El desarrollo de los hechos históricos suele encerrar extrañas paradojas que se encuentran muchas veces escondidas debajo de la superficie de nuestras costumbres y tradiciones.
Todos sabemos que cuando hoy en día cualquiera de nosotros es tachado de cínico ello esconde algo insultante, con más precisión, nuestro diccionario castellano nos dice que una persona cínica es un desvergonzado, un mentiroso, etc. Pero curiosamente el antecedente prelatino del término ( su raíz), se vincula a una escuela filosófica griega que hacía de la franqueza, la naturalidad y el desprendimiento de toda artificialidad, un estilo de vida. Justamente, un alejamiento de aquello que nos construye como seres carentes de autenticidad.
En síntesis, una actitud crítica fundamental respecto a los ornamentos alrededor de nuestra existencia que nos convierten en esclavos mecánicos de las necesidades impuestas con el ego como centro…Parecería que ello no fue «perdonado» y como castigo fueron condenados a portar para los tiempos todos los aspectos negativos humanos que ellos mismos combatieron.