LA INFLACION

En el campo económico la palabra es muy bien conocida,  particularmente en América Latina, siendo su presencia persistente (con razón), motivo de preocupación, en especial para los sectores atados en sus ingresos a los salarios. Pero quisiéramos referirnos a una inflación  muy distinta, la que tiene efectos más destructivos para el ser humano: nos referimos al crecimiento constante y persistente del Ego. Los economistas suelen cometer el error de pensar y proyectar la organización social como si el hombre fuese una simple máquina con requerimientos materiales constantes y uniformes y que la satisfacción  o no de ellos es la única variable para medir la calidad de vida de las personas. La realidad profunda es muy distinta, ya que el hombre ( el que obviamente necesita imperiosamente tener satisfechas sus necesidades materiales básicas), suele sufrir, penar y alegrarse por cuestiones generalmente vinculadas a sus miedos, deseos y frustraciones derivadas de su mundo psíquico, el cual gira básicamente entorno del «ahora famoso» Ego. La acción devastadora del Ego en su crecimiento desproporcionado no solo deriva en la infelicidad personal sino que ha sido (pese a la ceguera de los dirigentes), causa fuente de las guerras, de la violencia en todas sus expresiones y modernamente del deterioro profundo de nuestro Medio Ambiente. La política es útil y necesaria, la economía es un instrumento técnico imprescindible, pero sin el conocimiento profundo de la naturaleza humana nada de eso sirve…

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