1.- Sus dioses los están dividiendo
¿Qué está pasando en el mundo? Ustedes tienen un Dios cristiano, o tienen dioses hindúes; y están los mahometanos con su idea particular de Dios; cada pequeña secta tiene su verdad peculiar. Y todas estas verdades se están volviendo como otras tantas enfermedades en el mundo, enfermedades que separan a la gente. Estas verdades, en manos de unos pocos, se convierten en medios de explotación. Ustedes acuden a cada uno de ellos, uno tras otro, porque empiezan a perder todo sentido de discriminación, porque sufren y desean un remedio, y aceptan cualquier remedio que les ofrece cualquiera de esas sectas, ya sea cristiana, hindú o la que fuere. Entonces, ¿qué está ocurriendo? Sus dioses los dividen, sus creencias en Dios les están dividiendo y, no obstante, hablan ustedes de la hermandad humana, de la unidad en Dios, y al mismo tiempo niegan la cosa misma que quieren descubrir, porque se aferran a estas creencias como si fueran el más poderoso medio para destruir la limitación, mientras que en realidad no hacen sino intensificarla. Estas cosas son muy obvias.
15 de diciembre.
Krishnamurti, El libro de la Vida, Meditaciones diarias con Krishnamurti, Gráficas Cofas S.A. – Madrid
2.- Un escape maravilloso
¿Cuál es el incentivo que hay tras la búsqueda de Dios? ¿Es real esa búsqueda? Para la mayoría de nosotros, es una manera de escapar de la realidad. Por lo tanto, debe estar muy claro en nosotros si este ir en busca de Dios es un escape o si es una búsqueda de la verdad en todo: la verdad en nuestras relaciones, la verdad en el valor de las cosas, la verdad en las ideas. Si estamos buscando a Dios meramente porque nos sentimos cansados de este mundo y sus desdichas, entonces esa búsqueda es un escape. Entonces creamos a Dios; por consiguiente, eso no es Dios. El Dios de los templos, de los libros, no es Dios, obviamente; es un escape maravilloso. Pero si tratamos de encontrar la verdad, no en una serie exclusiva de acciones sino en todas nuestras acciones, ideas y relaciones, si buscamos la correcta evaluación del alimento, la ropa y la vivienda que necesitamos, entonces, debido a que nuestras mentes son capaces de tener claridad y comprensión, cuando busquemos la realidad la encontraremos. No será un escape. Pero si estamos confundidos con respecto a las cosas del mundo –alimento, ropa, vivienda, relaciones e ideas–, ¿cómo podemos encontrar la realidad? Sólo podemos inventar la realidad. Así pues, una mente confusa, condicionada, limitada, no puede conocer a Dios, la verdad o la realidad. ¿Cómo puede una mente así pensar en Dios? Primero tiene que liberarse de su condicionamiento. Tiene que liberarse de sus propias limitaciones, y sólo entonces puede saber qué es Dios; evidentemente, no puede saberlo antes. La realidad es lo desconocido, y aquello que conocemos no es lo real.
17 de diciembre.
Krishnamurti, El libro de la Vida, Meditaciones diarias con Krishnamurti, Gráficas Cofas S.A. – Madrid
3.- Si Dios no es Dios
Un hombre que cree en Dios, jamás puede encontrar a Dios. Si usted está abierto a la realidad, no puede “creer” en la realidad. Si está abierto a lo desconocido, no puede haber creencia en lo desconocido. Al fin y al cabo, la creencia es una forma de autoprotección, y sólo una mente trivial puede “creer” en Dios. Considere la creencia de los aviadores durante la guerra; según ellos, tenían a Dios por compañero ¡mientras arrojaban las bombas! De modo que uno cree en Dios cuando mata, cuando está explotando a la gente. Ustedes adoran a Dios y siguen despiadadamente extorsionando dinero, apoyando al ejército… pese a lo cual afirman que creen en la piedad, en la compasión, en la bondad (…). En tanto exista la creencia, jamás puede existir lo desconocido; usted no puede pensar en lo desconocido; el pensamiento no puede medirlo.
La mente es producto del pasado, es la consecuencia del ayer; ¿puede una mente así estar abierta a lo desconocido? Sólo puede proyectar una imagen, pero esa proyección carece de realidad; así que su Dios no es Dios, es una imagen de su propia hechura, una imagen para su propia satisfacción. La realidad puede existir sólo cuando la mente comprende el proceso total de sí misma y ese proceso llega a su fin. Cuando la mente está por completo vacía, sólo entonces, es capaz de recibir lo desconocido. La mente no se purifica hasta que comprende el contenido de la relación –su relación con la propiedad, con la gente–, hasta que ha establecido la correcta relación con todo. Hasta que la mente no comprende el proceso total del conflicto en la relación, no puede ser libre. Sólo cuando está completamente silenciosa, por completo inactiva, sin proyecciones, cuando busca y se halla absolutamente quieta, sólo entonces se manifiesta aquello que es eterno, intemporal.
18 de diciembre.
Krishnamurti, El libro de la Vida, Meditaciones diarias con Krishnamurti, Gráficas Cofas S.A. – Madrid
4.-) El hombre religioso
¿Cuál es el estado de la mente que dice: “No sé si Dios existe, si existe el amor”, es decir cuando no hay respuesta alguna de la memoria? Por favor, no se conteste inmediatamente la pregunta, porque si lo hace, su respuesta será tan sólo el reconocimiento de lo que usted piensa que debería ser o no ser tal estado. Si dice: “Es un estado de negación”, lo está comparando con algo que ya conoce; por lo tanto, ese estado en el que usted dice “No sé”, es inexistente (…).
Así pues, la mente que es capaz de decir: “No sé”, se halla en el único estado en que algo puede ser descubierto. Pero el hombre que dice: “Yo sé”, el hombre que ha estudiado infinitamente las variedades de la experiencia humana y cuya mente está cargada de información, de conocimientos enciclopédicos, ¿puede alguna vez experimentar algo que no sea para acumularse? Lo encontrará extremadamente difícil. Cuando la mente descarta por completo todo el conocimiento que ha adquirido, cuando para ella no hay Budas, ni Cristos, ni Maestros, ni instructores, ni religiones, ni citas de textos sagrados, cuando está totalmente sola, incontaminada –lo cual implica que ha llegado a su fin el movimiento de lo conocido–, sólo entonces hay posibilidad de una revolución tremenda, de un cambio fundamental (…). El hombre religioso es aquél que no pertenece a ninguna religión, a ninguna nación, a ninguna raza, que en lo interno está completamente solo, en un estado de no saber; para él adviene la bienaventuranza de lo sagrado.
19 de diciembre.
Krishnamurti, El libro de la Vida, Meditaciones diarias con Krishnamurti, Gráficas Cofas S.A. – Madrid