A la luz de Krishnamurti

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EL PENSAMIENTO

Publicado el 1 de mayo de 2012

Pienso. ¿Luego existo? Este interrogante (planteado originariamente por Descartes como una afirmación), nos introduce de algún modo en la ambivalencia esencial del pensamiento. Puede llegar a ser «todo» en nosotros y definirnos (pasado, condicionamientos, hábitos, recuerdos, dolores, erudición, técnica, etc, etc) o ser algo meramente instrumental, accesorio; y así, que nuestra verdadera creatividad, inteligencia y capacidad de observación nos permitan ser «nuevos» cada día. Es factible ello?

Categoría Su Legado

Libérese Del Pasado.

Publicado el 1 de mayo de 2012

… Tratemos, pues, de comprender toda esta compleja estructura de lo que es el pensar, que es la memoria, cómo se origina el pensamiento y cómo condiciona todas nuestras acciones. Al comprender todo esto tal vez lleguemos a encontrarnos con algo que el pensamiento nunca ha descubierto, y a lo cual no puede abrirle la puerta.

¿Por qué ha llegado a ser el pensamiento tan importante en nuestras vidas –el pensamiento que es sólo ideas, que es la respuesta a los recuerdos acumulados en las células del cerebro—? Tal vez muchos de ustedes ni siquiera se han formulado tal pregunta, o si lo han hecho puede que hayan dicho: “Es de muy poca importancia: lo importante es la emoción”. Pero yo no veo cómo pueden separarse los dos.

Si el pensamiento no da continuidad al sentimiento, éste muere con gran rapidez. Entonces, ¿por qué en nuestras vidas diarias, nuestras vidas rutinarias, aburridas y atemorizadas, ha asumido el pensamiento importancia tan desmedida? Pregúnteselo usted mismo, como yo me lo estoy preguntando: ¿por qué es uno esclavo del pensamiento, del sagaz e ingenioso pensamiento, que puede organizar, poner en marcha muchas cosas, que ha inventado tanto, engendrado tantas guerras, creado tanto temor, tanta ansiedad, que está siempre fabricando imágenes y persiguiendo su propio rabo; el pensamiento que ha disfrutado el placer del ayer, dándole continuidad en el presente y también en el futuro; el pensamiento quesiempre está activo, charlando, moviéndose, construyendo, añadiendo, quitando, suponiendo?

(…) Es en realidad muy importante observar la operación de nuestro propio pensar, simplemente observar cómo se piensa, de donde nace esa reacción a la que llamamos pensar. Es evidente que viene de la memoria. ¿Hay en efecto un origen del pensamiento? Si lo hay, ¿podemos descubrir ese origen, es decir, el de la memoria, porque si no tuviéramos memoria no tendríamos pensamiento?

Hemos visto cómo el pensamiento alimenta y da continuidad a un placer que tuvimos ayer, y cómo lo contrario del placer, que es dolor y temor, también se nutre del pensamiento. De modo que el experimentador, que es el pensador, ES el placer y el dolor y asimismo la entidad que nutre al placer y al dolor. El pensador separa el placer del dolor. No ve que con la misma búsqueda del placer está atrayendo al dolor y al temor. En las relaciones humanas el pensamiento está siempre exigiendo placer, que encubre con diferentes palabras tales como lealtad, ayuda, donación, sostenimiento, servicio.

(…) El pensamiento es tan astuto, tan ingenioso, que distorsiona todo para su propia conveniencia. La urgencia de placer lo lleva a su propia esclavitud. El pensamiento engendra dualidad en todas nuestras relaciones. En nosotros está la violencia que nos da placer, pero hay también deseo de paz, de ser amable y gentil. Esto es lo que sucede siempre en nuestras vidas. El pensamiento no sólo engendra esta cualidad en nosotros, esta contradicción, sino que también acumula los innumerables recuerdos placenteros y dolorosos que hemos tenido, y nace de nuevo en virtud de estos recuerdos. Así, pues, el pensamiento es el pasado, el pensamiento es siempre viejo, como ya lo he dicho antes.

(…) Aquellos que piensan mucho son muy materialistas, porque el pensamiento es materia. El pensamiento es materia tanto como el piso, la pared, el teléfono. La energía que funciona dentro de un patrón se vuelve materia. Hay energía y hay materia; eso es lo que constituye toda vida. Podemos pensar que el pensamiento no es materia, pero sí lo es. Como idea es materia. Donde hay energía, ésta se vuelve materia. La materia y la energía están relacionadas entre sí. La una no puede existir sin la otra, y mientras más armonía hay entre las dos, más equilibrio y más actividad hay en las células del cerebro. El pensamiento ha establecido este patrón de placer, dolor, temor y dentro de él ha estado actuando durante miles de años. No puede romper el patrón porque él lo ha creado.

El pensamiento no puede ver un hecho nuevo. Puede comprenderlo más tarde, verbalmente, pero la comprensión de un hecho nuevo no es realidad para él. Jamás puede resolver el pensamiento un problema psicológico. Por listo, astuto, erudito que sea, no importa la estructura que haya creado por medio de la ciencia o por un cerebro electrónico, o a través de la compulsión o de la necesidad, el pensamiento nunca es nuevo, y, por lo tanto, jamás podrá dar respuesta a una pregunta que sea realmente importante. El viejo cerebro no puede resolver el enorme problema del vivir.

El pensamiento es tramposo porque puede inventar cualquier cosa, y ver cosas que no son. Puede hacer funcionar los trucos más extraordinarios y, por lo tanto, no es confiable. Pero si usted comprende toda la estructura de cómo usted piensa, por qué piensa, las palabras que usa, la manera en que se conduce en la vida diaria, la forma de hablar y de tratar a la gente, sus hábitos de caminar, de comer; si usted se da cuenta de todas estas cosas, su mente no lo engañará; entonces no hay engaño posible. La mente, entonces, no es algo que exige, que subyuga; se vuelve extraordinariamente serena, flexible, sensible, solitaria, y en ese estado no habrá decepción alguna.

¿Ha notado usted alguna vez que cuando se halla en estado de completa atención cesa el observador, el pensador, el centro, el “yo”? En ese estado de atención el centro empieza a desvanecerse.

Si se quiere ver una cosa con mucha claridad, la mente debe estar muy serena, sin prejuicios, sin el parloteo, el diálogo, las imágenes y las representaciones –todo esto hay que desecharlo para mirar–. Y es únicamente en silencio que puede usted observar el origen del pensamiento –no cuando está buscando, haciendo preguntas, deseando una respuesta–. Así, pues, solamente cuando usted esté en completa quietud, en todo su ser, y después que se haya hecho la pregunta: “¿Cuál es el origen del pensar?”, sólo entonces comenzará usted a ver desde ese silencio, cómo se va formando el pensamiento.

Si uno se da cuenta de cómo el pensamiento se origina, no necesitamos controlar el pensamiento. Gastamos mucho tiempo y perdemos mucha energía no sólo en la escuela, sino a lo largo de toda la vida, tratando de controlar nuestros pensamientos: “Este es un buen pensamiento, debo pensar más en él; éste es un mal pensamiento, debo suprimirlo”. En todo momento hay una lucha entre un pensamiento y otro, y entre un deseo y otro, un goce dominando todos los demás. Pero si somos conscientes del origen del pensamiento, no habrá contradicción en el.

Ahora bien, cuando usted oye una afirmación como “El pensamiento es siempre lo viejo”, o “El tiempo es dolor”, el pensamiento empieza a traducirlo a interpretarlo. Pero ambos procesos, traducir o interpretar, se basan en el conocimiento y la experiencia del ayer, de modo que usted traducirá todo invariablemente de acuerdo con su condicionamiento. Pero si mira esas afirmaciones y no las interpreta, sino que sólo les da su completa atención (no su concentración), descubrirá que no existe el observador ni lo observado, el pensador ni el pensamiento.

No diga “¿Quién empezó primero?” Este es un argumento sagaz que no llega a ninguna parte. Puede observar en usted mismo que en tanto no hay pensamiento –lo cual no significa que la mente se halle en blanco o en estado de amnesia—mientras no hay pensamiento derivado de la memoria, de la experiencia o del conocimiento (todo lo cual pertenece al pasado) no hay pensador en absoluto. Esto no es un asunto filosófico o místico. Estamos bregando con hechos reales y usted verá, si ha llegado hasta aquí en este viaje, que responderá a cada reto, no con el viejo cerebro, sino en forma totalmente nueva.

Capítulo XIII, Editorial Orion, México, 1976

Categoría Su Legado

La Mente Que No Mide

Publicado el 1 de mayo de 2012

(…) El pensamiento ha dividido el mundo en nacionalidades, y las nacionalidades son una de las causas de la guerra. La nacionalidad, inventada por el pensamiento en su búsqueda de seguridad, ha dividido el mundo en británico, francés, musulmán, pakistaní, ruso y así sucesivamente. El pensamiento ha creado la guerra mediante esta división, y crea los preparativos de guerra para matar a otros seres humanos. El pensamiento ha sido el responsable de esto. En su búsqueda de estar a salvo, de encontrar en una u otra parte un sentimiento de seguridad, comienza con la familia, con la comunidad, después con un grupo más grande y un poco más vasto aún, esperando con eso hallar alguna clase de amparo, protección, seguridad. Empieza con un grupo pequeño y termina en las nacionalidades, en grupos –como los hindúes y los musulmanes, los chinos y los rusos, los americanos y los ingleses y los franceses, etc., etc.

El pensamiento ha sido el responsable de la división en religiones –la cristiana, la budista, la hindú, la musulmana, etcétera. El pensamiento ha creado las maravillosas catedrales, las grandes mezquitas y los hermosos templos. El pensamiento ha puesto en estos templos, mezquitas e iglesias, las cosas que el mismo ha inventado: los rituales, los dogmas, todas las ceremonias, etc. El pensamiento también ha sido responsable por el extraordinario desarrollo de la tecnología. Muy pocos de nosotros conocemos realmente lo que está sucediendo en el mundo tecnológico; las cosas terribles que ahí se están haciendo biológicamente, la invención de los grandes instrumentos de destrucción del hombre –este es el vasto e ilimitado movimiento de la tecnología. Y también es el pensamiento el que ha organizado los asesinatos masivos en nombre de la paz, en nombre del país, en nombre de Dios. Por lo tanto, hay un gran conflicto en marcha, del cual es responsable el pensamiento.

El pensamiento ha producido grandes beneficios higiénicos, ha creado las comunicaciones, los transportes rápidos y todas esas cosas. El cerebro tiene una capacidad infinita, y esa capacidad, esa energía del pensamiento ha creado este mundo de la tecnología con todos los problemas que involucra –problemas sociales y ambientales. Y el pensamiento también ha producido estragos en nuestra vida diaria, en nuestras relaciones mutuas, en la relación de hombre y mujer. Sostenemos que el pensamiento es responsable de todas las desdichas que ha originado en el mundo. El pensamiento también ha hecho grandes cosas para la humanidad.

Por favor, no rechacen ni acepten lo que dice quien les habla. Él está exponiendo esto ante ustedes para que lo examinen, lo cuestionen, lo pongan en duda; no para que lo acepten o para que estén de acuerdo con ello.

Debemos, pues, examinar juntos cuál es el origen del pensamiento, por qué el pensamiento ha creado tal desastre en el mundo; debemos averiguar si el pensamiento puede jamás tener por compañero al amor, o si el amor es por completo diferente de las actividades del pensamiento. ¿Es posible examinar esto sin sentido alguno de autoridad, sin el sentimiento de pertenecer a algún grupo, y así ir más allá del caos y la confusión presentes?

(…) ¿Cómo, entonces, ha de investigar uno el mundo psicológico, es decir, el mundo de la conciencia? El contenido de esa conciencia es lo que somos cada uno de nosotros. Esta no es una afirmación dogmática, no es una conclusión, sino un hecho. Lo que somos es el contenido de nuestra conciencia –nuestras creencias, opiniones, experiencias, ilusiones, supersticiones, nuestros dioses, nuestro temor, nuestro placer, nuestra soledad, y el dolor y la gran aflicción y el miedo a la muerte. Eso es lo que somos.

Podemos dividir ese contenido de nuestra conciencia en diversas partes, podemos inventar una superconciencia, pero ello sigue siendo el contenido de nuestra conciencia. Podemos meditar sentándonos con las piernas cruzadas y hacer todas esas cosas, pero ello forma parte de nuestra conciencia. Y el contenido de nuestra conciencia es un producto del pensamiento. Por favor, examinen esta situación. Decimos que el contenido de nuestra conciencia lo produce el pensamiento, el pensar; el pensar que uno es hindú, o cristiano, o marxista, o maoísta o lo que a ustedes les guste pensar. El pensamiento, que es limitado, ha dado origen a las limitaciones en la conciencia. Puede ensanchar la conciencia pensando que es capaz de expandirse y experimentar en la expansión, pero ello sigue siendo la actividad del pensamiento.

La pregunta es si nuestra conciencia, que es la actividad del cerebro –el cerebro con todas sus respuestas sensorias, el cerebro, que es el centro del pensamiento– si ese  pensamiento no ha originado el temor, si el pensamiento, que también es un movimiento en el tiempo, no es el responsable de todo el contenido de nuestra conciencia. Decimos que el pensamiento es limitado porque es el producto del conocimiento. Es el resultado, el producto final de la experiencia, del conocimiento almacenado en el cerebro como memoria; la respuesta a cualquier reto es el pensar. Y el conocimiento es siempre limitado.

Todo conocimiento en cualquier campo es limitado –en el campo biológico, en el sociológico, en el tecnológico, y en el mundo de las religiones con todos sus dioses; todos los dioses son inventados por el pensamiento. Examínelo, por favor. El pensamiento ha inventado a todos los dioses de la tierra, y después el pensamiento adora eso que ha inventado; y a esto lo llaman ustedes religión. La raíz etimológica de la palabra “religión” es muy difícil de determinar, no se ha establecido cuál es su significado original. El pensamiento es, entonces, limitado, y cualquiera sea su actividad, es siempre limitado; y al serlo, debe crear problemas inevitablemente –no sólo problemas en el campo tecnológico sino también problemas en la relación humana, que es mucho más difícil de comprender que el mundo tecnológico, porque nosotros, los seres humanos, estamos perpetuamente en conflicto unos con otros, discrepando, concordando, creyendo y no creyendo. Es una guerra perpetua entre los seres humanos. Y es creada por el pensamiento. Y habiendo creado los problemas, el pensamiento después trata de resolverlos y así aumenta los problemas, que es lo que está sucediendo actualmente.

Si uno ve eso, no intelectualmente, no como una idea o una conclusión sino como una realidad, como un hecho, entonces puede ver que el único instrumento que tenemos es el pensar. Por favor, comprendan la naturaleza y el contenido del pensamiento. El pensamiento es todas las respuestas sensorias, las imaginaciones, todos los símbolos sexuales, las imágenes sexuales, etc., y es el sentimiento de depresión, de regocijo, de ansiedad; todo esto es el producto del pensamiento limitado, porque el pensamiento es la consecuencia del conocimiento limitado. No hay conocimiento completo acerca de nada. Y ahora nos formulamos una pregunta por completa distinta, que es: ¿existe un instrumento diferente?

Si el pensar no es el instrumento para resolver los problemas humanos, ¿cuál es, entonces, el instrumento? El pensar es un instrumento gastado, romo. Puede ser hábil, puede dar solución a ciertos problemas, pero no a los problemas que el pensamiento ha creado en y entre los seres humanos. El instrumento del pensar que hemos utilizado para resolver los problemas de nuestra vida cotidiana, en la relación, ese instrumento está embotado, gastado; es insuficiente. A menos que encontremos un instrumento nuevo, no puede haber un cambio fundamental, radical de la psiquis humana. Por lo tanto, vamos a investigar juntos la naturaleza de ese instrumento, su cualidad, su estructura, su belleza.

Pero antes de que podamos investigarlo, tiene que quedar absolutamente claro que el instrumento que ahora tenemos como el pensar, ha llegado a su límite. No puede resolver el problema de la relación humana, y en esa relación humana hay conflicto, y debido a ese conflicto hemos creado esta sociedad debido a nuestra codicia, a nuestra brutalidad, a nuestra violencia. Tiene que estar absolutamente e irrevocablemente claro, que el pensar no es el instrumento para resolver nuestros problemas humanos.

(…) Somos el resultado de miles de años de humanidad –con su sufrimiento, su soledad, su desesperación, su excitación, su gozo, su sexo. Lo que ustedes piensan, lo piensan otros –el gran científico piensa, y así lo hace el aldeano sin educación, pobre y hambriento, que trabaja de la mañana a la noche. De modo que el pensar no es nuestro pensar individual. Sólo existe el pensar. Uno puede pensar de una manera, otro puede pensar de otra manera. Ello sigue siendo el pensar. Por tanto, la conciencia pensante es compartida por todos los seres humanos. Y cuando uno comprende realmente esa verdad fundamenta, toda su actividad se transforma. A uno le concierne entonces toda la humanidad, o sea, su hijo, su vecino, su esposa o esposo, y el hombre que vive a muchas millas de distancia.

Madrás, 25 de diciembre de 1982

Editorial Edhasa ,1985, Pág. 129 a 141

Categoría Su Legado

La Verdadera Revolución

Publicado el 1 de mayo de 2012

… Si usted camina por el pueblecito, a través de su única calle, con muchas tiendas, la panadería, la fotografía, la librería y el restaurante, bajo el puente, pasa la sastrería, por otro puente pasa el aserradero, entonces entra en el bosque y continúa a lo largo, junto al arroyo, mirando todas esas cosas con sus ojos y todos sus sentidos bien despiertos, pero sin un solo pensamiento en la mente, entonces sabrá lo que significa no estar separado de nada.

Usted sigue el arroyo por una milla o dos, de nuevo sin una sola vibración del pensamiento, mirando el agua impetuosa, escuchando su sonido, viendo su color, la enorme masa verde gris del torrente, mirando los árboles y el cielo azul a través de las ramas, y también las verdes hojas, otra vez sin un solo pensamiento, sin una sola palabra, entonces sabrá lo que significa sentir la ausencia de espacio entre usted y la brizna de hierba.

Al pasar a través de la pradera con sus miles de flores en todos los colores inimaginables, desde el rojo brillante al amarillo y púrpura, y la lustrosa hierba verde, nítidamente lavada por la lluvia de la noche anterior, abundante y fresca, de nuevo sin un solo movimiento de la mecánica del pensamiento, entonces sabrá lo que es el amor.

Mirar el cielo azul, las altas nubes, plenamente colmadas, las verdes colinas con sus claros perfiles frente al cielo, la hierba abundante y la flor marchita, mirar sin una palabra del ayer, entonces, cuando la mente está por completo serena, silenciosa, sin ser perturbada por ningun pensamiento, cuando el observador está en absoluto ausente, en ese momento hay unidad.

No es que uno esté unido a la flor, o con la nube o con esas colinas curvilíneas, hay más bien un sentimiento de total no ser en que cesa la división entre usted y el otro. La mujer que pasa con los víveres comprados en el mercado, el enorme perro alsaciano, los dos niños que juegan a la pelota, si uno puede mirarlos a todos sin una palabra, sin compararlos, sin asociarlos, en este momento cesa la disputa entre el uno y el otro.

Este estado, donde no hay palabra ni pensamiento, es la expansión de la mente que no tiene frontera, que no tiene límites dentro de los cuales puedan existir el yo y el no yo. No piense que esto sea imaginación, o algún vuelo de la fantasía, o alguna experiencia mística, no lo es. Es tan real como la abeja que se posa en esa flor, o la niña montada en su bicicleta o el hombre que sube la escalera para pintar la casa; todo el conflicto de la mente, provocado por la separación, ha cesado.

Miramos sin la mirada del observador, sin el sentido de la palabra y sin la mirada del ayer. La mirada del amor es diferente a la del pensamiento. Una lleva la dirección que el pensamiento no puede seguir, y la otra conduce a la separación, al conflicto y al dolor. De este dolor no podemos pasar a la otra. La distancia entre las dos es obra del pensamiento y éste no puede mediante paso alguno alcanzar la otra.

Cuando usted regresa de las pequeñas quintas, de las praderas y de la vía del ferrocarril, verá que el ayer ha terminado. La vida comienza cuando cesa el pensamiento.

Capítulo 19, Editorial Krishnamurti, pags: 213/214

Categoría Su Legado

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