[…] KRISHNAMURTI: Existe la percepción. En esa percepción no hay problema de duración, sólo hay percepción. Al minuto siguiente ya no veo con claridad, no hay percepción clara, se ha enturbiado. Investigo la contaminación y entonces hay claridad, ¿correcto? Y de nuevo percepción, otra vez me muevo; hay un cubrir y un descubrir; y esto continúa.
F: ¿Es un movimiento de tiempo?
P: Ocurre algo muy interesante. La misma naturaleza de esta percepción sensible es que ella opera sobre lo otro.
KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por lo otro?
P: La inatención.
KRISHNAMURTI: Espere. Atención e inatención. Entonces dése cuenta de la inatención, percíbala, y ella se transformará en atención. Este balanceo está en marcha todo el tiempo.
P: Yo observo la naturaleza misma de la atención. Ello tiene su acción propia sobre la inatención. Ahora, si yo dijera: “ello disminuye la inatención”, estaría diciendo algo incorrecto. La única cosa que puedo observar es que la atención actúa sobre la inatención.
KRISHNAMURTI: ¿Esa acción sobre la inatención elimina la inatención de modo tal que no regresa de nuevo?
D: Ella está atenta a lo inatento.
P: Yo quiero ir más lejos que al estar atenta a lo inatento. Digo que la naturaleza de esta atención es tal que ella actúa sobre las células cerebrales. Vacilo mucho al decir esto. Es condición natural de la atención operar sobre las células cerebrales. Lo que está aletargado despierta cuando es expuesto a la atención, y el carácter mismo del letargo experimenta un cambio. Me gustará investigar esta área.
KRISHNAMURTI: Comencemos de nuevo. La percepción alerta ‑si hay opciones en esa percepción, estamos otra vez en la conciencia- es no-verbal. La percepción alerta no está relacionada con el pensamiento. A esa percepción alerta la llamamos atención. Lo que ocurre cuando hay inatención es eso: hay inatención. ¿Por qué mezcla ambas cosas? Estoy inatento, no hay atención. Eso es todo.En esa inatención tienen lugar ciertas actividades. Y esas actividades traen consigo ulterior desdicha, confusión, pena. Como consecuencia de ello me digo que debo estar atento todo el tiempo para impedir que ocurra este desorden. Me digo que tengo que cultivar la atención y, por consiguiente, ese mismo cultivo se vuelve inatención. El ver esa inatención trae atención.La atención afecta las células cerebrales. Vea lo que ha sucedido. Hay atención y después hay inatención. En la inatención hay confusión, desdicha y todas esas cosas que conocemos. ¿Qué ocurre entonces?
P: ¿No es que uno realmente nada puede hacer al respecto?
KRISHNAMURTI: Estoy de acuerdo, ‘P’. Pero aguarde un momento. No diga que no hay nada que hacer. Lo investigaremos. Estamos investigando. Hay atención y hay inatención. En la inatención todo es confusión. ¿Por qué quiero reunirlas a ambas, la atención y la inatención? Cuando existe el impulso de reunirlas, eso implica que hay una acción de la voluntad, la cual es preferencia. Yo prefiero la atención, yo no prefiero la inatención; de modo que estoy otra vez en el campo de la conciencia. ¿Cuál es entonces, la acción en la que ambas cosas jamás se juntan? Quiero explorar eso un poco. Cuando hay atención, el pensamiento como memoria no opera. En la atención no hay un proceso de pensar. Sólo hay atención. Yo percibo el hecho de que he estado inatento únicamente cuando la acción produce malestar, desdicha, o cuando significa un peligro. Entonces me digo que he estado inatento, y como la inatención ha dejado una huella en el cerebro, estoy interesado en la desdicha que la inatención ha producido. Al investigar esa desdicha, entonces la atención vuelve sin dejar ninguna huella. ¿Qué es lo que ocurre, pues? ¿Qué ocurre realmente? Cada vez que hay inatención existe una rápida, instantánea percepción de la misma. Por lo tanto, la percepción no pertenece a la duración, al tiempo. La percepción y la atención no dejan rastros. Lo que siempre tiene lugar es lo instantáneo de la percepción.
Krishnamurti Jiddu: Tradición y revolución. Editorial Edhasa, pag. 391 a 393