Interlocutor: ¿A qué se refiere cuando habla de conciencia? Con frecuencia ha dicho que la conciencia es de lo que realmente tratan sus enseñanzas. Traté de entenderlo, escuchando sus conferencias, leyendo sus libros, pero no voy muy lejos. Sé que no es una práctica, y comprendo por qué repudia tan enfáticamente toda clase de prácticas, ejercicios, sistemas, disciplinas o rutinas. Veo la importancia de esto, porque de otra forma se convierte en algo mecánico, y al final la mente se entorpece y se estupidiza. Me gustaría explorar con usted hasta sus últimas consecuencias esta pregunta. Usted parece dar un significado adicional y más profundo a la palabra conciencia, y sin embargo me parece que somos conscientes de lo que sucede todo el tiempo. Cuando estoy enojado lo sé, cuando estoy triste lo sé, y también sé cuando estoy feliz
Krishnamurti: Me pregunto si realmente somos conscientes del enojo, la tristeza y la felicidad. ¿O más bien somos conscientes de estas cosas únicamente cuando ya han pasado? Empecemos como si no supiéramos nada acerca de todo esto, centrémonos desde un principio. No hagamos ninguna aseveración, dogmática o sutil, sólo exploremos esta pregunta: si realmente va uno hasta la profundidad, revelará un estado extraordinario que la mente probablemente nunca toco, una dimensión nunca tocada por la conciencia superficial. Comencemos a partir de lo superficial y trabajemos a partir de ese punto.
Vemos con nuestros ojos, percibimos con nuestros sentidos las cosas que nos rodean, el color de la flor, la luz de ese sol de California, los miles de sonidos de distintas cualidades y sutilezas, la profundidad y la altura, la sombra del árbol y el árbol mismo. Sentimos en la misma forma nuestros propios cuerpos, que son los instrumentos de estas distintas clases de percepciones superficiales y sensoriales. Si estas percepciones se quedaran a nivel superficial, no habría ninguna confusión. Esa flor, ese pensamiento, esa rosa, están ahí, y eso es todo. No hay preferencia, ni ninguna comparación, no hay nada que guste o disguste, sólo la cosa que tenemos ante nosotros sin que nos involucremos psicológicamente. ¿Queda clara esta percepción sensorial superficial o conciencia? Puede expandirse a las estrellas, a la profundidad de los océanos y a las últimas fronteras de la observación científica, utilizando todos los instrumentos de la tecnología moderna.
I: Sí, creo que comprendo eso.
K: Entonces, puede ver que la rosa y el universo y las personas que están ahí, su propia vida –si tiene una-, las estrellas, los océanos, las montañas, los microbios, los átomos, neutrones, esta habitación, la puerta, realmente están ahí. Ahora, el siguiente paso, lo que pensamos de estas cosas, o lo que sentimos respecto a ellas, es nuestra respuesta psicológica. A esto lo llamamos pensamiento o emoción. Así, la conciencia superficial es un asunto sumamente simple. La puerta está ahí, pero la descripción de la puerta no es la puerta, y cuando nos involucramos emocionalmente en la descripción, ya no vemos la puerta. Esta descripción puede ser una palabra, un tratado científico o una intensa respuesta emocional. Nada de esto es la puerta en sí. Esto es muy importante para comprender desde un principio. Si no comprendemos esto, nos confundiremos más y más. La descripción nunca es lo descrito. Aunque describimos algo, incluso ahora, y debemos hacerlo, la cosa que describimos no es nuestra descripción de ella. Entonces, le suplico tenga esto en mente a través de nuestra conversación. Nunca confunda la palabra con la cosa que describe. La palabra es lo real, y nos dejamos llevar fácilmente cuando transitamos al siguiente paso de la conciencia, cuando se convierte en algo personal y experimentamos emociones a través de la palabra.
Así existe la conciencia superficial del árbol, el pájaro, la puerta y hay una respuesta a esto, que es pensamiento, sensación, emoción. Ahora que somos conscientes de esta respuesta, la podemos llamar segundo nivel de conciencia. Existe la conciencia de la rosa y la conciencia de la respuesta a la rosa. Con frecuencia no somos conscientes de esta respuesta a la rosa. En realidad es la misma conciencia la que ve la rosa y la que ve la respuesta. Es un movimiento y es erróneo hablar de la conciencia interna y externa. Cuando hay una conciencia visual del árbol sin involucrarnos psicológicamente, no hay división en la relación. Pero cuando hay una respuesta psicológica al árbol, esta respuesta es condicionada, es la respuesta de la memoria anterior, de experiencias pasadas, y esta respuesta es una división en la relación. Esta respuesta es el nacimiento de lo que llamamos el “yo” en la relación y el “no yo”. Así es como nos colocamos con relación al mundo. Esto es como se crean el individuo y la comunidad. El mundo es visto no como es, sino en sus varias relaciones con el yo de la memoria. Esta división es la vida y el florecimiento de todo lo que llamamos nuestro ser psicológico, y a partir de esto surge toda contradicción y división. ¿Está usted segura de que percibe esto? Cuando hay conciencia del árbol no hay evaluación. Pero cuando hay respuesta al árbol, entonces el árbol es juzgado como lo similar y lo disímbolo, y entonces ocurre una división en esta conciencia como el yo y el no yo, que es distinto de la cosa observada. Este yo es la respuesta, en la relación, de recuerdos pasados, experiencias pasadas. Ahora, ¿puede haber una conciencia, una observación del árbol, sin ningún juicio, y puede haber una observación de la respuesta, las reacciones, sin ningún juicio? De esta forma erradicamos el principio de la división, el principio del yo y del no yo, tanto al ver el árbol como al vernos a nosotros mismos.
I: Trato de seguirlo. Veamos si me quedo claro. Existe una conciencia del árbol cosa que yo comprendo. Existe una respuesta psicológica al árbol, y también entiendo eso. La respuesta psicológica está hecha de memorias y experiencias del pasado, es lo similar y lo distinto, es la división entre el árbol y yo. Sí, creo que entiendo todo eso.
K: ¿Es tan claro como el árbol mismo, o es simplemente la claridad de la descripción? Recuerde, como ya dijimos anteriormente, lo descrito no es igual a la descripción. ¿Qué tiene ahora, la cosa o su descripción?
I: Creo que es la cosa.
K: Por consiguiente, no hay yo, que es la descripción al ver el hecho. Al ver cualquier hecho, no existe el yo. Existe el yo del ver; no pueden existir ambos. “El yo no ve. El yo no puede ver, no puede ser consciente.
I: ¿Podemos detenernos aquí? Creo que tengo la sensación, pero debo permitir que esto se sumerja en mí ¿Puedo volver mañana?
[al día siguiente]
I: Creo que realmente entendí, de forma no verbal, lo que usted dijo ayer. Existe la conciencia del árbol, existe la respuesta condicionada al árbol, y esta respuesta condicionada es conflicto, es la acción de la memoria y de las experiencias pasadas, es lo similar y lo distinto, es prejuicio. También comprendo que esta respuesta del prejuicio es lo que engendra lo que llamamos el yo o el sensor. Veo claramente que el yo existe en toda relación. ¿Existe un yo fuera de las relaciones?
K: Hemos visto lo muy condicionadas que están nuestras reacciones. Cuando usted pregunta si hay un yo fuera de la relación, se convierte en una pregunta especulativa en tanto que no hay libertad desde estas respuestas condicionadas. ¿Se da cuenta? Así, nuestra primera pregunta no es si existe un yo o no fuera de las respuestas condicionadas, sino más bien, si la mente, en la que se incluyen todos nuestros sentimientos, puede estar libre de este condicionamiento, que es el pasado. El pasado es el yo. No existe yo en el presente. Tan pronto como la mente opera en el pasado interviene el yo y la mente es este pasado, la mente es este yo.
Usted no puede decir que existe la mente y que existe el pasado, trátese del pasado de hace unos días, o de hace 10.000 años. Así, preguntamos: ¿puede la mente librarse del ayer? Hay varias cosas involucradas, ¿o no? En primer lugar, existe la conciencia superficial. Luego la conciencia de la respuesta condicionada. Luego el notar que la mente es el pasado, la mente es esta respuesta condicionada. Entonces viene la pregunta de si la mente puede liberarse del pasado. Y todo esto es una acción unitaria de la conciencia, porque en esto no hay conclusiones- Cuando decimos que la mente es el pasado, saber esto no es una conclusión verbal, sino una percepción real de un hecho. En francés y en español existe una palabra para la percepción de un hecho de este tipo. “Constatación”. Cuando preguntamos si la mente puede liberarse del pasado, ¿esta pregunta es formulada por el sensor, el yo, que es este mismo pasado?
I: ¿Puede la mente liberarse del pasado?
K: ¿Quién formula esta pregunta? ¿Es la entidad que es resultado de muchos conflictos, recuerdos y experiencias quien lo pregunta, o esta pregunta surge por sí misma, a partir de la percepción del hecho? Si es el observador quién formula la pregunta, entonces trata de escaparse del hecho de sí mismo, porque, según él, “viví tanto tiempo en el dolor, en los problemas, en las penas, que me gustaría ir más allá de esta lucha constante”. Si formula pregunta a partir de este motivo, su respuesta será refugiarse en algún escape. Ya sea que nos escapemos de un hecho o lo enfrentemos. Además la palabra y el símbolo son una forma de escapar del hecho. Así, el sólo hecho de formular esta pregunta es ya en sí un acto de escape. Seamos conscientes, de si esta pregunta es o no es un acto de escape. Si lo es, entonces es ruido. Si no hay observador, entonces hay silencio, una negación total del pasado.
I: Aquí me siento perdida. ¿Cómo puedo borrar el pasado en unos cuantos segundos?
K: Tengamos en mente que discutimos la conciencia. Aquí hablamos juntos sobre esta cuestión de la conciencia.
Está el árbol y la conciencia condicionada del árbol, que es el yo en la relación, el yo que es el mismo centro del conflicto. ¿Es este yo quién formula la pregunta?, ¿este yo quien, como ya hemos dicho, es la misma estructura del pasado? Si la pregunta no se plantea desde la estructura del pasado, si la pregunta no es hecha por el yo, entonces el pasado no tiene estructura. Cuando la estructura formula la pregunta, opta en relación con el hecho de sí mismo, se aferra a sí misma y actúa para escapar de sí misma. Cuando esta estructura no formula la pregunta, no actúa en relación consigo misma. Para recapitular: existe el árbol, existe la palabra, la respuesta al árbol, que es el sensor o el yo que proviene del pasado; y luego viene la pregunta: ¿puedo escapar de todo este desorden y agonía? Si es el yo quién formula esta pregunta, se perpetúa a sí mismo.
Ahora, siendo consciente de esto, ¡no formula la pregunta! Al ser consciente y ver todas sus implicaciones, la pregunta no puede formularse, porque se puede ver la trampa. ¿Ahora puede entender que toda esta conciencia es superficial? Es lo mismo que la conciencia que ve al árbol.
I: ¿Existe otra clase de conciencia? ¿Existe otra dimensión para la conciencia?
K.: Debemos ser nuevamente cuidadosos, seamos muy claros de que no formulamos esta pregunta con algún motivo. Si existe un motivo, vamos de vuelta a la trampa de la respuesta condicional. Cuando el observador está totalmente en silencio, y no silenciado, seguramente hay una cualidad distinta de conciencia que cobra vida.
I: ¿Qué acción podría existir en cualquier circunstancia sin el observador, qué pregunta, o qué acción?
K: Nuevamente: ¿hace usted esa pregunta desde este lado del río, o es desde la otra ribera? Si estuviera usted en la otra ribera, no haría esta pregunta. Si está en esa ribera, su acción provendría desde esa ribera. Así, hay una conciencia de esta ribera, con toda su estructura, naturaleza y sus trampas, y tratar de escapar de la trampa es caer en una nueva! Y que mortal monotonía existe en todo eso! La conciencia nos muestra la naturaleza de la trampa y, por consiguiente, está la negación de todas las trampas, así, la mente ahora está vacía. Se vacía del yo y de la trampa. Esta mente tiene una cualidad distinta, una dimensión distinta de la conciencia. Esta conciencia no es consciente de que está consciente.
I: Dios mío, esto es muy difícil. Dice usted cosas que parecen verdad y que suenan verdaderas, pero aún no llego ahí. ¿Puede decirlo de un modo distinto? ¿Puede sacarme de mi trampa?
K: Nadie puede sacarla de esa trampa. Ningún gurú, droga, mantra, nadie, incluyéndome a mí, nadie, especialmente yo mismo. Todo lo que debe hacer es ser consciente de comenzar desde el final, y no perder la atención a la mitad. Esta nueva cualidad de la conciencia es la atención, y en esta atención no existe frontera hecha por el yo. Esta atención es la forma más elevada de la virtud, por consiguiente es el amor. Es la inteligencia suprema y no puede haber atención si no es sensible a la estructura y la naturaleza de estas trampas hechas por el hombre.
Las Enseñanzas de Krishnamurti – Editorial Grijalbo pág. 137 a 142.-