A la luz de Krishnamurti

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LA TRANSFORMACION RADICAL

Publicado el 14 de diciembre de 2015

CON LA PLANTAEn esta ocasión, reemplazaremos nuestro habitual comentario introductorio al tema común de las nuevas publicaciones,  por este breve pero liminar mensaje de K:…

…. ¿Por qué no cambian? ¿Qué se los impide? Si cada uno de nosotros se formulara esa pregunta, no verbalmente ni de manera puramente intelectual, como un entretenimiento, sino que se la formulara profundamente, con la mayor seriedad, ¿cuál sería la respuesta?

¿Cuál es la respuesta de ustedes a este problema de que los seres humanos han vivido así por milenios y milenios? ¿Por qué no han cambiado? ¿Por qué ustedes, que están escuchando ahora, no han cambiado? Ustedes saben cuáles son las consecuencias si no cambian. Serán nacionalistas, serán tribales, insulares, vivirán aislados y, por tanto, no se relacionarán globalmente. Seguirán peleando, peleando, peleando fabricando más y más armamentos para destruirse unos a otros.

¿Por qué usted, si es totalmente serio en esta materia, por qué no se formula esa pregunta? «¿Por qué yo, como ser humano que ha pasado por todo esto, por qué no he cambiado?» ¿Cuál sería su respuesta?

O usted no es muy serio y quiere vivir una vida muy, muy superficial y esa superficialidad lo satisface temporariamente o realmente no le importa. En tanto tenga placeres inmediatos, satisfacciones inmediatas, a usted realmente no le importa. No le importa que sus hijos sean asesinados. Usted no siente profundo amor ni afecto por ellos. Si lo tuviera, evitaría todas las guerras. Aparentemente ninguna de estas cosas significan nada para usted.

Muy probablemente ustedes están tan profundamente condicionados psicológicamente (naturalmente que estamos biológicamente condicionados, eso es completamente distinto), pero estamos psicológicamente condicionados y no somos conscientes de ello. A menos que haya libertad de ese condicionamiento, continuaremos de ese modo.

Después de todo, la vida es una, un solo movimiento unitario y global. Del mismo modo, nuestra conciencia es común a toda la humanidad. Ahora bien, si yo cambio de manera radical, es indudable que ello influye en el resto de la conciencia humana. ¿Por qué no cambia usted, entonces?

De la película «El reto del cambio» (documental sobre vida y obra de K.)

Categoría Su Legado

El Vuelo del Águila

Publicado el 14 de diciembre de 2015

De modo que nuestra pregunta es si la mente, el cerebro y el corazón pueden vivir como si fuera por vez primera, incontaminados, frescos, inocentes, sabiendo lo que significa vivir en felicidad y en éxtasis, con profundo amor. Ustedes conocen el peligro que hay en escuchar cuestiones retóricas. Esta no es una cuestión retórica en absoluto; se trata de nuestra vida. No estamos interesados en palabras o ideas. La mayoría de nosotros estamos atrapados en palabras, sin jamás comprender profundamente que la palabra nunca es la cosa, que la descripción nunca es la cosa descrita. Y si podemos durante estas pláticas tratar de comprender este hondo problema de cómo la mente humana que incluye, ya lo vimos, el cerebro, la mente y el corazón- ha sido condicionada a través de los siglos por la propaganda, el miedo y otras influencias entonces podremos preguntar si esa mente puede sufrir una transformación radical, de modo que el hombre sea capaz de vivir pacíficamente en todo el mundo, con gran amor, con gran éxtasis y con la realización de aquello que es inconmensurable.
Este es nuestro problema: si la mente, que está tan recargada de recuerdos y tradiciones, puede hacer surgir dentro de sí misma, sin esfuerzo, lucha o conflicto, la llama que queme los residuos del ayer. Habiéndonos formulado esta pregunta que estoy seguro se hace toda persona seria y reflexiva- ¿por dónde empezamos? ¿Comenzamos con lo exterior, con el cambio en el mundo burocrático, en la estructura social? ¿O comenzaremos con lo interno, esto es, lo psicológico? ¿Vamos a considerar el mundo exterior con todo su conocimiento tecnológico, las maravillas que el hombre ha realizado en el campo científico? ¿Comenzaremos por allí para llevar a cabo una revolución? El hombre ya lo intentó, demasiado. Ha dicho: cuando cambiemos las cosas externas radicalmente, como lo han hecho todas las revoluciones sangrientas de la historia entonces el hombre cambiará y será un ser humano feliz. La revolución comunista y otras revoluciones han dicho: produzcamos orden en lo externo y habrá orden en lo interno. También han dicho que no importa si no hay orden interno; lo que importa es que tengamos orden en el mundo exterior, un orden ideal; una Utopía en nombre de la cual millones han sido asesinados.
Por lo tanto, comencemos con lo interno, con lo psicológico. Esto no significa que dejemos permanecer como está el presente orden social con toda su confusión y desorden. ¿Pero hay acaso división entre lo interno y lo externo? ¿O sólo hay un movimiento en el cual existen lo interno y lo externo simplemente como movimiento, y no como dos cosas separadas? Considero muy importante, si hemos de establecer una comunicación que no sea sólo verbal el uso del inglés como nuestro idioma común y de palabras que comprendemos todos- que también podamos emplear una clase diferente de comunicación, porque vamos a penetrar muy profunda y seriamente en las cosas. Por lo tanto, debe haber comunicación en lo verbal y más allá de lo verbal. Tiene que haber comunión, lo cual implica que todos estamos profundamente interesados, que atendemos y miramos este problema con afecto y con el empeño de comprenderlo. Es necesario, pues, que además de comunicación verbal, tengamos también una comunión profunda en la cual no haya acuerdo o desacuerdo. El acuerdo y el desacuerdo no deben surgir nunca porque no estamos tratando con ideas, opiniones, conceptos o ideales, sino que estamos interesados en el problema de la transformación humana. En ello las opiniones la mía o la de ustedes- carecen de todo valor. Si dicen que es imposible que cambien los seres humanos, que han sido así por miles de años, ustedes se han bloqueado a sí mismos de antemano y no podrán continuar inquiriendo o explorando. Y si ustedes meramente dicen que es posible, entonces viven en un mundo de posibilidades, y no de realidades.
De manera que uno debe abordar esta cuestión sin decir que es o no es posible cambiar. Tenemos que encararla con una mente fresca, ávida por descubrir, y lo suficientemente joven para examinar y explorar. No sólo tenemos que establecer una comunicación verbal clara, sino que también debe haber comunión entre el que habla y ustedes, un sentimiento de afecto y amistad que sólo existe cuando todos estamos tremendamente interesados en algo. Cuando el esposo y la esposa están profundamente interesados en sus hijos, descartan todas las opiniones, sus gustos y disgustos particulares, porque están preocupados por los niños. En ese interés hay gran afecto; no es una opinión la que controla la acción. Igualmente debe haber ese sentimiento de comunión profunda entre ustedes y el que habla, de manera que todos estemos confrontados al mismo problema con la misma intensidad y al mismo tiempo. Entonces podemos establecer esta comunión, lo único que hace posible una comprensión profunda.
Así, pues, existe este problema de cómo puede la mente, que está tan profundamente condicionada, cambiar de manera radical. Espero que ustedes mismos se planteen este problema, porque a menos que exista una moralidad que no es la moralidad social, a menos que haya una austeridad que no es la austeridad del sacerdote con su dureza y violencia, a menos que haya un profundo orden interno, esta búsqueda de la verdad, de la realidad, de Dios o cualquiera sea el nombre que gusten darle- no tiene sentido alguno. Quizás aquellos de ustedes que han venido aquí tratando de encontrar a Dios, o en busca de alguna experiencia misteriosa, queden desilusionados, porque a menos que tengan una mente nueva, fresca, y ojos que puedan ver lo que es verdadero, no podrán comprender lo inconmensurable, lo innominado, lo que es.
Si meramente desean experiencias más amplias y profundas mientras llevan una vida falsa, vacía, entonces tendrán experiencias sin valor alguno. Debemos investigar esto juntos; ustedes encontrarán que esta es una cuestión muy compleja porque hay muchas cosas envueltas en ella. Para comprenderla ha de haber libertad y energía; tenemos que tener ambas cosas: gran energía y libertad para observar. Si están atados a una creencia determinada o a una imaginaria utopía particular, es obvio que no son libres para observar.
Existe esta mente compleja, condicionada como católica o protestante, buscando seguridad, y presa en la ambición y la tradición. Para una mente que se ha vuelto superficial excepto en el campo tecnológico- el ir a la luna es un logro maravilloso. Pero los que han construido la nave espacial viven sus propias vidas falsas, pequeñas, celosas, llenas de ansiedad y de ambición, y sus mentes están condicionadas. Nos preguntamos si esas mentes pueden estar completamente libres de todo condicionamiento, de manera que les sea posible vivir una vida totalmente distinta. A fin de descubrirlo necesitamos libertad para observar, no como cristiano, hindú, holandés, alemán o ruso, o cualquier otra cosa. Tiene que haber libertad para observar claramente, lo cual implica que la propia observación es acción. Esa misma observación produce una revolución radical. Para ser capaces de tal observación necesitamos gran energía.
Por lo tanto, vamos a averiguar por qué los seres humanos no tienen la energía, el empuje, la intensidad para cambiar. Tienen cualquier cantidad de energía para disputar, para matarse los unos a los otros, para dividir el mundo e ir a la luna: para estas cosas tienen energía. Pero aparentemente no tienen energía para cambiar ellos mismos de manera radical. Así que nos preguntamos por qué carecemos de esta indispensable energía.
Me gustaría saber cuál es su respuesta cuando se les plantea una cuestión semejante. Dijimos que el hombre tiene suficiente energía para odiar; cuando hay guerra, pelea, y cuando desea escapar de lo que realmente es, tiene energía para huir mediante las ideas, el entretenimiento, los dioses, la bebida. Cuando desea placer, sexual o de otra clase, persigue esas cosas con gran energía. Tiene inteligencia para sobreponerse a su ambiente, tiene energía para vivir en el fondo del mar o en los cielos, para eso tiene energía vital. Pero aparentemente no tiene energía para cambiar el hábito más pequeño. ¿Por qué? Porque disipa esa energía en el conflicto interno. No estoy tratando de persuadirlos, no hago propaganda, no sustituyo viejas ideas con otras nuevas. Estamos tratando de descubrir, de comprender.
Vean ustedes, nos damos cuenta de que debemos cambiar. Tomemos como ejemplo la violencia y la brutalidad; éstos son hechos. Los seres humanos son brutales y violentos; han construido una sociedad que es violenta a pesar de todo lo que han dicho las religiones sobre el amor al prójimo y a Dios. Todas esas cosas son meras ideas, sin valor alguno, porque el hombre continúa siendo brutal, violento y egoísta; y siendo violento, inventa el opuesto, que es la no violencia. Por favor, examinen esto conmigo.
El hombre está permanentemente tratando de llegar a ser no violento. Y así hay conflicto entre lo que es la violencia- y lo que debería ser, que es la no violencia. Hay conflictos entre ambas. Esa es la misma esencia del desperdicio de energía. En tanto hay dualidad entre lo que es y lo que debería ser el hombre tratando de volverse algo distinto, haciendo un esfuerzo por alcanzar lo que “debería ser” en ese conflicto hay disipación de energía. En tanto hay conflicto entre los opuestos, el hombre no dispone de energía suficiente para cambiar. ¿Por qué debo tener opuesto alguno, como la no violencia, como el ideal? El ideal no es real, no tiene sentido, y sólo conduce a diferentes formas de hipocresía, como el ser violento y pretender no serlo. O si dice usted que es un idealista y que eventualmente llegará a ser pacífico, ese es un gran pretexto, una excusa, porque le tomará muchos años dejar de tener violencia en verdad puede que ello nunca ocurra. Entretanto sigue siendo hipócrita y violento. De modo que si podemos, no en abstracto sino realmente descartar por completo todos los ideales y sólo tratar con el hecho que es la violencia- entonces no hay desperdicio de energía. Es muy importante comprender esto, que no es una teoría particular del que habla. Mientras el hombre viva en el corredor de los opuestos, tendrá que desperdiciar energía y, por lo tanto, no podrá cambiar.

 

El Vuelo del Aguila, Editorial Paidós, Buenos Aires. Segunda parte, Nro. 4

Categoría Su Legado

La Mutación Psicológica

Publicado el 14 de diciembre de 2015

Puede ser que conscientemente no queráis actuar en ninguna dirección determinada porque hayáis observado la futilidad de toda clase de cambio calculado, desde el de los comunistas hasta el de los más reaccionarios conservadores. Veis cuán tonto es todo esto, pero interiormente, en lo inconsciente, tenéis el enorme peso del pasado, que os empuja en cierta dirección. Estáis condicionados por ser europeos, cristianos, científicos, matemáticos, artistas, técnicos; y existe la tradición de mil años, muy cuidadosamente explotada por la iglesia, que ha instilado en el inconsciente ciertas creencias y dogmas. Puede ser que rechacéis todo esto concientemente, pero en lo inconsciente su peso aún está ahí, seguís siendo cristianos, ingleses, alemanes, italianos, franceses; aún estáis gobernados por intereses nacionales, económicos y familiares y por las tradiciones de la raza a la que pertenecéis; y cuando se trata de una raza muy antigua, su influencia es mucho más honda.

Mas ¿cómo va uno a eliminar todo esto? ¿cómo podemos librar al inconsciente de su pasado de un solo golpe?. Los analistas creen que el inconsciente puede limpiarse de modo parcial o aún total, por medio del análisis: por la investigación, la exploración, la confesión, la interpretación de los sueños, etc., para que, por lo menos, os volváis seres humanos normales, capaces de ajustarse al medio ambiente actual; pero en el análisis están siempre el analizador y lo analizado, un observador que interpreta la cosa observada, lo cual es una dualidad, una fuente de conflicto.

Veo, pues, que el mero análisis de lo inconsciente no nos llevará a ninguna parte; puede ayudarme a ser un poco menos neurótico, un poco más bueno con mi esposa, con mi prójimo, o algo así de superficial; pero no es de eso de lo que estamos hablando. Veo que el proceso analítico. –que implica tiempo, interpretación, el movimiento de pensar en forma de observador que analiza la cosa observada- no puede liberar lo inconsciente; por lo tanto, rechazo por completo el proceso analítico. Desde el momento en que percibo el hecho de que el análisis no puede, en ninguna circunstancia, eliminar la carga del inconsciente, queda descartado el análisis, estoy fuera del análisis. ¿Qué ha pasado pues? Como ya no hay analizador separado de la cosa que analiza, él es esa cosa, no es una entidad aparte de ella. Entonces encuentra uno que lo inconsciente es de muy poca importancia. ¿Entendéis?.

He señalado lo trivial que es lo consciente, con sus actividades superficiales, su parloteo incesante, etc., y lo inconsciente también es muy trivial. Lo inconsciente, como lo consciente, llega a ser importante sólo cuando el pensamiento le da continuidad. El pensamiento resulta adecuado, es útil en las cuestiones técnicas y todo eso; pero el pensamiento es por completo inútil para producir esta radical transformación. Cuando veo como da continuidad el pensamiento, termina la continuidad en forma del pensador.

Espero que todo esto se comprenda; se necesita una gran atención.

Lo consciente o lo inconsciente tiene muy poca importancia, sólo la tiene cuando el pensamiento le da continuidad. Cuando percibís la verdad de que todo el proceso del pensar es una reacción del pasado y que no es posible que haga frente a la enorme demanda que significa la mutación, entonces tanto lo consciente como lo inconsciente pierden su importancia, y la mente ya no está influida o dirigida por ninguno de los dos; por lo tanto, ya no está iniciando ningún movimiento; está en completa quietud, en calma, en silencio. Aunque la mente percibe que tiene que haber cambio, revolución, una completa transformación en la raíz de nuestro propio ser, no inicia sin embargo, ningún movimiento en ninguna dirección; y en esa percepción total, en ese completo silencio, ya se ha realizado la mutación. Así, pues, la mutación sólo puede realizarse en una forma no directa, cuando la mente ya no inicia ningún movimiento y por tanto, está en completa calma. En esa calma hay mutación, por que queda a la vista y se disipa la raíz de nuestro ser. Esa es la única revolución real, no la del tipo económico o social, y no puede ser producida par la voluntad, por el pensamiento. Sólo en ese estado de mutación es en el que podéis percibir algo que está más allá de la medida de las palabras, algo que es supremo, más allá de toda teología y de todo reconocimiento.

 

La Mutación Psicológica, Editorial Orion

Categoría Su Legado

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