En el sufrimiento hay mucha autocompasión, preocupación por la propia soledad y vacío. Cuando uno se da cuenta de ese vacío o soledad, surge la autocompasión, a la que llamamos sufrimiento. De manera que mientras ese pesar consciente o inconsciente exista dentro de la mente, no habrá calma ni quietud mentales. La quietud de la mente sobreviene cuando hay belleza y amor. Usted no puede separar la belleza del amor. La belleza no es un ornamento, ni tener buen gusto, no yace en el perfil de los cerros, ni en la arquitectura. Hay belleza cuando se sabe lo que es el amor, y cuando no hay inteligencia, austeridad y orden usted no tiene ninguna posibilidad de saber lo que es el amor. Nadie se lo puede dar, ningún santo, dios o mahatma, ¡nadie! Ninguna autoridad en el mundo puede dárselo. Usted como ser humano tiene que comprender toda esta estructura y la naturaleza de su vida diaria, lo que hace, lo que piensa, cuáles son sus motivos, cómo se comporta, cómo está atrapado en sus propias conclusiones, en su propio condicionamiento. Ahí es donde debe empezar, en el vivir de cada día, y si no puede cambiar eso de manera total y completa, si no puede producir una mutación total en sí mismo, entonces nunca conocerá esa mente silenciosa Y sólo la mente silenciosa puede descubrir, sólo la mente silenciosa sabe lo que es la verdad. Porque esa mente silenciosa no tiene imaginación, no proyecta sus deseos, es una mente silenciosa. Únicamente entonces existe esa dicha de algo que no puede ser descrito con palabras.
En la quietud los problemas se resuelven: el vaso tiene utilidad cuando está vacio
INTERLOCUTOR: Usted está recomendando que eliminemos las influencias acumuladas dentro de nosotros ¿por qué recomienda esto? ¿Para qué sirve?
KRISHNAMURTI: No estoy recomendando nada. Pero, si se fija, el vaso sólo es útil cuando está vacío. En la mayoría de nosotros, la mente está ofuscada, atiborrada con cantidad de cosas, de experiencias agradables o desagradables, de conocimiento, pautas o fórmulas de conducta, etc. Nunca está vacía. Y la creación sólo puede suceder en la mente que está completamente vacía… No sé si usted ha observado alguna vez lo que sucede cuando tiene un problema, ya sea matemático o psicológico. Usted piensa mucho en él, se obsesiona como un perro royendo un hueso, pero no es capaz de encontrar la respuesta. Luego lo deja en paz, se aleja de él, sale a dar un paseo, y de pronto, de ese vacío viene la respuesta. Ahora bien, ¿cómo sucede esto? Su mente ha estado muy ocupada dándole vueltas al problema dentro de sus limitaciones, pero no ha encontrado la respuesta, por lo que usted ha dejado el problema de lado. Entonces su mente se ha vuelto un tanto silenciosa, calmada, vacía, y en esa quietud, en ese vacío,
el problema se resuelve. Similarmente, cuando uno muere cada minuto a las influencias acumuladas en el interior, a los compromisos, memorias, agonías y secretos internos, en ese momento hay un vacío en el que únicamente puede tener lugar algo nuevo.
La mente silenciosa
Sólo una mente muy silenciosa, no una mente disciplinada, ha comprendido y, por lo tanto, es libre. Sólo esa mente silenciosa puede saber lo que es la creación. Porque la palabra Dios ha sido corrompida.
Pero para encontrar ese algo que está más allá del tiempo, usted debe poseer una mente muy silenciosa. Y esa mente silenciosa no es una mente muerta, sino que es tremendamente activa; todo lo que se mueve a la más alta velocidad y esta activo siempre es silencioso. Sólo la mente torpe se preocupa por eso, se siente ansiosa y asustada. Una mente semejante no puede estar jamás en silencio. Sólo la mente que está en silencio es una mente religiosa, y sólo la mente religiosa puede descubrir o encontrarse en ese estado de creación. Sólo esa mente puede generar paz en el mundo, y esa paz es su responsabilidad, la responsabilidad de cada uno de nosotros, no del político, del soldado, del abogado, del hombre de negocios, del comunista, del socialista, de nadie. Es responsabilidad de usted, cómo vive, cómo vive su vida diaria. Si quiere que haya paz en el mundo, usted debe vivir pacíficamente, no odiándose unos a otros, no siendo envidiosos, no buscando el poder, no siguiendo la vía de la competitividad. Porque cuando uno se desprende de todo eso, de esa libertad emerge el amor. Sólo una mente que es capaz de amar sabrá lo que es vivir pacíficamente.
Krishnamurti, Jiddu: ¿Qué estás haciendo con tu vida? Editorial Océano, S. L. 2003 pag.223 a 226.-
El Maestro Krishnamurti ha dejado a un lado el velo de ofuscación dando una respuesta muy directa. Gracias.