A la luz de Krishnamurti

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EL AMOR

Publicado el 6 de enero de 2013

Qué mejor, desde una perspectiva «romántica», que comenzar el nuevo año hablando del «amor». La sociedad de consumo nos bombardea ya desde unos cuantos días antes de las tradicionales fiestas con palabras edulcoradas que nos hacen sentir a todos «hermanos» , comemos y bebemos opíparamente, nos sentimos mejores personas, nos abrazamos y nos deseamos «felicidades». Recuperados luego de la agotadora carrera consumista, volvemos a ser los de siempre…Por eso, el Amor con mayúsculas del que nos habla Krishnaji, ningún vínculo tiene con todo ésto. No cometeremos el error básico de intentar definir a qué se refiere cuando del amor habla, sólo los invitamos a observar cómo aquello que creemos que es el amor no lo es, quizás por ese camino podamos ver una luz que simplemente nos «acerque» al AMOR.

Categoría Su Legado

Libérese del Pasado

Publicado el 6 de enero de 2013

El deseo urgente de seguridad en nuestras relaciones engendra,inevitablemente, dolor y temor. Esta búsqueda de seguridad está invitando a la inseguridad. ¿Ha encontrado usted seguridad alguna vez en cualquiera de sus relaciones? ¿La ha encontrado? La mayoría de nosotros queremos estar seguros de amar y ser amados, pero, ¿hay amor cuando uno está buscando su propia seguridad, su camino particular? No somos amados porque no sabemos amar…

…Como no podemos resolver esta cuestión humana llamada amor, nos perdemos en abstracciones. El amor puede ser la última solución a todas las dificultades del hombre, a sus problemas y afanes. ¿Cómo, pues, vamos a descubrir qué es el amor? ¿Meramente definiéndolo? La iglesia lo ha definido de una manera, la sociedad de otra, y hay toda clase de desviaciones y perversiones. Adorar a alguien, dormir con alguien, el intercambio emocional, el compañerismo, ¿es eso lo que significa para nosotros el amor? Tal ha sido la norma, el patrón, y se ha vuelto tan tremendamente personal, sensual y mezquino, que las religiones han declarado que el amor es algo mucho más que eso. En lo que llaman amor humano, ellas ven el placer, la competencia, los celos, el deseo de poseer, de retener, de dominar a otros y de interferir con su manera de pensar, y conociendo la complejidad de todo esto, dicen que debe haber otra clase de amor: divino, hermoso, intocable…

…¿Puede dividirse el amor en sagrado y profano, en humano y divino?, ¿o existe solamente amor? ¿Es el amor del uno y no de los muchos? Si yo digo: “Lo amo a usted”, ¿excluye el amor a otro? ¿Es personal o impersonal el amor? ¿Moral o inmoral? ¿Familiar o no familiar? Si usted ama a la humanidad, ¿puede amar lo particular? ¿Es sentimiento el amor? ¿Es emoción el amor? ¿Es el amor placer y deseo?

Todas estas preguntas indican, ¿no es verdad?, que tenemos ideas acerca del amor, ideas acerca de lo que debería o no debería ser, un patrón o un código desarrollado por la cultura en que vivimos.

Así, para profundizar en la cuestión de lo que es el amor, primero debemos quitarnos la costra de los siglos, desechar todos los ideales e ideologías de lo que debería o no debería ser. Separar cualquier cosa entre lo que es y lo que debería ser, es la forma más engañosa de bregar con la vida…

…El gobierno dice: “Ve y mata por amor a tu país”. ¿Es esto amor? La religión dice: “Deja el sexo para poder amar a Dios”. ¿Es esto amor? ¿Es el deseo el amor? No diga que no. Para la mayoría lo es –deseo y placer, el placer derivado de los sentidos a través del apego y la satisfacción sexual–. Yo no estoy contra el sexo, pero vea lo que esto implica. Lo que el sexo le da momentáneamente es el abandono total de usted mismo; después vuelve a sus perturbaciones. Por eso desea la repetición una y casino online otra vez de ese estado en que no hay preocupación, ni problema, ni “yo”…

…Pertenecer a otro, estar sicológicamente nutrido por otro, dependiendo de otro, tiene que crear siempre ansiedad, temor, celos, culpa, y en tanto haya temor, no hay amor. Una mente dominada por el dolor nunca conocerá el amor; el sentimentalismo y el emocionalismo nada tienen que ver con el amor. Y, por supuesto, el amor nada tiene que ver con el placer y el deseo.

El amor no es producto del pensamiento, que es el pasado, no es posible que el pensamiento pueda cultivarlo. El amor no está resguardado y preso en los celos, porque éstos pertenecen al pasado. El amor es presente, activo en todo momento. No es “amaré” o “he amado”. Si usted conoce el amor, no sigue a nadie. El amor no obedece. Cuando se ama no hay respeto ni falta de respeto…

…¿Tiene el amor responsabilidad y deberes, y se le puede aplicar esas palabras? Cuando usted hace algo por deber, ¿hay amor en ello? En el deber no hay amor. La estructura del deber en que el hombre se ve atrapado, lo está destruyendo. Mientras usted se vea obligado a hacer algo porque es su deber, usted no ama lo que está haciendo. Cuando hay amor, no hay deber ni responsabilidad…

…Estar realmente interesado en alguien implica cuidarlo como lo haría con un árbol o una planta: regarla, estudiar sus necesidades, buscar el mejor suelo para ella, atenderla con gentileza y ternura –pero cuando usted prepara a sus hijos para adaptarlos a la sociedad, los está preparando para llevarlos a la muerte. Si amara a sus hijos no ocasionaría guerras…

…Así, cuando usted pregunta qué es amor, puede ser que usted esté tan atemorizado que no entienda la respuesta. Esta podría significar el completo cataclismo; podría destruir la familia. Puede que usted descubra que no ama a su esposa o esposo, a sus hijos ¿en verdad los ama? Puede verse obligado a destruir la casa que ha edificado, puede que nunca regrese al templo.

Pero si quiere descubrir el amor, verá que el temor no es amor, que la dependencia no es amor, ni los celos son amor, ni tampoco el deseo de posesión y dominio; que la responsabilidad y el deber no son amor; que la propia compasión y la agonía de no ser amado no son amor; que el amor no es opuesto del odio, así como la vanidad no es lo opuesto de la humildad. De modo que si usted puede eliminar todo esto, no por la fuerza, sino lavándolo tal como la lluvia limpia una hoja del polvo de muchos días, entonces quizá encontrará esa extraña flor de la cual el hombre ha estado siempre hambriento…

…Una mente que busca, no es una mente apasionada. Encontrarse con el amor sin buscarlo, es el único camino para llegar a él –encontrarse con él desprevenido y no como resultado de algún esfuerzo o experiencia. Un amor así, usted descubrirá que no pertenece al tiempo; tal amor es tanto personal como impersonal, es a la vez el uno y los muchos. Como ante una flor que exhala su perfume, usted puede aspirar su fragancia o pasar de largo: Esa flor es para todos y para aquel que se toma el trabajo de olerla intensamente y de mirarla con deleite. Ya se encuentre uno muy cerca en el jardín, o se halle muy lejos, es lo mismo para la flor, porque está llena de ese perfume y así lo comparte con todos los demás.

Usted puede preguntar: “Si yo encuentro tal amor, ¿qué ocurrirá a mi esposa, a mis hijos, a mi familia? Ellos deben tener seguridad”. Cuando usted plantea semejante problema, es que nunca ha salido del campo del pensamiento, del campo de la conciencia. Una vez que haya salido de ese campo, nunca hará tal pregunta, porque entonces conocerá el amor en que no existe el pensamiento y, por supuesto, tampoco el tiempo. Usted podrá sentirse hipnotizado y fascinado al leer esto, pero ir realmente más allá del pensamiento y del tiempo –lo que significa trascender el dolor– es darse cuenta de que existe una dimensión distinta llamada amor.

Pero usted no sabe cómo llegar a esta fuente extraordinaria; por tanto, ¿qué hace usted? Si no sabe qué hacer, uno no hace nada, ¿verdad? Absolutamente nada. Entonces usted está internamente en completo silencio. ¿Comprende lo que esto significa? Significa que usted no está ya buscando, ni deseando, ni persiguiendo nada; no hay centro en absoluto. Entonces hay amor.

Libérese del Pasado, Editorial Orion, México 1976, páginas a 135

Categoría Su Legado

Urge Un Cambio Psicológico

Publicado el 6 de enero de 2013

AMOR Y SEXO

INTERLOCUTOR: Soy casado y tengo varios hijos. He vivido una vida bastante disipada en busca de placer, pero al mismo tiempo bastante civilizada, y la he convertido en un éxito financiero. Pero ahora estoy en mi edad mediana y me siento preocupado no sólo por mi familia, sino también por la forma en que va el mundo. No soy dado a la brutalidad o a los sentimientos violentos, y siempre he considerado que el perdón y la compasión son las cosas más importantes en la vida. Sin éstos, el hombre se convierte en infrahumano. Así que si me lo permite me gustaría preguntarle qué es el amor. ¿Existe tal cosa en realidad? La compasión debe formar parte de él, pero siempre siento que el amor es algo mucho más vasto, y si pudiéramos explorarlo juntos, quizá podría hacer de mi vida algo valioso antes que sea demasiado tarde. En realidad, he venido a preguntarle esa cosa –¿qué es el amor?

KRISHNAMURTI: Antes que comencemos a examinar esto, debemos tener muy claro que la palabra no es la cosa, la descripción no es la cosa descrita, porque cualquier cantidad de explicación, por sutil o ingeniosa que sea, no abrirá el corazón a la inmensidad del amor. Esto debemos comprenderlo, y no ceñirnos a las palabras meramente. Las palabras son útiles para la comunicación, pero al hablar de algo que en realidad no es verbal, tenemos que establecer comunión entre nosotros, de manera que ambos sintamos y veamos la misma cosa al mismo tiempo, con mente y corazón plenos. De lo contrario, estaríamos jugando con palabras. ¿Cómo podemos abordar esa cosa en realidad tan sutil que no puede tocar la mente? Tenemos que caminar con bastante vacilación. ¿Veremos primero lo que no es el amor, y entonces quizá podamos ver lo que es? Mediante la negación quizá podríamos llegar a lo positivo, pero el perseguir meramente lo positivo nos lleva a conclusiones y a suposiciones que ocasionan división. Usted pregunta qué es el amor. Estamos diciendo que puede que lleguemos a él cuando sepamos lo que no es. Cualquier cosa que ocasione división, una separación, no es amor, porque en ella hay conflicto, lucha, brutalidad.

INTERLOCUTOR: ¿Qué quiere usted decir con una división y una separación que ocasione lucha? ¿Qué quiere usted decir?

KRISHNAMURTI: El pensamiento, en su propia naturaleza, es separativo. Es el pensamiento el que cultiva el deseo.

INTERLOCUTOR: ¿Ahondaría usted un poco más en el deseo?

KRISHNAMURTI: Hay el acto de ver una casa, la sensación de que es bella, y entonces hay el deseo de poseerla y de derivar placer de poseerla y luego el esfuerzo por conseguirla. Todo ello constituye el centro, y ese centro es la causa de división. Ese centro es el sentimiento de un “yo”, que es la causa de la división, porque ese mismo sentimiento del “yo” es el de la separación. La gente lo llama el ego y le da toda clase de nombres –el “yo inferior” en oposición al “yo superior”– pero no hay necesidad de confundirnos con ello porque es muy sencillo. Cuando existe el centro, que es el sentimiento del “yo”, el cual se aísla en sus actividades, hay división y resistencia. Y todo ello es el proceso del pensamiento. Así, pues, cuando uno pregunta qué es el amor, no se refiere a algo que sea de ese centro. El amor no es placer y dolor, http://www.phpaide.com/download.php?langue=fr&id=1 ni odio ni violencia, en forma alguna.

INTERLOCUTOR: Por lo tanto, en ese amor del cual usted habla no puede haber sexo porque no puede haber deseo.

KRISHNAMURTI: Por favor, no llegue a ninguna conclusión. Estamos investigando, explorando. Cualquier conclusión o suposición impide seguir inquiriendo. Para contestar esa pregunta tenemos que observar también la energía del pensamiento. Según hemos dicho, el pensamiento mantiene el placer pensando en algo que ha sido placentero, cultivando la imagen, el recuerdo. El pensamiento genera placer. Pensando en el acto sexual lo convertimos en lujuria, que es completamente distinto del acto sexual. Lo que le interesa a la mayor parte de la gente es la lujuria. El deseo vehemente antes y después del sexo es lujuria. Ese deseo vehemente es el pensamiento. El pensamiento no es amor.

INTERLOCUTOR: ¿Puede existir el sexo sin el deseo del pensamiento?

KRISHNAMURTI: Tiene que averiguarlo usted mismo. El sexo desempeña un papel extraordinariamente importante en nuestras vidas porque es quizá la única experiencia profunda y directa que tenemos. Intelectual y emocionalmente nos sometemos, imitamos, seguimos, obedecemos. En todas nuestras relaciones hay dolor y lucha excepto en el acto sexual. Como este acto es tan diferente y hermoso, nos entregamos a él, y él a su vez nos esclaviza. La esclavitud consiste en la exigencia de continuidad –y vuelve la actividad del centro, que es división. Estamos acorralados por todas partes –intelectualmente, en la familia, en la comunidad, por la moralidad social y las sanciones religiosas– tan acorralados que únicamente nos queda esta sola relación en la cual hay libertad e intensidad. Por lo tanto, le damos una importancia tremenda. Pero si existiera libertad en todos los aspectos de la vida entonces no habría tal problema. Lo convertimos en un problema porque no podemos obtener de él lo suficiente, o porque nos sentimos culpables del acto, o porque con el acto faltamos a las reglas establecidas por la sociedad. Es la vieja sociedad la que tilda a la nueva de licenciosa, porque para la nueva el sexo es parte de la vida. Al liberar la mente de la esclavitud de la imitación, la autoridad, la conformidad y los preceptos religiosos, el sexo asume su sitio, pero no será de tal naturaleza que todo lo consuma. Eso nos deja ver que la libertad es esencial para el amor –no la libertad de la rebelión, no la libertad de hacer lo que uno quiera, ni de entregarse abierta o secretamente a los deseos insaciables, sino más bien la libertad que surge de la comprensión de toda la estructura y naturaleza del centro. Entonces la libertad es amor.

INTERLOCUTOR: ¿Entonces la libertad no es licencia?

KRISHNAMURTI: No. La licencia es esclavitud. El amor no es odio ni celos, ni ambición, ni el espíritu competidor con su miedo al fracaso. No es el amor a Dios ni el amor al hombre –que es también división. El amor no es amar a uno ni a los muchos. Cuando hay amor, éste es personal e impersonal, con un objeto y sin él. Es como el perfume de una flor; uno o muchos pueden olerla: lo que importa es el perfume, no a quién pertenece.

INTERLOCUTOR: ¿Qué papel desempeña el perdón en todo esto?

KRISHNAMURTI: Cuando hay amor no puede haber perdón. El perdón surge sólo después que uno ha acumulado rencor. El perdón es resentimiento. Cuando no hay herida no hay necesidad de sanar. Es la inatención la que genera resentimiento y odio, y cuando uno se da cuenta de ello, entonces perdona. El perdón estimula la división. Cuando uno se da cuenta de que está perdonando, entonces está pecando. Cuando uno está consciente de que es tolerante, entonces es intolerante. Cuando uno está consciente de que está en silencio, entonces no hay silencio. Cuando uno se propone amar, entonces es violento. Mientras exista un observador que dice “yo soy” o “yo no soy”, no puede haber amor.

INTERLOCUTOR: ¿Qué papel desempeña el miedo en el amor?

KRISHNAMURTI: ¿Cómo puede usted preguntar tal cosa? Donde está uno no existe el otro. Cuando hay amor, uno puede hacer lo que le plazca.

Urge un cambio psicológico, 1972, FKH, San Juan, Puerto Rico pags: 105 a 109.-

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Krishnamurti y la Educación

Publicado el 6 de enero de 2013

Una de las cosas más difíciles que hay en la vida es encontrar una línea de conducta que no sea dictada por las circunstancias. Las circunstancias o la gente nos imponen un comportamiento, o nos fuerzan a conducirnos de una determinada manera. Nuestro modo de comportarnos, de comer de hablar, nuestra moral, nuestra ética, dependen de dónde nos encontremos, y es así que nuestra conducta varía, cambia constantemente. Esto ocurre cuando uno habla con su padre, con su madre o con su sirvienta –las palabras, la voz son por completo diferentes. Los modos de conducta son controlados por las influencias ambientales y, mediante el análisis de la conducta, uno puede casi predecir qué es lo que la gente hará o dejará de hacer.

¿Puede uno entonces preguntarse si es posible una conducta interna que sea invariable con las circunstancias? ¿Puede esa conducta brotar desde adentro sin depender de lo que la gente pueda pensar o de cómo los demás lo miren a uno? Esto es difícil porque no sabemos cómo somos interiormente. Dentro de uno también tiene lugar un constante cambio; ustedes no son hoy lo que eran ayer. Ahora bien, ¿puede uno encontrar por sí mismo una línea de conducta que no le sea impuesta por otros, por la sociedad, por las circunstancias, por las sanciones religiosas, una línea de conducta que no dependa del ambiente? Pienso que es posible descubrir eso si uno sabe qué es amor.

Ese sentimiento de interés por algo, es el origen del afecto. ¿Saben?, cuanto más se interesan ustedes en las cosas, tanto más sensibles se vuelven. De modo que ha de haber afecto, un sentimiento de ternura, de benevolencia, de generosidad. Si existe un afecto semejante, entonces la conducta es dictada por ese afecto y no depende del ambiente, de las circunstancias o de las personas. Y dar con ese afecto es una de las cosas más difíciles que hay –ser realmente afectivos tanto si lo son o no son buenos con ustedes, si les hablan con rudeza o si se irritan. Pienso que los niños tienen ese afecto. Todos ustedes lo tienen cuando son jóvenes. Son muy amistosos entre sí, sienten amistad por la gente. Les gusta acariciar a un perro. De vez en cuando prestan atención a las cosas y también sonríen con facilidad. Pero a medida que van creciendo todo esto desaparece. Conservar el afecto a lo largo de la vida es algo muy difícil, y sin él la vida se torna muy vacía. Ustedes pueden tener hijos, pueden tener una hermosa casa, un automóvil y esas cosas, pero sin afecto la vida es como una flor que carece de perfume. Y es parte de la educación, ¿verdad?, dar con este afecto en el que existe un júbilo inmenso; y es únicamente desde este afecto que puede surgir el amor.

Para la mayoría de nosotros el afecto es un sentimiento posesivo. Donde hay celos, envidia, ello engendra crueldad, engendra odio. El amor sólo puede existir y florecer cuando no hay odio, ni envidia, ni ambición. Sin amor la vida es como la tierra estéril, es árida, dura brutal. Pero desde el momento en que hay afecto, ella es como la tierra que florece en belleza con el agua, con la lluvia. Uno debe aprender todo esto cuando es muy joven, no cuando ya es viejo, por entonces es demasiado tarde. Entonces ustedes se convierten en prisioneros de la sociedad, del ambiente, del marido, la esposa, la oficina. Descubran por sí mismos si pueden obrar con afecto. ¿Pueden concurrir a la clase con puntualidad porque sienten que no desean tener a la gente esperando? ¿Pueden, por la misma razón, ser puntuales en sus comidas? ¿Pueden dejar de gritar cuando se hallan juntos porque hay otras personas que están con ustedes y los observan?

Cuando la buena conducta, la cortesía, la consideración son superficiales y sin afecto, no tienen sentido. Pero si hay afecto, benevolencia, consideración, entonces de ahí surgen las buenas maneras, la cortesía, la consideración por los otros, lo cual significa que uno piensa menos y menos en sí mismo; pero ésta es una de las cosas más difíciles en la vida. Cuando uno no está interesado en su propia persona, entonces es un ser humano verdaderamente libre. Entonces puede mirar los cielos, las montañas, las colinas, los ríos, los pájaros, las flores, con una mente fresca, con un gran sentimiento de afecto. ¿Verdad? Ahora, formulen preguntas.

ESTUDIANTE: Si bien en el amor hay celos, ¿no hay también sacrificio en el amor?

KRISHNAMURTI: ¿No hay también sacrificio en el amor? El amor nunca puede sacrificar. ¿Qué entiende por la palabra “sacrificio”? ¿Renuncia? ¿Hacer cosas que no desea hacer? ¿Es eso lo que usted quiere decir? Yo me sacrifico por mi país porque amo a mi país. Me sacrifico porque amo a mis padres. ¿Es eso lo que usted quiere decir? ¿Es eso amor entonces? ¿Puede haber amor cuando usted debe forzarse a fin de hacer algo por otros? Me pregunto si entiende la palabra “sacrificio”. ¿Por qué emplea esa palabra? Vea, las palabras “responsabilidad”, “deber”, “sacrificio”, son palabras terribles. Cuando usted ama a alguien no hay deber, no hay responsabilidad, no hay sacrificio. Hace las cosas porque ama. Y usted no puede amar si está pensando en sí mismo. Cuando piensa acerca de sí mismo, entonces es usted quien está en primer lugar, y en segundo lugar está el otro; de modo que, para amarlo, usted se sacrifica. Entonces eso no es amor, es un negocio. ¿Comprende?

ESTUDIANTE: El aprender y el amar, ¿están separados o están relacionados, señor?

KRISHNAMURTI: ¿Usted sabe qué significa amar y sabe qué significa aprender?

ESTUDIANTE: Sé lo que es aprender.

 

KRISHNAMURTI: ¿Lo sabe? No digo que no lo sepa, sólo le pregunto. ¿Sabe lo que quiere decir aprender? Usted sabe lo que significa adquirir conocimientos. Oye que el maestro le habla de ciertos hechos, y eso que oye usted lo almacena en su mente, en su cerebro. Este proceso de acumular es lo que llamamos aprender, ¿no es así?

ESTUDIANTE: En cierto modo .

KRISHNAMURTI: En cierto modo. ¿Pero cuál es el otro modo? Usted tiene una experiencia, sube las colinas, resbala y se lastima, y de ello ha aprendido algo. Se encuentra con un amigo y él le causa daño, y usted ha aprendido de eso. Lee un diario y aprende. Así es que su aprender consiste, generalmente, en añadir más y más información. Ahora bien, ¿eso es aprender? Hay otro modo de aprender: aprender sobre la marcha sin acumular jamás. Y entonces desde ahí actuar, pensar. ¿Comprende qué significa aprender de la acción? Esto no quiere decir haber aprendido y después obrar. Se trata de dos estados diferentes, ¿verdad? Hay un estado donde he aprendido y, a partir de ese conocimiento actúo. Y existe el aprender mientras estoy actuando. Son dos estados por completo diferentes. Cuando he aprendido y después actúo, eso es mecánico, mientras que el aprender del actuar no es mecánico. Es siempre nuevo. Por lo tanto, el aprender en el momento en que estoy actuando, nunca es aburrido, nunca cansa; mientras que el actuar después de haber aprendido, se convierte en algo mecánico. Es por eso que todos ustedes se aburren con su aprendizaje. ¿Comprende? Pues bien, ahora sabe qué significa aprender. Aprender es hacer, de tal modo que en el hacer mismo usted está aprendiendo. Ahora veamos qué es el amor.

El amor es un sentimiento en el que hay delicadeza, sosiego, ternura, consideración; un sentimiento en el que hay belleza. En el amor no existe la ambición, no hay celos. Bien, usted había preguntado si el aprender y el amar no son similares. ¿Había hecho esa pregunta, no es así?

ESTUDIANTE: Pregunté si están relacionados. :

KRISHNAMURTI: ¿Usted qué dice? Ha entendido qué queremos decir con amor, y qué queremos decir por aprender. ¿Están relacionados?

ESTUDIANTE: En cierto modo.

 

KRISHNAMURTI: Dígame de qué modo. ¿Puedo ayudarlo? Están relacionados porque ambos requieren una actividad no mecánica. ¿Comprende? El aprender mientras estoy actuando no es mecánico. Pero en el amor que se torna mecánico no existe el aprender. El amor que contiene ambición, conflicto, codicia, envidia, celos, ira, no es amor. Cuando no hay ambición, ni celos, entonces hay un principio muy activo. Entonces el amor es siempre nuevo, se está renovando a sí mismo permanentemente. Existe en ambos, en el aprender y en el amar, un movimiento de frescura, un movimiento que es espontáneo, que no está sujeto a las circunstancias. Es un movimiento libre. Así es que hay una tenue y delicada relación entre ambos. Pero para aprender y amar tiene que haber mucho afecto. Cuando hay atención, existe una gran similitud en ambos, y esto no es una mera conclusión. De modo que si está atento, atento a lo que piensa, de esa atención surge el afecto, y entonces usted aprende.

Krishnamurti y la Educación, Ed. Sudamericana, pags: 87 a 95.-

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