¿No es importante averiguar cómo se ha de escuchar? A mí me parece que la mayoría de nosotros no escuchamos en modo alguno. Escuchamos a través de diversos tamices de prejuicios, examinando lo que se dice como hindúes, musulmanes, cristianos, o con una mente ya predispuesta. No escuchamos libremente, con naturalidad, calladamente. Escuchamos con la intención de concordar o disentir, o escuchamos con espíritu de argumentación, no para descubrir; y me parece muy importante saber cómo escuchar, saber cómo leer, ver, observar. La mayoría somos incapaces de escuchar de veras, y es sólo escuchando y oyendo correctamente, que comprendemos. La comprensión no llega por el esfuerzo ni mediante forma alguna de conformidad o coacción, sino tan sólo cuando la mente está muy quieta. Tratando de descubrir qué es lo que la otra persona dice, no hay tensión ni esfuerzo sino un fácil fluir, un deleite veloz; mas no podemos descubrir lo que otro dice si escuchamos con alguna clase de prejuicio. Tal vez tenga yo algo nuevo que decir; y para aquellos que estén predispuestos a favor o en contra, será muy difícil comprender realmente. Porque la mayoría de nosotros estamos condicionados por influencias sociales, económicas, religiosas, etc. Somos copiadores, imitamos, y por lo tanto no hacemos caso de aquello que es nuevo; lo calificamos de revolucionario o de absurdo y lo hacemos de lado. Pero si podemos examinarlo, si podemos considerarlo libre de todo prejuicio y toda limitación, entonces quizá resulte posible comprendernos y estar en comunión unos con otros. Sólo hay comunión cuando no hay barrera; y una idea, un prejuicio, es una barrera. Cuando amáis a alguien estáis en comunión, no tenéis idea alguna acerca de la persona que amáis. Análogamente, si podemos establecer relaciones de verdadera comunión entre nosotros, de suerte que vosotros y yo comprendamos el problema juntos, hay entonces una posibilidad de radical revolución en el mundo. El mundo, después de todo, no necesita mera reforma ni una revolución superficial, sino una revolución (…) ya que la masa se compone de muchos individuos, la masa no es una entidad independiente, no es diferente ni está separada de vosotros y de mí.
La Revolución Fundamental, PG 77, 78
0 0 0
He dicho que hay un arte de escuchar, y quizá pueda ahondar en ello algo más, porque creo importante el escuchar como es debido. Generalmente oímos lo que queremos oír, y excluimos todo lo que resulta perturbador. A toda expresión de una idea perturbadora le hacemos oídos sordos; y especialmente en asuntos que son profundos, religiosos, que tienen significación en la vida, somos propensos a escuchar muy superficialmente. Si algo oímos, es simplemente palabras, no el contenido de las palabras, porque, la mayoría de nosotros no deseamos ser perturbados. Casi todos queremos continuar con nuestros viejos hábitos; porque el modificarse, el producir un cambio, significa perturbación: perturbación en nuestra vida diaria, perturbación en nuestra familia, perturbación entre marido y mujer, entre nosotros y la sociedad. Como a la mayoría de nosotros no nos agrada ser perturbados, preferimos seguir en la existencia el camino fácil; y que él conduzca a la desgracia, al disturbio y al conflicto, tiene al parecer muy poca importancia. Lo único que queremos es una vida fácil: no tener demasiadas dificultades ni perturbaciones, no pensar demasiado. Por eso, cuando escuchamos, en realidad nada oímos. Casi todos tenemos miedo de escuchar con hondura; pero es sólo cuando escuchamos así, cuando los sonidos penetran profundamente, que existe una posibilidad de cambio fundamental, radical. Tal cambio no es posible si escucháis superficialmente; y, si puedo insinuarlo, esta tarde por lo menos tened a bien escuchar sin resistencia alguna, sin ningún prejuicio; escuchad, nada más. No hagáis un esfuerzo tremendo por comprender, porque la comprensión no viene con el esfuerzo, no viene luchando. La comprensión llega velozmente, inadvertidamente, cuando el esfuerzo es pasivo; sólo cuando el que hace el esfuerzo está en silencio, llega la onda de la comprensión. De suerte que, si puedo sugerirlo, escuchad como escucharíais correr el agua. Entonces no imagináis, no os esforzáis por escuchar; escucháis, nada más. Entonces el sonido transmite su propio significado, y esa comprensión es mucho más profunda, mayor y más duradera que la mera comprensión de palabras que resulta del esfuerzo intelectual. El entender las palabras, que se llama comprensión intelectual, es algo totalmente vacío. Vosotros decís “comprendo intelectualmente, pero no puedo ponerlo en práctica”; lo cual significa que en realidad no comprendéis. Cuando comprendéis, comprendéis el contenido; no hay comprensión intelectual. La comprensión intelectual es puramente verbal. Oír las palabras no es comprender su contenido. La palabra no es la cosa; la palabra no es la comprensión. La comprensión llega cuando la mente cesa en su esfuerzo, es decir, cuando no opone resistencia, cuando no tiene prejuicios y escucha libre y plenamente. Y si puedo sugerirlo, esos es lo que debiéramos tratar de hacer esta tarde; porque entonces hay en el escuchar un gran deleite, como escuchar un poema, una canción, o ver el movimiento de un árbol. Entonces esa observación misma, esa atención, brinda una significación tremenda a la existencia.
La Revolución Fundamental, PG 39, 40
0 0 0
Existe un arte de escuchar. Escuchad para descubrir si lo que se dice tiene significación, y, después de escuchar, juzgad, aceptad o rechazad; pero antes que nada, escuchad. La dificultad, para la mayoría de nosotros, está en que no escuchamos. Venimos predispuestos a ser antagonistas o amigos, no a escuchar neutralmente. Si escucháis neutralmente, sólo entonces, por cierto, empezáis a descubrir lo que hay más allá de las palabras. Las palabras son medio de comunicación. Tenéis que aprender mi vocabulario, el sentido de mis palabras, y entonces, hallaréis la significación del tema. Lo que reviste primordial importancia es aprender a escuchar correctamente. Si leéis un poema y tenéis prejuicios, ¿cómo podréis comprenderlo? Para apreciar lo que el poeta desea que comprendáis, debéis venir con libertad para ello.
La Revolución Fundamental, ED Kier, Buenos Aires
Pláticas en la India, años 1949/1950