LA PESADA HERENCIA

Cualquier argentino que lea el título de esta breve nota inmediatamente lo asociará a la repetida afirmación que realiza el actual gobierno de su país cuando se refiere al anterior, intentando justificar porque no se hace todo aquello que razonablemente la gente espera.

Pero no, intento referirme a otra herencia, que es aún más pesada, que se remonta a mucho más  que a unos pocos años y que nos abarca a todos. Me refiero a aquella que contiene nuestra psiquis y que se encuentra más allá de nuestra mera voluntad personal. Una de las mayores decepciones que se observa en las personas que utilizan técnicas físicas de relajación o prácticas de distintas disciplinas no occidentales, como así también los que leen los llamados libros de autoayuda, es que luego de «sentirse bien» por un tiempo en el marco de condiciones propicias, a poco luego de andar en su vida cotidiana, vuelven a repetir viejos vicios y conductas, sorprendiendose incluso como observadores de sus propias reacciones. Y es que el trabajo es arduo, prolongado y exige una disciplina y un sinceramiento interior muy dificil de desarrollar mientras nuestro ego gobierne a la vista o escondidamente. Observar, comprender y aceptar nuestros aspectos mas oscuros, no es agradable y la mayoría de la gente le escapa, pero justamente y quizás de modo paradojal sea lo que nos sane, ya que es un indicador objetivo de que en ese caso el ego no metió la nariz para distorsionar, justificar o tapar lo que a él no le gusta. Quizás solo señales en el camino sin senda…

 

 

 

 

 

EL CINISMO DE NO SER CÍNICO

diogenes 2El desarrollo de los hechos históricos suele encerrar extrañas paradojas que se encuentran muchas veces escondidas debajo de la superficie de nuestras costumbres y tradiciones.

Todos sabemos que cuando hoy en día cualquiera de nosotros es tachado de cínico ello esconde algo insultante, con más precisión, nuestro diccionario castellano nos dice que una persona cínica es un desvergonzado, un mentiroso, etc. Pero curiosamente el antecedente prelatino del término ( su raíz), se vincula a una escuela filosófica griega que hacía de la franqueza, la naturalidad y el desprendimiento de toda artificialidad, un estilo de vida. Justamente, un alejamiento de aquello que nos construye como seres carentes de autenticidad.

En síntesis, una actitud crítica fundamental respecto a los ornamentos alrededor de nuestra existencia que nos convierten en esclavos mecánicos de las necesidades impuestas con el ego como centro…Parecería que ello no fue «perdonado» y como castigo fueron condenados a portar para los tiempos todos los aspectos negativos humanos que ellos mismos combatieron.