Defender nuestro condicionamiento particular es la mayor causa de violencia.
Decíamos ayer que debemos llegar hasta el final del problema de la violencia. Para hacerlo debemos ser muy serios, tenemos que poner nuestra mente y nuestro corazón de manera que cuando examinemos la naturaleza de la violencia no sólo lo hagamos de forma intelectual o verbal, sino que también observemos en nosotros mismos la agresividad, el enojo, el odio, la hostilidad, etcétera. Y cuando tomemos consciencia de esa violencia, tenemos que ver si es posible superarla y trascenderla, nunca más volver a sentir en nuestro interior cualquiera de sus expresiones. La mayoría encontramos satisfacción en la violencia, en la antipatía hacia alguien, en el odio a determinada raza o grupo de personas, en los sentimientos antagónicos hacia los demás, casi todos somos conscientes de esa particular satisfacción. Sin embargo, no creo que seamos conscientes de ese estado mucho más grande, en el cual la mente ha dejado por completo de ser violenta. En ese estado hay una enorme dicha, prefiero no emplear la palabra “disfrute”, no se trata del simple placer de la violencia con sus conflictos, sus odios y miedos. Así pues, si somos serios de forma absoluta, en nuestros diálogos, investigaciones, intercambios de ideas, pensamientos y sentimientos, debemos descubrir si es posible terminar por completo con cualquier forma de violencia. Personalmente, creo que es posible y, aun así, seguir viviendo en este mundo monstruoso, cruel, lleno de violencia.
Vimos cómo el enojo es parte de esa violencia y estábamos intentando descubrir cómo afrontarlo sin negarlo, sin aceptarlo o sublimarlo. Decíamos que es todo un arte observar el enojo sin justificarlo ni condenarlo, que no es fácil observarnos a nosotros mismos sin aceptar o rechazar, vernos exactamente tal como somos. De manera que debemos aprender a observar; si aprendemos a observar la violencia externa de la sociedad, las guerras, las revueltas, los antagonismos nacionalistas, los conflictos de clase, tal vez entonces podamos observar nuestra propia violencia interna, la violencia en defensa propia, y quizá en ese momento seamos capaces de trascenderla.
Ahora bien, ¿es posible, a través del diálogo, investigar con seriedad esta cuestión? Porque si no somos serios al cien por cien, la investigación carece de valor. Cuando tenemos hambre somos muy serios, y ahora afrontamos un problema también muy serio que ha existido durante siglos y siglos. El hombre siempre ha sido violento, y aunque las religiones de todo el mundo han intentado domesticarlo, ninguna lo ha conseguido; tal vez, el budismo, y en cierta época el hinduismo, trataran de crear o generar un ser humano que no fuera violento. De modo que si vamos a investigar esta cuestión, creo que debemos ser muy serios al respecto, porque eso nos conducirá a estados por completo diferentes, a vivir de manera diferente. No sé si están dispuestos a ir tan lejos o si meramente se lo toman como diversión, entretenimiento, juego intelectual. Dicho esto, ¿podemos seguir con el tema de la violencia del que hablábamos ayer?
(…) Así pues, ¿es posible que juntos eliminemos definitivamente la violencia en cada uno de nosotros? Eso significa que debo averiguar por mí mismo qué clase de violencia tengo, si es una violencia defensiva para protegerme a mí mismo, si me protejo por medio de mi nacionalidad, de mi religión, por medio de alguna ideología, sea comunista, católica, budista o cualquier otra; el proceso mismo de defensa y resistencia es una forma de violencia. Cuando una nación dice que sólo se está defendiendo, ese concepto, sin lugar a dudas, implica que está preparada para luchar; por tanto, no existen la defensa ni el ataque como tales, porque ambos contienen violencia en su misma esencia. Esa es una forma de violencia, y luego tenemos otra forma de violencia que es la ira, que incluye el odio, los celos, la codicia agresiva, la necesidad de dominar y poseer.
Todas son expresiones de violencia, ¿o creen que la violencia sólo es matar a otro? ¿No hay también violencia cuando dicen una palabra hiriente a otro? ¿No es un acto de violencia cuando hacen un gesto despectivo a otra persona, o cuando obedecen por miedo? De modo que la violencia no sólo consiste en matar en nombre de Dios, de la sociedad o del país, todas esas matanzas organizadas la violencia también es algo mucho más sutil, mucho más profundo. Nosotros estamos investigando la violencia en toda su extensión, y si uno no es lo suficientemente incisivo y no tiene la claridad necesaria para llegar hasta la misma raíz de la violencia, que se encuentra tanto en las capas conscientes como en las más profundas de la conciencia, no veo cómo puede liberarse de la violencia.
Después de todo, ¿por qué no deberíamos ser violentos? Damos por sentado que no debemos ser violentos, pero no sé por qué. En Europa ha habido dos guerras horribles, con toda su crueldad, los exterminios en los campos de concentración, las matanzas y, sin embargo, no han cambiado, siguen siendo alemanes, austríacos, rusos, católicos, etcétera, lo han aceptado como forma de vida, ¿no es cierto? Es obvio que sí, señores; entonces, ¿pueden de manera voluntaria, sensata y no neurótica, acabar con eso? En lo psicológico empiecen con eso y vean adónde les conduce, ¿pueden hacerlo? El amigo de la fila de arriba dice que no es posible.
I: ¿No tiene que ver con las emociones? Uno tiene arrebatos de ira.
K: Sin duda está relacionado con la emoción, pero ¿qué quiere decir con eso, señor? Mire, si por la razón que sea, digamos que le insulto y usted me golpea, en eso existe una emoción, hay ira, pero es el pensamiento quien alimenta esa ira, quien da continuidad a ese sentimiento, y, a partir de ese momento, le odio porque me ha golpeado, quiero devolverle el golpe, estoy pendiente, espero mi oportunidad; todo lo cual es un proceso del pensar.
I: ¿No se trata más bien de una relación entre emociones?
K: Sólo en parte. Vamos a ver todo el desarrollo: emoción, pensamiento, memoria con su poder de retención, y desde esa memoria uno actúa con respuestas condicionadas. Si soy católico o comunista, si ese es mi condicionamiento y alguien lo contradice o lo cuestiona me irrito, me enojo, lo cual es una respuesta emocional acorde con mi condicionamiento. Nosotros estamos planeando si es posible llegar hasta la misma raíz de la violencia y liberarse de ella, de lo contrario jamás nos comportaremos como seres humanos, viviremos una lucha constante entre unos y otros. Si quieren vivir de esa manera, aparentemente es lo que quieren todas las personas, entonces sigan así. No obstante, si creen que, quizá, es posible vivir y afrontar la vida de forma diferente, entonces podemos hablar, comunicarnos unos con otros; pero si dicen: “Mire, lo sentimos, la violencia siempre existirá”, en ese caso perdemos toda comunicación porque se han bloqueado.
I: Por tanto, como no lo sé, no puedo decir que es posible terminar con la violencia.
I: Al hablar del problema de la violencia llegamos rápidamente al problema central, que es cómo observar sin que interfiera el pensamiento. Creo que todos los problemas son partes fragmentadas de un problema central. Entonces, ¿por qué sigue hablando de la violencia y no del problema central, de cómo observar cualquier cosa?
K: Estamos condicionados por la violencia y a ser violentos. Ahora bien, ¿cómo observo esa violencia? Si estoy condicionado, ¿puedo observar esa violencia? Si estoy condicionado, ¿puedo observar esa violencia, ese condicionamiento, sin ninguna distorsión? El problema es bastante complejo. Mi mente está distorsionada por su propio condicionamiento, ¿no es cierto? Durante siglos mi mente se ha condicionado dentro de cierta cultura, de cierta sociedad por el paso del tiempo, de la experiencia, del conocimiento, de la memoria, la mente está condicionada, moldeada, prisionera en ese modelo limitado del “yo”, ¿puede una mente así darse cuenta de su propio condicionamiento? Y cuando se da cuenta de su condicionamiento, ¿quién se da cuenta? Es decir, en primer lugar, ¿nos damos cuenta de nuestro condicionamiento? A partir de ahí viene el siguiente paso, ¿me doy cuenta de mi condicionamiento de hindú, de que vivo en el extranjero, en una cultura por completo diferente a la cultura hindú, de que fui educado siguiendo ciertas directrices para ser un Mesías, etcétera? (Estoy haciendo de espejo en el cual pueden mirarse a sí mismos.)
¿Pueden darse cuenta, ser conscientes de su condicionamiento? Escuche, señor, como hindú, como brahmán, criado en cierta cultura particular, desde la infancia me dijeron: “No mates, no le hagas daño ni a una mosca, nunca hables mal de nadie, no seas agresivo”. Todo ello condicionó mi mente desde la niñez, y si mi respuesta condicionada es: “No seas violento”, eso es otra forma más de violencia, ¿entiende? Viene a ser lo mismo cuando los católicos dicen que existe un Salvador, que el pecado existe, que sólo ese Salvador puede salvarnos, esa respuesta está igualmente condicionada, no tiene ningún valor. Sin embargo, esa mente a la, que desde la infancia le han repetido: “No mates, no hagas daño porque en la próxima vida pagarás por ello, pórtate bien, sé amable, sé generoso”, ¿puede esa mente, que día tras día ha sido condicionada, darse cuenta de su propio condicionamiento y seguir avanzando? Es posible, si avanzan con el orador, no si siguen como discípulos y todas esas tonterías, sino caminando juntos. ¿Pueden darse cuenta de su condicionamiento, de su propio condicionamiento? ¿Pueden?….
… I: Algo en mi interior me dice que no lo compensa.
K: De acuerdo, algo le dice que no le compensa, pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar en la investigación de este condicionamiento para acabar con él? Ese es todo el problema. Uno sabe muy bien que está condicionado: tiene dinero, dispone de tiempo, puede pensar más o pensar menos, ir a un club nocturno, divertirse, etcétera; o bien puede decir que está condicionado porque es pobre y quiere más dinero, más comodidad, más esto y aquello. Entonces, si se da cuenta de eso, ¿hasta dónde está dispuesto a investigarlo y terminar con ello? La mayoría nos damos cuenta de nuestro condicionamiento; si uno es sensible, reflexivo, serio, sincero, uno se da cuenta de su condicionamiento, y también de sus peligrosas consecuencias. Si me considero hindú y diferente de los chinos, pero si comprendo adonde conduce eso, el grado de ansiedad, crueldad, odio que implica, entonces desearé terminar con todo eso. Por consiguiente, ¿hasta que punto está dispuesto a investigar esta cuestión del condicionamiento en sus manifestación como violencia?
I: ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar cualquier persona que observa su condicionamiento sin sentirse al borde de un precipicio?
K: Si llega al borde del precipicio, en ese momento se dará cuenta del peligro de su condicionamiento pero si no se acerca hasta el borde, seguirá jugando con el condicionamiento. Por tanto, al observar su condicionamiento, ¿está dispuesto a llegar hasta el mismo borde del precipicio? ¡Entonces actuará! ¿O está meramente jugando con su condicionamiento desde un lugar seguro?…
… I: Si de verdad viéramos todas las consecuencias pero no lo vemos, esa es la realidad.
K: Espere, espere, eso es lo que trato de decir. Si viéramos que el nacionalismo representa un peligro para nuestra propia seguridad, que conduce a la guerra, a la autodestrucción, si viéramos, actuaríamos, ¿verdad? La dificultad es, por tanto, que nos vemos. Por favor, examinemos sólo esa cuestión. ¿Qué entendemos por ver? Es decir, por medio del pensamiento puedo ver de manera racional, analizando, examinando, que la actitud nacionalista conduce a la guerra; en ese análisis no hay ningún contenido emocional, es un simple análisis intelectual. Sin embargo, cuando en ese análisis introduzco un contenido emocional porque surge alguna amenaza, entonces me violento. De manera que la pregunta es, ¿qué queremos decir con “ver”? ¿Se trata de ver cada una de las partes, reunirlas y luego decir: “Eso es, ya lo he visto y voy a actuar?” ¿O se trata de ver al instante y a la vez el condicionamiento del nacionalismo y sus consecuencias? ¿Entiende, señor? El peligro sólo se puede ver de forma instantánea y no cuando uno lo analiza a través del proceso mental; si veo un precipicio, la acción es inmediata, veo y actúo, ¿no es cierto? No se trata de ver, luego pensarlo y, desde esa idea, actuar. Sin embargo, eso es lo que hacemos y, por tanto, surge un conflicto entre idea y acción, ese conflicto consume nuestra energía. (…)
Temor, placer y amor, 2* diálogo, 3 de agosto de 1967
Vivir en un mundo sin sentido, pg 32 a 46. Ed Kairós, España.-