(…) Bien, si esta mañana pudiéramos dedicar toda nuestra energía a entendernos a nosotros mismos y llegar hasta el mismísimo final de la cuestión (y no dejarlo si no nos gusta) entonces, tal vez, sin ayuda ajena, descubriríamos un estado de la mente que no se encuentra en absoluto en conflicto y que por lo tanto puede vivir en este mundo, en paz, tanto exterior como interiormente. Así que, ¿quieren ustedes que hablemos de esta cuestión del entendimiento propio?
¿Por dónde empezaremos para entendernos a nosotros mismos? Aquí estoy, pero ¿cómo tengo que estudiarme, observarme, ver lo que realmente está ocurriendo en mí? Sólo puedo observarme en mis relaciones, puesto que vivir es relacionarse, y aunque evite relacionarme, me aísle y me convierta en un ermitaño, aún entonces tendré algún tipo de relaciones. Vivo relacionado, por eso únicamente podré comprenderme observando mis relaciones con las ideas, con las personas o con las cosas. ¿Están ustedes de acuerdo? ¿Qué me dicen? (…)
(…) Lo que estamos intentando averiguar es cómo comprendernos a nosotros mismos. Aquí estoy, hecho un montón de contradicciones, desgracias, conflictos, preocupaciones y esperanzas, deseoso de conseguir una mente silenciosa; soy todo un montón de energía en contradicción. Quiero comprenderme porque veo que si no lo hago, no tendré base para ninguna acción; podré actuar, sí, pero los resultados serán mayores desgracias y confusión. Así es que tengo que comprenderme. Bien, ¿por dónde he de empezar? Ya veo que no puedo existir solo, que existo relacionándome, bien de manera consciente o bien inconsciente. Las relaciones son con las personas, con diferentes ideologías, o bien con las cosas, el dinero, las casas, los muebles, la comida. Al estudiar mi relación con esas cosas, tanto las de tipo externo como las internas, empiezo a comprenderme. ¿Ha quedado claro? (…)
* * *
(…) En primer lugar, dejemos claro que sólo puedo comprenderme estudiando mis relaciones y las reacciones que tengo cuando me relaciono. Me relaciono con las cosas de tipo material que me pertenecen: dinero, ropa alimento, casa. ¿Cómo reacciono ante todo eso? Estudiando esas reacciones empezaré a comprenderme en mis relaciones con ellas. ¿De acuerdo? ¿Hacemos eso? Usted se relaciona con su casa, con sus propiedades, propiedades que también son su familia… esa cuestión es muy compleja: cómo reacciona ante sus propiedades, ante las cosas. No le vuelva la espalda; es muy importante que lo comprenda. Supongamos que yo tengo un montón de dinero, ¿cuál es mi relación con eso que llamamos dinero? Al entender mi reacción, me comprenderé a mi mismo. Mi reacción soy yo mismo. ¿De acuerdo? Así que empiezo a ver muy claramente cuál es mi reacción en lo que se refiere al dinero; tanto si odio a los ricos porque yo soy pobre, como si quiero ser tan rico como ellos.
Por lo tanto, empiezo a estudiarme por medio de mis reacciones ante las cosas. Necesito alimento, ropa y vivienda, eso es una necesidad, pero ¿cómo reacciono? ¿Me proporcionan satisfacción interior? ¿Entienden? ¿Seguridad interior? Si es así, es que le doy una tremenda importancia a las propiedades y, por consiguiente, estoy dispuesto a defenderlas, y defendiéndolas me pongo violento, y como resultado creo una sociedad en la que, por medio del dinero, obtengo enorme satisfacciones. Ya he descubierto en mí una amplia parcela. ¿Lo está usted haciendo al mismo tiempo? Descubro que utilizo las propiedades –las cosas que necesito, que me son necesarias—como un medio de seguridad interior, de satisfacción y, como consecuencia de ello, las propiedades se tornan extraordinariamente importantes. ¿De acuerdo? Ah, un momento… ¡no diga que no! Escuche, no es cuestión de decir que sí o que no; nos estamos estudiando a la luz de nuestras reacciones ante las cosas. ¿Utilizo las propiedades como símbolo de mi posición? Estoy empezando a entenderme en relación con las cosas… qué relación mantengo con ellas… relaciones… ¿comprende? Tener relaciones significa estar relacionado, en contacto, ¿no es así? ¿Puedo proseguir? ¿Estoy en contacto con las propiedades, con las cosas, o estoy en contacto con la satisfacción que me dan las cosas y por lo tanto, las utilizo para obtener satisfacción, tener seguridad? ¿De acuerdo? Y entonces descubro algo muy extraño de mí: que quiero las propiedades, las cosas, y también veo el peligro que esto representa y quiero evitarlo; quiero eliminarlo y sin embargo, también quiero retenerlo. De manera que en mi interior ya se ha puesto en marcha la contradicción. Me gusta tener una bonita casa, un hermoso jardín, muchos sirvientes, y todo ello me proporciona una tremenda sensación de seguridad, de posición, de prestigio, de placer interior. Utilizo las cosas para mi propia satisfacción, y con ese fin las protejo y como consecuencia, me encuentro siempre a la defensiva.
* * *
(…) Quiero comprenderme y eso sólo podré conseguirlo cuando me relacione con las cosas, con las personas y con las ideas. Quizá sólo exista una única relación, la que tengo con las ideas, y eso sea lo que realmente importa: las ideas. ¿Entiende, señor? No el alimento ni las personas, sino la imagen, el símbolo que tengo del alimento, de la vestimenta, del alojamiento y de las personas. ¿De acuerdo? No es nada malo tener alimentos, ropa y casas, sino la idea que yo pueda tener de todo eso. Por lo tanto, mi relación no es con las cosas o las personas sino únicamente con los símbolos y las ideas. ¿Es así? ¿Lo han visto?
Editorial Errepar, Páginas 202/210, charla en Saanen del 5 de agosto de 1967.-