La Mente de Krishnamurti
PUPUL JAYAKAR (PJ): Escuchándole durante los últimos treinta años, he observado que usted aborda un problema de cierta manera, una manera mediante la cual expone un problema durante la discusión. Sé que ha sostenido que no hay un “método” , pero, según he observado, cierto “proceso” –no lo llame “método” si prefiere- se ha revelado. Uso la palabra “proceso” y no “metodología”, porque “metodología” es una palabra demasiado dura.
Me gustaría, señor, investigar la manera como recibe usted una pregunta, el verdadero modo que tiene de penetrar en ella. También quisiera saber qué sigue después de que recibe una pregunta. Quisiera explorar su mente. ¿Podemos, pues, durante este diálogo, explorar su mente?
J. KRISHNAMURTI (K). ¿Desea usted explorar mi mente?
PJ: Sí, pero perdóneme por plantearlo de este modo. Vea, señor, siento que, al explorar su mente, podremos quizá comprender el punto de la exploración en que nosotros nos quedamos atascados.
K: Muy bien, empecemos.
PJ: ¿Podemos empezar preguntándole cómo recibe usted una pregunta que se le formula? ¿Cuál es el estado de la mente –de su mente- que recibe?
K: La pregunta es: Cuando a K le plantean una pregunta. ¿cómo la recibe y procede a contestarla? (Pausa).
Pienso que él diría que primero escucha_ escucha sin ninguna clase de conclusiones, de barreras. Y debido a que no hay obstáculo alguno, la mente está… ¿puedo usar la palabra “vacía”? La mente está vacía en el sentido de que no hay respuestas preconcebidas y no hay, a causa de respuestas que se han dado anteriormente, registros y recuerdos de esas respuestas. Uso la palabra “vacía” en ese sentido. Hay un estado de vacuidad y, desde ese estado, K responde. Sí, creo que sería correcto decir eso.
PJ: Ahora bien, en este estado, ¿qué papel juega la atención? Vea, señor, el papel de la atención es buscar, examinar, pero si la atención no examina, ¿qué le sucede a la pregunta? Usted puede percibirla en el vacío, pero ¿qué le sucede, de hecho, a la pregunta? Porque usted responde.
K: Sí. La pregunta se formula y está el acto de escucharla –de escucharla no sólo con el oído, sino también sin el habitual proceso de escuchar-. Es como una semilla que se siembra en la tierra: la tierra actúa sobre la semilla y la semilla actúa sobre la tierra; gradualmente, de eso surge una planta, una flor.
Vea; Pupul, existe el estado normal, físico, en que una pregunta es escuchada con el oído; pero también existe un estado en que la pregunta es escuchada no con el oído, y la respuesta surge de ese estado.
PJ: Usted dice que hay un escuchar con el oído y hay un escuchar sin el oído. ¿Es un instrumento nuevo el que surge a la existencia, un instrumento que no es el resultado de un desarrollo físico en el cerebro, sino que es una nueva capacidad? Señor, cuando uno le observa, ve que es como si sus ojos estuvieran participando, tanto como sus oídos, en el proceso de escuchar. Usted tiene, si puedo expresarlo así, ojos que “escuchan”.
K: Pienso que es así. Ahora bien, quisiera responder a esa última pregunta introduciendo la expresión “discernimiento” directo (insight). El discernimiento directo es un estado de la mente en el que no hay memoria ni recordación; no hay conclusiones; no hay sentido de anticipación, no existe la cualidad de reacción. El discernimiento directo es mucho más que todo eso.
Entonces, cuando usted formula una pregunta, hay un escuchar con el oído y también hay un escuchar con el no oído, lo cual implica que la mente se halla en un estado donde no hay recuerdos ni conclusiones ni registro anterior de esa pregunta, por lo tanto, esa pregunta no es respondida conforme a la memoria. Al estar ausente todo eso, los recuerdos, las conclusiones, las respuestas preparadas, etc., hay un discernimiento directo de la pregunta.
PJ: Este escuchar con el no oído, ¿surge a la existencia con la terminación misma de los procesos de la mente, o hay alguna otra cosa?
K: Cuando hay un discernimiento directo, las propias células cerebrales experimentan un cambio. Ese discernimiento transforma las células cerebrales.
PJ: Usted ha dicho que hay un escuchar con el oído y un escuchar con el no oído. Dice que el discernimiento origina un cambio en las células cerebrales. El discernimiento, ¿surge a causa del no oído?
K:, Sí, a causa del escuchar con el no oído.
PJ: ¿Podemos investigar este escuchar con el no oído, o es imposible investigarlo?
K: Averigüémoslo. Primero, está el escuchar con el oído; todos lo conocemos. (Pausa). Después, está el escuchar sin el oído –con el no oído-, que es un estado similar al de dejar caer una piedra dentro de un estanque o un lago tranquilo, completamente quieto. Cuando uno deja caer una piedra en un estanque así, ésta produce pequeñas ondas que desaparecen.
Un estado de escuchar con el no oído es un estado de absoluta quietud mental. Ahora bien, cuando a una mente así se le formula una pregunta, es como una pequeña piedra que se deja caer en un estanque quieto. La respuesta es la onda, las pequeñas ondas. No sé si lo expreso con claridad.
PJ: Entonces, ¿es el estanque la matriz de la mente? ¿Es eso “tan solo mente”?
K: No le entiendo del todo. Tendré que examinar esto. Cuando usted dice “tan solo mente”, ¿qué quiere decir?
PJ: Ésa es la totalidad de lo que es y de lo que ha sido. Vea, la conciencia, como usted lo ha dicho tan a menudo, es su contenido. Y la conciencia, tal como la conocemos y usamos, está fragmentada.
K: Espere un momento; mírelo. Supongamos que la mente, la conciencia, está fragmentada. Naturalmente, cuando usted formula una pregunta a esa conciencia fragmentaria, la respuesta debe ser fragmentaria.
PJ: La pregunta, dice usted, es dejada caer como un guijarro en un estanque; ¿es la totalidad la que recibe?
K: Lo es. Creo que deberíamos investigar esto un poquito, porque es de veras muy interesante. Vea, Pupul, ¿puede la mente ser tan extraordinariamente receptiva que el pasado no tenga en ella cabida alguna?
PJ: ¿El pasado es un fragmento?
K: El pasado es un fragmento y, por lo tanto, no penetra en absoluto dentro de ella.
PJ: Usted dice que hay un escuchar con el oído y un escuchar con el no oído. El escuchar con el no oído, ¿tiene la misma cualidad que el escuchar en sí?
K: Nosotros conocemos el escuchar con el oído.
PJ: Sí, conocemos el escuchar con el oído. Ahora bien, el escuchar con el no oído, ¿es de una naturaleza diferente?
K: Oh, sí, obviamente, lo es.
PJ: ¿Cuál es su naturaleza?
K: El escuchar u oír con el oído y la respuesta que ese escuchar da a una pregunta, estarán necesariamente fragmentados. ¿De acuerdo? Pero cuando hay un escuchar sin el oído ese estado de escuchar no está fragmentado.
El escuchar con el oído implica que hay registro y recordación y de ese conocimiento pasado, de esa experiencia pasada, proviene la respuesta a la pregunta. Sin embargo, como en el escuchar con el no oído no está envuelto el pasado, no hay respuesta fragmentaria. Creo que eso es correcto.
PJ: El escuchar algo con el no oído, ¿es diferente de aquello que lo recibe?
K: No capto bien eso. Seamos claros.
PJ: Señor, se ha planteado la pregunta. Usted dijo que es recibida con el no oído. Hay un escuchar del no oído. Ese escuchar del no oído, ¿es lo mismo que aquello que recibe la pregunta?
K: (Pausa). Sí, por supuesto; tiene que serlo. Pienso que el símil de una represa o estanque de molino es muy bueno. Ahora bien, estamos diciendo que el estanque se halla absolutamente quieto, y que ese estanque no es sino agua limpia, transparente. El estanque está libre de toda la contaminación que el hombre ha introducido allí –la contaminación es el pasado, y todo lo demás-; la pregunta es dejada al caer, igual que un guijarro, en ese estanque, y la respuesta es la onda. Creo que, al menos conmigo, es así como funciona.
PJ: Entonces, tal como hay un escuchar del no oído, ¿hay también un ver del no ojo?
K; Si usted usa la palabra “ojo” en el sentido visual, de lo óptico, sí.
PJ: ¿Podemos examinar la naturaleza de eso?
K: Veamos si el escuchar con el no oído y el ver visual sin la interferencia del pasado, son la misma cosa. Sí, el escuchar sin el oído y el ver –el ver visual, óptico- sin la recordación, son lo mismo. O sea, Pupul, para expresarlo simplemente, cuando el pasado no interfiere en ninguno de los dos casos, el escuchar y el ver son la misma cosa.
(…)
Fuego en la mente, PG 62 a 67