Una de las cosas más difíciles que hay en la vida es encontrar una línea de conducta que no sea dictada por las circunstancias. Las circunstancias o la gente nos imponen un comportamiento, o nos fuerzan a conducirnos de una determinada manera. Nuestro modo de comportarnos, de comer de hablar, nuestra moral, nuestra ética, dependen de dónde nos encontremos, y es así que nuestra conducta varía, cambia constantemente. Esto ocurre cuando uno habla con su padre, con su madre o con su sirvienta –las palabras, la voz son por completo diferentes. Los modos de conducta son controlados por las influencias ambientales y, mediante el análisis de la conducta, uno puede casi predecir qué es lo que la gente hará o dejará de hacer.
¿Puede uno entonces preguntarse si es posible una conducta interna que sea invariable con las circunstancias? ¿Puede esa conducta brotar desde adentro sin depender de lo que la gente pueda pensar o de cómo los demás lo miren a uno? Esto es difícil porque no sabemos cómo somos interiormente. Dentro de uno también tiene lugar un constante cambio; ustedes no son hoy lo que eran ayer. Ahora bien, ¿puede uno encontrar por sí mismo una línea de conducta que no le sea impuesta por otros, por la sociedad, por las circunstancias, por las sanciones religiosas, una línea de conducta que no dependa del ambiente? Pienso que es posible descubrir eso si uno sabe qué es amor.
Ese sentimiento de interés por algo, es el origen del afecto. ¿Saben?, cuanto más se interesan ustedes en las cosas, tanto más sensibles se vuelven. De modo que ha de haber afecto, un sentimiento de ternura, de benevolencia, de generosidad. Si existe un afecto semejante, entonces la conducta es dictada por ese afecto y no depende del ambiente, de las circunstancias o de las personas. Y dar con ese afecto es una de las cosas más difíciles que hay –ser realmente afectivos tanto si lo son o no son buenos con ustedes, si les hablan con rudeza o si se irritan. Pienso que los niños tienen ese afecto. Todos ustedes lo tienen cuando son jóvenes. Son muy amistosos entre sí, sienten amistad por la gente. Les gusta acariciar a un perro. De vez en cuando prestan atención a las cosas y también sonríen con facilidad. Pero a medida que van creciendo todo esto desaparece. Conservar el afecto a lo largo de la vida es algo muy difícil, y sin él la vida se torna muy vacía. Ustedes pueden tener hijos, pueden tener una hermosa casa, un automóvil y esas cosas, pero sin afecto la vida es como una flor que carece de perfume. Y es parte de la educación, ¿verdad?, dar con este afecto en el que existe un júbilo inmenso; y es únicamente desde este afecto que puede surgir el amor.
Para la mayoría de nosotros el afecto es un sentimiento posesivo. Donde hay celos, envidia, ello engendra crueldad, engendra odio. El amor sólo puede existir y florecer cuando no hay odio, ni envidia, ni ambición. Sin amor la vida es como la tierra estéril, es árida, dura brutal. Pero desde el momento en que hay afecto, ella es como la tierra que florece en belleza con el agua, con la lluvia. Uno debe aprender todo esto cuando es muy joven, no cuando ya es viejo, por entonces es demasiado tarde. Entonces ustedes se convierten en prisioneros de la sociedad, del ambiente, del marido, la esposa, la oficina. Descubran por sí mismos si pueden obrar con afecto. ¿Pueden concurrir a la clase con puntualidad porque sienten que no desean tener a la gente esperando? ¿Pueden, por la misma razón, ser puntuales en sus comidas? ¿Pueden dejar de gritar cuando se hallan juntos porque hay otras personas que están con ustedes y los observan?
Cuando la buena conducta, la cortesía, la consideración son superficiales y sin afecto, no tienen sentido. Pero si hay afecto, benevolencia, consideración, entonces de ahí surgen las buenas maneras, la cortesía, la consideración por los otros, lo cual significa que uno piensa menos y menos en sí mismo; pero ésta es una de las cosas más difíciles en la vida. Cuando uno no está interesado en su propia persona, entonces es un ser humano verdaderamente libre. Entonces puede mirar los cielos, las montañas, las colinas, los ríos, los pájaros, las flores, con una mente fresca, con un gran sentimiento de afecto. ¿Verdad? Ahora, formulen preguntas.
ESTUDIANTE: Si bien en el amor hay celos, ¿no hay también sacrificio en el amor?
KRISHNAMURTI: ¿No hay también sacrificio en el amor? El amor nunca puede sacrificar. ¿Qué entiende por la palabra “sacrificio”? ¿Renuncia? ¿Hacer cosas que no desea hacer? ¿Es eso lo que usted quiere decir? Yo me sacrifico por mi país porque amo a mi país. Me sacrifico porque amo a mis padres. ¿Es eso lo que usted quiere decir? ¿Es eso amor entonces? ¿Puede haber amor cuando usted debe forzarse a fin de hacer algo por otros? Me pregunto si entiende la palabra “sacrificio”. ¿Por qué emplea esa palabra? Vea, las palabras “responsabilidad”, “deber”, “sacrificio”, son palabras terribles. Cuando usted ama a alguien no hay deber, no hay responsabilidad, no hay sacrificio. Hace las cosas porque ama. Y usted no puede amar si está pensando en sí mismo. Cuando piensa acerca de sí mismo, entonces es usted quien está en primer lugar, y en segundo lugar está el otro; de modo que, para amarlo, usted se sacrifica. Entonces eso no es amor, es un negocio. ¿Comprende?
ESTUDIANTE: El aprender y el amar, ¿están separados o están relacionados, señor?
KRISHNAMURTI: ¿Usted sabe qué significa amar y sabe qué significa aprender?
ESTUDIANTE: Sé lo que es aprender.
KRISHNAMURTI: ¿Lo sabe? No digo que no lo sepa, sólo le pregunto. ¿Sabe lo que quiere decir aprender? Usted sabe lo que significa adquirir conocimientos. Oye que el maestro le habla de ciertos hechos, y eso que oye usted lo almacena en su mente, en su cerebro. Este proceso de acumular es lo que llamamos aprender, ¿no es así?
ESTUDIANTE: En cierto modo .
KRISHNAMURTI: En cierto modo. ¿Pero cuál es el otro modo? Usted tiene una experiencia, sube las colinas, resbala y se lastima, y de ello ha aprendido algo. Se encuentra con un amigo y él le causa daño, y usted ha aprendido de eso. Lee un diario y aprende. Así es que su aprender consiste, generalmente, en añadir más y más información. Ahora bien, ¿eso es aprender? Hay otro modo de aprender: aprender sobre la marcha sin acumular jamás. Y entonces desde ahí actuar, pensar. ¿Comprende qué significa aprender de la acción? Esto no quiere decir haber aprendido y después obrar. Se trata de dos estados diferentes, ¿verdad? Hay un estado donde he aprendido y, a partir de ese conocimiento actúo. Y existe el aprender mientras estoy actuando. Son dos estados por completo diferentes. Cuando he aprendido y después actúo, eso es mecánico, mientras que el aprender del actuar no es mecánico. Es siempre nuevo. Por lo tanto, el aprender en el momento en que estoy actuando, nunca es aburrido, nunca cansa; mientras que el actuar después de haber aprendido, se convierte en algo mecánico. Es por eso que todos ustedes se aburren con su aprendizaje. ¿Comprende? Pues bien, ahora sabe qué significa aprender. Aprender es hacer, de tal modo que en el hacer mismo usted está aprendiendo. Ahora veamos qué es el amor.
El amor es un sentimiento en el que hay delicadeza, sosiego, ternura, consideración; un sentimiento en el que hay belleza. En el amor no existe la ambición, no hay celos. Bien, usted había preguntado si el aprender y el amar no son similares. ¿Había hecho esa pregunta, no es así?
ESTUDIANTE: Pregunté si están relacionados. :
KRISHNAMURTI: ¿Usted qué dice? Ha entendido qué queremos decir con amor, y qué queremos decir por aprender. ¿Están relacionados?
ESTUDIANTE: En cierto modo.
KRISHNAMURTI: Dígame de qué modo. ¿Puedo ayudarlo? Están relacionados porque ambos requieren una actividad no mecánica. ¿Comprende? El aprender mientras estoy actuando no es mecánico. Pero en el amor que se torna mecánico no existe el aprender. El amor que contiene ambición, conflicto, codicia, envidia, celos, ira, no es amor. Cuando no hay ambición, ni celos, entonces hay un principio muy activo. Entonces el amor es siempre nuevo, se está renovando a sí mismo permanentemente. Existe en ambos, en el aprender y en el amar, un movimiento de frescura, un movimiento que es espontáneo, que no está sujeto a las circunstancias. Es un movimiento libre. Así es que hay una tenue y delicada relación entre ambos. Pero para aprender y amar tiene que haber mucho afecto. Cuando hay atención, existe una gran similitud en ambos, y esto no es una mera conclusión. De modo que si está atento, atento a lo que piensa, de esa atención surge el afecto, y entonces usted aprende.
Krishnamurti y la Educación, Ed. Sudamericana, pags: 87 a 95.-