¿Saben?, ustedes viven en uno de los más hermosos valles que yo haya visto jamás. Tiene una atmósfera especial. ¿Han notado, particularmente por las tardes o en las madrugadas, una cualidad de silencio que se difunde por el valle y lo penetra? Creo que a nuestro alrededor están las colinas más antiguas del mundo, no deterioradas todavía por la acción del hombre; y por dondequiera que uno vaya, en las ciudades u otros sitios, el hombre está destruyendo a la naturaleza, derribando árboles para construir más casas, contaminando el aire con los automóviles y las industrias. El hombre extermina a los animales; ya quedan muy pocos tigres. Lo destruye todo porque cada vez nace más gente, la cuál necesita más espacio. Poco a poco el hombre esparce la destrucción por todo el mundo. Y cuando se llega a un valle como éste –donde hay muy poca gente, donde la naturaleza todavía no ha sido deteriorada, donde aún existen el silencio, la quietud, la belleza—uno está realmente asombrado. Cada vez que uno viene aquí percibe la maravilla de esta tierra; pero probablemente ustedes se han habituado a ella y ya no miran más las colinas, no escuchan más a los pájaros ni al viento entre las hojas. Y así, poco a poco, se han vuelto indiferentes.
La educación no consiste sólo en aprender de los libros memorizando algunos hechos, sino también en aprender a mirar, a escuchar aquello que los libros dicen, tanto si lo que dicen es verdadero como si es falso. Todo eso es parte de la educación. La educación no es un mero pasar los exámenes, conseguir un título y un empleo, casarse y establecerse, sino también saber escuchar a los pájaros, ver el cielo, la extraordinaria belleza de un árbol, la forma de las colinas; es sentir todo eso, estar realmente, directamente en contacto con ello. A medida que ustedes crecen, ese sentido de escuchar, de ver, por desgracia va desapareciendo, porque se llenan de preocupaciones, quieren más dinero, un automóvil mejor, más hijos o menos hijos. Se vuelven celosos, codiciosos, ambicionan, envidian; y así es como dejan de percibir la belleza de la tierra. ..
…Puesto que son ustedes jóvenes, frescos, inocentes, ¿pueden mirar toda la belleza de la tierra, tener la cualidad del afecto? ¿Y pueden conservar eso? Ya que si no lo hacen, a medida que crezcan se irán amoldando, porque ésa es la forma más fácil de vivir. Unos pocos se rebelarán, pero tal rebelión tampoco resolverá el problema. Algunos intentarán escapar de la sociedad, pero ese escapar carece de sentido. Ustedes tienen que cambiar la sociedad, pero no matando a la gente. La sociedad somos ustedes y yo. Ustedes y yo creamos la sociedad en la cual vivimos. Así es que son ustedes los que han de cambiar. No pueden encajar dentro de esta sociedad monstruosa. Entonces ¿qué es lo que harán?
Ustedes que viven en este extraordinario valle, ¿serán arrojados dentro de este mundo de lucha, confusión, guerra y odio? ¿Irán a ajustarse, se conformarán, aceptarán todos los viejos valores? Ya saben cuáles son esos valores –dinero, posición, prestigio, poder. Eso es todo lo que el hombre desea, y la sociedad quiere que encajen dentro de este patrón de valores. Pero si empiezan desde ahora a pensar, a observar, a aprender, no de los libros, sino a aprender por sí mismos observando atentamente, escuchando todo cuanto ocurre en torno a ustedes, entonces crecerán para convertirse en un ser humano distinto –un ser humano que se interesa por la gente, que tiene afecto por ella, que la ama. Y si viven de esa manera, tal vez puedan llegar a descubrir una vida verdaderamente religiosa.
Miren, pues, a la naturaleza, miren el tamarindo, los mangos en flor, y escuchen a los pájaros en el amanecer y en las últimas horas de la tarde. Vean el cielo claro, las estrellas, lo maravillosamente que el sol se pone detrás de esas colinas. Vean todos los colores, la luz sobre las hojas, la belleza del suelo, la riqueza de la tierra. Entonces, cuando hayan visto eso, y también hayan visto lo que es el mundo con toda su brutalidad, su violencia, su fealdad, ¿qué es lo que harán?
¿Saben qué significa atender, prestar atención? Cuando ustedes prestan atención, ven las cosas mucho más claramente. Escuchan con mucha más precisión el canto del pájaro; pueden diferenciar entre varios sonidos. Cuando miran con gran atención un árbol, ven toda su belleza. Ven la rama, las hojas, ven el viento que juega con ellas. Cuando prestan atención, ven con una claridad extraordinaria. ¿Lo han hecho alguna vez? La atención es algo diferente de la concentración. Cuando ustedes se concentran no ven nada; en cambio, ven mucho cuando prestan atención. Ahora, presten atención. Miren aquél árbol y vean las sombras, la brisa suave entre las hojas. Vean la forma del árbol, su proporción respecto de otros árboles. Vean la cualidad de la luz que pasa a través de las hojas, la luz sobre las ramas y el tronco. Vean la totalidad del árbol. Miren de ese modo, porque voy a hablarles de algo a lo cual tienen que prestar atención. La atención es muy importante, tanto en la clase como cuando están afuera, cuando comen, cuando caminan. La atención es una cosa extraordinaria.
Voy a preguntarles algo: ¿por qué se les educa? ¿Comprenden mi pregunta? Sus padres los envían a la escuela. Ustedes concurren a clase, aprenden matemáticas, aprenden geografía, historia. ¿Por qué? ¿Se han preguntado alguna vez para qué necesitan ser educados, cual es la razón de ello? ¿Qué sentido tienen el que pasen sus exámenes y logren sus títulos? ¿Es para que se casen y se establezcan en la vida como lo hacen millones y millones de personas? ¿Es eso lo que van a hacer, es ese el significado de la educación? ¿Comprenden de qué estoy hablando? Este es un problema realmente muy serio. Todo el mundo está cuestionando las bases de la educación. Vemos para qué ha sido utilizada. En todo el mundo –sea en Rusia, en China, en América, Europa o éste país— los seres humanos son educados para amoldarse, para encajar dentro de la sociedad, dentro de su cultura, para adaptarse a la corriente de la actividad social y económica, para ser absorbidos por esta corriente enorme que ha estado fluyendo por miles de años. ¿Consiste en eso la educación, o la educación es algo por completo diferente? ¿Puede la educación cuidar de que la mente humana no se vea arrastrada y destruida por esa enorme corriente, que no sea absorbida por ella, de manera que, con una mente así, ustedes puedan constituirse en un ser humano por completo diferente, con una diferente cualidad de vida? ¿Han de ser educados de esta manera? ¿O permitirán que sus, padres y la sociedad se les impongan para convertirlos en parte de la corriente social? Una verdadera educación significa que la mente humana, la mente de ustedes, no sólo sea capaz de sobresalir en matemática, geografía e historia; significa también que ella nunca pueda, bajo ninguna circunstancia, ser arrastrada en la corriente de la sociedad. Porque esa corriente que llamamos el vivir, está muy corrompida, es inmoral, es violenta, es codiciosa. Esa corriente es nuestra cultura. Por lo tanto, el problema es cómo producir la clase correcta de educación, de manera que la mente pueda soportar todas las tentaciones, todas las influencias, la bestialidad de esta civilización y esta cultura. Hemos llegado a un punto de la historia en que es necesario crear una cultura nueva, una clase por entero diferente de existencia cuyos fundamentos no sean la industrialización y el consumo; tenemos que crear una cultura basada en una verdadera cualidad religiosa. ¿Cómo, pues, ha de producir uno, por medio de la educación, una mente que sea del todo distinta, una mente que no sea ambiciosa, que no sea envidiosa? ¿Cómo hemos de crear una mente que, sin ser ambiciosa, sea extraordinariamente activa, eficiente; que tenga una real percepción de lo que es verdadero en la vida cotidiana, lo cual, después de todo, es religión?
Ahora vamos a averiguar cuál es el verdadero significado y propósito de la educación. ¿Puede la mente de ustedes, que ha sido condicionada por la sociedad, por la cultura en que han vivido, transformarse mediante la educación de manera tal que ya nunca, bajo ninguna circunstancia, entren ustedes en la corriente de la sociedad? ¿Es posible educarlos de manera diferente? “Educar” en el verdadero sentido de la palabra; no el mero transmitir de los maestros a estudiantes algunas informaciones sobre matemáticas, o historia o geografía, sino producir –en la instrucción misma de esas materias— un cambio en la mente de ustedes. Esto significa que han de ser extraordinariamente críticos. Deben aprender a no aceptar nunca nada que no hayan visto claramente por sí mismos, a no repetir jamás lo que otro haya dicho.
Krishnamurti y la educación, Editorial Sudamericana, págs. 13 a 19.-