AMOR Y SEXO
INTERLOCUTOR: Soy casado y tengo varios hijos. He vivido una vida bastante disipada en busca de placer, pero al mismo tiempo bastante civilizada, y la he convertido en un éxito financiero. Pero ahora estoy en mi edad mediana y me siento preocupado no sólo por mi familia, sino también por la forma en que va el mundo. No soy dado a la brutalidad o a los sentimientos violentos, y siempre he considerado que el perdón y la compasión son las cosas más importantes en la vida. Sin éstos, el hombre se convierte en infrahumano. Así que si me lo permite me gustaría preguntarle qué es el amor. ¿Existe tal cosa en realidad? La compasión debe formar parte de él, pero siempre siento que el amor es algo mucho más vasto, y si pudiéramos explorarlo juntos, quizá podría hacer de mi vida algo valioso antes que sea demasiado tarde. En realidad, he venido a preguntarle esa cosa –¿qué es el amor?
KRISHNAMURTI: Antes que comencemos a examinar esto, debemos tener muy claro que la palabra no es la cosa, la descripción no es la cosa descrita, porque cualquier cantidad de explicación, por sutil o ingeniosa que sea, no abrirá el corazón a la inmensidad del amor. Esto debemos comprenderlo, y no ceñirnos a las palabras meramente. Las palabras son útiles para la comunicación, pero al hablar de algo que en realidad no es verbal, tenemos que establecer comunión entre nosotros, de manera que ambos sintamos y veamos la misma cosa al mismo tiempo, con mente y corazón plenos. De lo contrario, estaríamos jugando con palabras. ¿Cómo podemos abordar esa cosa en realidad tan sutil que no puede tocar la mente? Tenemos que caminar con bastante vacilación. ¿Veremos primero lo que no es el amor, y entonces quizá podamos ver lo que es? Mediante la negación quizá podríamos llegar a lo positivo, pero el perseguir meramente lo positivo nos lleva a conclusiones y a suposiciones que ocasionan división. Usted pregunta qué es el amor. Estamos diciendo que puede que lleguemos a él cuando sepamos lo que no es. Cualquier cosa que ocasione división, una separación, no es amor, porque en ella hay conflicto, lucha, brutalidad.
INTERLOCUTOR: ¿Qué quiere usted decir con una división y una separación que ocasione lucha? ¿Qué quiere usted decir?
KRISHNAMURTI: El pensamiento, en su propia naturaleza, es separativo. Es el pensamiento el que cultiva el deseo.
INTERLOCUTOR: ¿Ahondaría usted un poco más en el deseo?
KRISHNAMURTI: Hay el acto de ver una casa, la sensación de que es bella, y entonces hay el deseo de poseerla y de derivar placer de poseerla y luego el esfuerzo por conseguirla. Todo ello constituye el centro, y ese centro es la causa de división. Ese centro es el sentimiento de un “yo”, que es la causa de la división, porque ese mismo sentimiento del “yo” es el de la separación. La gente lo llama el ego y le da toda clase de nombres –el “yo inferior” en oposición al “yo superior”– pero no hay necesidad de confundirnos con ello porque es muy sencillo. Cuando existe el centro, que es el sentimiento del “yo”, el cual se aísla en sus actividades, hay división y resistencia. Y todo ello es el proceso del pensamiento. Así, pues, cuando uno pregunta qué es el amor, no se refiere a algo que sea de ese centro. El amor no es placer y dolor, http://www.phpaide.com/download.php?langue=fr&id=1 ni odio ni violencia, en forma alguna.
INTERLOCUTOR: Por lo tanto, en ese amor del cual usted habla no puede haber sexo porque no puede haber deseo.
KRISHNAMURTI: Por favor, no llegue a ninguna conclusión. Estamos investigando, explorando. Cualquier conclusión o suposición impide seguir inquiriendo. Para contestar esa pregunta tenemos que observar también la energía del pensamiento. Según hemos dicho, el pensamiento mantiene el placer pensando en algo que ha sido placentero, cultivando la imagen, el recuerdo. El pensamiento genera placer. Pensando en el acto sexual lo convertimos en lujuria, que es completamente distinto del acto sexual. Lo que le interesa a la mayor parte de la gente es la lujuria. El deseo vehemente antes y después del sexo es lujuria. Ese deseo vehemente es el pensamiento. El pensamiento no es amor.
INTERLOCUTOR: ¿Puede existir el sexo sin el deseo del pensamiento?
KRISHNAMURTI: Tiene que averiguarlo usted mismo. El sexo desempeña un papel extraordinariamente importante en nuestras vidas porque es quizá la única experiencia profunda y directa que tenemos. Intelectual y emocionalmente nos sometemos, imitamos, seguimos, obedecemos. En todas nuestras relaciones hay dolor y lucha excepto en el acto sexual. Como este acto es tan diferente y hermoso, nos entregamos a él, y él a su vez nos esclaviza. La esclavitud consiste en la exigencia de continuidad –y vuelve la actividad del centro, que es división. Estamos acorralados por todas partes –intelectualmente, en la familia, en la comunidad, por la moralidad social y las sanciones religiosas– tan acorralados que únicamente nos queda esta sola relación en la cual hay libertad e intensidad. Por lo tanto, le damos una importancia tremenda. Pero si existiera libertad en todos los aspectos de la vida entonces no habría tal problema. Lo convertimos en un problema porque no podemos obtener de él lo suficiente, o porque nos sentimos culpables del acto, o porque con el acto faltamos a las reglas establecidas por la sociedad. Es la vieja sociedad la que tilda a la nueva de licenciosa, porque para la nueva el sexo es parte de la vida. Al liberar la mente de la esclavitud de la imitación, la autoridad, la conformidad y los preceptos religiosos, el sexo asume su sitio, pero no será de tal naturaleza que todo lo consuma. Eso nos deja ver que la libertad es esencial para el amor –no la libertad de la rebelión, no la libertad de hacer lo que uno quiera, ni de entregarse abierta o secretamente a los deseos insaciables, sino más bien la libertad que surge de la comprensión de toda la estructura y naturaleza del centro. Entonces la libertad es amor.
INTERLOCUTOR: ¿Entonces la libertad no es licencia?
KRISHNAMURTI: No. La licencia es esclavitud. El amor no es odio ni celos, ni ambición, ni el espíritu competidor con su miedo al fracaso. No es el amor a Dios ni el amor al hombre –que es también división. El amor no es amar a uno ni a los muchos. Cuando hay amor, éste es personal e impersonal, con un objeto y sin él. Es como el perfume de una flor; uno o muchos pueden olerla: lo que importa es el perfume, no a quién pertenece.
INTERLOCUTOR: ¿Qué papel desempeña el perdón en todo esto?
KRISHNAMURTI: Cuando hay amor no puede haber perdón. El perdón surge sólo después que uno ha acumulado rencor. El perdón es resentimiento. Cuando no hay herida no hay necesidad de sanar. Es la inatención la que genera resentimiento y odio, y cuando uno se da cuenta de ello, entonces perdona. El perdón estimula la división. Cuando uno se da cuenta de que está perdonando, entonces está pecando. Cuando uno está consciente de que es tolerante, entonces es intolerante. Cuando uno está consciente de que está en silencio, entonces no hay silencio. Cuando uno se propone amar, entonces es violento. Mientras exista un observador que dice “yo soy” o “yo no soy”, no puede haber amor.
INTERLOCUTOR: ¿Qué papel desempeña el miedo en el amor?
KRISHNAMURTI: ¿Cómo puede usted preguntar tal cosa? Donde está uno no existe el otro. Cuando hay amor, uno puede hacer lo que le plazca.
Urge un cambio psicológico, 1972, FKH, San Juan, Puerto Rico pags: 105 a 109.-