diaria.
KRISHNAMURTI: Si estos actúan entonces resulta académica la pregunta sobre lo individual y lo colectivo.
INTERLOCUTOR: ¿Cómo deben ellos actuar?
KRISHNAMURTI: Pueden actuar únicamente en la relación: toda existencia se da en la relación. Por lo tanto, la primera cosa es estar consciente de la relación de uno con todas las cosas y todas las personas, y ver cómo el “yo” nace y actúa en esa relación. Este “yo” es la acción de la mente y el corazón humano; es el “yo” lo que es tanto lo colectivo como lo individual; es el “yo” lo que separa; es el “yo” lo que actúa colectiva e individualmente, el “yo” que crea el cielo y el infierno. Estar consciente de esto es comprenderlo. Y el comprenderlo es la terminación de ello. La terminación de ello es la bondad, el amor y la inteligencia.
(Fundación K. Latinoamericana), Puerto Rico, Orion, Impreso en España, pág. 191 a 193