CONFLICTO, DUALIDAD Y OBSERVACIÓN
¿Qué es la observación? Cuando ustedes observan la luna llena, ¿la observan, ven la belleza de esa luz, la cualidad extraordinaria de esa luz? ¿O dicen que es la luna llena y hacen alguna otra cosa? ¿Qué entienden ustedes por observar? ¿Alguna vez observan la montaña cubierta de nieve, con toda esa grandeza, esa belleza, con los valles profundos llenos de misteriosas sombras, la extraordinaria majestad de esa montaña? Cuando observamos por un solo instante, todos nuestros problemas desaparecen, porque la majestad de esa montaña ha alejado por un segundo todos nuestros problemas. ¿Lo han advertido? Pero nuestros problemas vuelven inmediatamente. Así que ustedes y yo vamos a hablar acerca de lo que significa observar.
Supongamos, pues, que soy violento. ¿Cómo observo esa violencia? Necesito comprender la naturaleza de esa violencia. Necesito explorar, descubrir los factores extraordinarios que contribuyen a la violencia. ¿Cómo observo? En primer lugar, ¿es la violencia diferente de mí mismo? ¿Entienden mi pregunta? Pregunto si esa violencia que veo cuando digo que soy violento, es diferente de mí, o si yo soy esa violencia. Cuando uno está iracundo, es la ira; uno no es diferente de la ira. Es diferente de la ira sólo cuando desea controlarla, cuando dice: “Debo reprimirla”; pero de hecho, ¿es uno diferente, está separado de la violencia? ¿Es así? La palabra ‘violencia’ separada a causa de la tradición, a causa del hablar constantemente acerca de la violencia, etc.- ¿es la palabra misma la que se ha separado de la observación?
El observador dice: “Yo soy diferente de eso, soy diferente de la violencia”. Tenemos que investigar quién es el observador. El observador es el pasado, que ha conocido lo que es la violencia. Es el pasado, el conocimiento, la experiencia, todos los recuerdos almacenados en la memoria. Esos recuerdos, esas innumerables formas de conocimiento y el movimiento de todo eso, es el pasado. El pensamiento se ha dividido a sí mismo como pasado, presente y futuro. Se ha dividido como el observador y lo observado. El pensamiento ha dicho: “Yo no soy violento, la violencia no forma parte de mí”. Pero cuando uno observa la cosa muy atentamente, ve que es violento, que es iracundo, codicioso, envidioso, competidor uno ve que es todo eso. ¿De acuerdo? El observador no es diferente de aquello que él observa. Por favor, entiendan esto. Es muy importante porque, si realmente comprenden esto con todo el corazón, con toda la mente, con la totalidad del cerebro, entonces el conflicto toca a su fin; no hay dualidad en absoluto. Olviden sus libros, el Vedanta y todos los demás. El hecho es que, excepto en lo físico, no existe el opuesto. Psicológicamente, internamente, sólo existe el hecho. Y el hecho es que uno es violento, es celoso, etc. etc.
Ahora bien, ¿pueden ustedes observar el hecho sin su opuesto el opuesto que ha inventado el pensamiento? ¿Ven esto, pueden observar»lo que es»? En esa observación el observador es lo observado, el pensador es el pensamiento, el experimentador es lo experimentado. Pero nosotros lo hemos separado. Decimos: “Tengo que experimentar la iluminación”, o lo que fuere que ustedes deseen experimentar. Por lo tanto, el pensador es el pensamiento. Sin pensamiento no hay pensador. El observador es lo observado, el analizador es aquello que él está analizando. Puedo exponer esto de diferentes maneras, pero ése es un hecho: el observador es lo observado. En consecuencia, internamente uno elimina por completo el sentimiento de la dualidad. Entonces no es cuestión de reprimir el hecho, de analizarlo, de evadirlo. Está ahí. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué ocurre cuando se comprende realmente esta verdad de que sólo existe el hecho, ‘lo que es’, y no el opuesto inventado? En ello no hay división como el observador y lo observado. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Comprenden mi pregunta?
El hombre ha vivido en conflicto desde tiempos inmemoriales. Si uno mira los grabados en las piedras, o los que aparecen en las cuevas de Francia y en ciertas partes del mundo, verá que siempre ha existido esta batalla entre lo bueno y lo malo el bien contra el mal. Esta ha sido la historia del hombre el conflicto. Nos preguntamos si este conflicto puede terminar. Si termina, entonces el hombre es un ser humano vital, creativo, y tiene en sí algo extraordinario. Cuando existe esta comprensión de que uno es violento, no de que uno está separado y la violencia está separada, sino que uno es eso, ¿qué ocurre? Uno es moreno, tiene ciertas características, tiene preocupaciones, es un profesor o un científico todo eso no está separado de uno mismo. ¿Qué ocurre, pues, cuando este hecho, esta verdad se comprende, no intelectualmente, no de manera verbal, sino bien a fondo, como un hecho, como la verdad que es? ¿Acaso no hemos eliminado completamente el opuesto? Sólo existe esto, y entonces vivimos con ello como si fuera una piedra preciosa que hemos descubierto; la contemplamos, vemos la belleza de esa joya, la luz, los múltiples aspectos que nos revela, a medida que lo observamos, eso que forma parte de nosotros mismos. Por lo tanto, mirar, observar es extraordinariamente importante, de modo tal que no haya división alguna entre el observador y lo observado. Entonces uno se da cuenta de que nada puede hacer al respecto. Uno es moreno, no puede cambiar eso. El hecho es que, cuando existe tal observación, ésta no es la palabra, no es la memoria; es algo totalmente nuevo. Uno se enfrenta a esta nueva reacción que llama violencia, en una forma nueva, diferente. O sea, ¿han observado alguna cosa de esa manera? ¿Han visto la luna, la luna nueva que surge, como si fuera la primera vez en la vida que la ven? ¿Han mirado a la esposa o al marido como si lo hicieran por vez primera? ¿O dicen meramente, “ella es mi esposa, él es mi marido”, sólo como una observación mecánica? El observar requiere mucha energía, mucha vitalidad, una gran investigación a fin de ver lo que realmente es.
La Mente que no Mide, Editorial Edhasa, Barcelona 1985 pags: 27/30.-