Uno puede ver que el pensamiento ha fabricado el “yo”, el “yo” que se ha vuelto independiente, el “yo” que ha adquirido conocimientos, el “yo” que es el observador, el “yo” que es el pasado, el pasado que atraviesa el presente y se modifica a sí mismo como futuro. Éste es aún el “yo” producido por el pensamiento, y ese “yo” se ha vuelto independiente del pensamiento. Ese “yo” tiene un nombre, una forma. Tiene una etiqueta llamada X o Y o Juan. Se identifica a sí mismo con el cuerpo, con el rostro; está la identificación del “yo” con el nombre y la forma, que es la estructura, y con el ideal que necesita perseguir. También con el deseo de cambiar el “yo” por alguna otra forma de “yo”, por otro nombre. Este “yo” es el producto del tiempo y el pensamiento. El “yo” es la palabra: elimine la palabra y, ¿qué es el yo?
Y ese “yo” sufre. El “yo” que sufre, es usted. El “yo”, en su gran ansiedad, es la gran ansiedad de usted. Por lo tanto, usted y yo tenemos en común la esencia básica. Aunque usted pueda ser más alto o más bajo, o tener un temperamento diferente, o un carácter diferente, aunque pueda ser más ingenioso, todo eso es el campo periférico de la cultura; pero en el fondo somos básicamente iguales. De modo que ese “yo” se mueve en la corriente de la codicia, en la corriente del egoísmo, del temor, de la ansiedad, etcétera, que es igual a lo que ocurre con usted en la corriente. Por favor, no acepte lo que yo digo, vea la verdad de ello. O sea, que usted es egoísta y otro es egoísta; usted tiene miedo y otro tiene miedo; usted tiene ansias, sufre, llora, codicia, envidia, ése es el factor común a todos los seres humanos. Esa es la corriente en la que estamos viviendo, la corriente en la que nos hallamos atrapados todos nosotros. Mientras vivimos, estamos atrapados en esa corriente; por favor, vea que estamos atrapados en esta corriente, véalo como un hecho de la vida. Esta corriente es el “egocentrismo” (esa expresión incluye todas las descripciones del “yo” que acabamos de hacer). Y, cuando morimos, el organismo muere, pero la corriente egocéntrica continúa. Sólo obsérvelo, considérelo.
Supongamos que he vivido una vida muy egoísta, basada en actividades egocéntricas, con mis deseos, con la importancia de mis deseos, ambiciones, codicia, envidia, la acumulación de la propiedad, la acumulación del conocimiento, la acumulación de toda clase de cosas que he reunido –todo lo cual hemos calificado como “egocentrismo”. Y ésa es la cosa en la cual vivo, ése es el “yo” y ése es usted también. Lo mismo es en nuestras relaciones. De modo que, cuando vivimos, estamos flotando juntos en la corriente del egocentrismo. Éste es un hecho, no es mi opinión, no es una conclusión mía; si usted lo observa, lo verá –sea que vaya a América, a la India o por toda Europa. Podrá estar modificado por las presiones ambientales, etcétera, pero básicamente ése es el movimiento. Y cuando el cuerpo muere, el movimiento continúa…
Esa corriente es el tiempo. Ese es el movimiento del pensar, que ha creado el sufrimiento, que ha creado el “yo”, es el movimiento a causa del cual el “yo” ahora se ha afirmado como algo independiente separándose a sí mismo de usted; pero el “yo” es igual a usted cuando sufre. El “yo” es la estructura imaginaria del pensamiento. En sí mismo carece de realidad. Es lo que el pensamiento ha hecho de él, porque el pensamiento necesita seguridad, certidumbre; por eso ha depositado en el “yo” toda su certidumbre. Y en esto hay sufrimiento. En ese movimiento del egocentrismo, mientras vivimos somos llevados por esa corriente, y cuando morimos esa corriente existe.
¿Es posible que esa corriente cese? ¿Puede el egocentrismo, con todas sus decoraciones, con todas sus sutilezas, llegar completamente a su fin? Y el fin, es el fin del tiempo. Por lo tanto, después del fin, hay una manifestación por completo diferente, que es: no egocentrismo en absoluto.
Cuando hay sufrimiento, ¿existen un “yo” y un “usted”? ¿O solamente hay sufrimiento? Me identifico a mí mismo como el “yo” en ese sufrimiento, lo cual es el proceso del pensar. Pero el hecho real es que usted sufre y yo sufro; no “yo” sufriendo como algo independiente de usted que sufre. De modo que sólo hay sufrimiento… sólo existe el factor de sufrimiento. ¿Sabe usted lo que eso hace cuando uno se da cuenta de ello? De ese sufrimiento despersonalizado, no identificado como el “yo” separado de usted, cuando existe ese sufrimiento, de él surge un extraordinario sentido de compasión. La misma palabra sufrimiento viene de la palabra “pasión”.
Así es que tengo este problema. Como un ser humano, viviendo, sabiendo que existo en la corriente del egocentrismo, me pregunto: ¿Puede esa corriente, puede ese movimiento del tiempo cesar totalmente? ¿En ambos niveles, en el nivel corriente y en el profundo? Después de que se ha descrito todo esto, ¿comprende usted mi pregunta? Ahora bien, ¿cómo descubrirá si usted, que se halla atrapado en esa corriente del egocentrismo, puede salirse completamente de ella? –lo cual implica la cesación del tiempo. La muerte es el cese del tiempo como el movimiento del pensar, si se ha salido de esa corriente. ¿Puede usted, viviendo en este mundo, con toda la bestialidad que el mismo implica, en mundo que el hombre ha hecho, que el pensamiento ha producido, con las dictaduras, la autoridad totalitaria, la destrucción de las mentes humanas, la destrucción de la tierra, de los animales –todo cuanto el hombre toca lo destruye, incluyendo a su propia esposa o marido–, ¿puede usted, pues, vivir en este mundo completamente sin tiempo? –eso significa no estar más atrapado en esa corriente del egocentrismo.
Vea, hay muchas más cosas implicadas en esto; porque existe eso que es un gran misterio. No la cosa inventada por el pensamiento, eso no es misterioso. Lo oculto no es misterioso. Es lo que todo el mundo persigue ahora, es la moda. Las experiencias que proporcionan las drogas no son misteriosas. Existe esta cosa llamada muerte, y el misterio que se encuentra donde hay una posibilidad de salirse de ella.
O sea: mientras uno vive en el mundo de la realidad, que es lo que hacemos, ¿puede haber un fin para el sufrimiento en ese mundo de la realidad? Reflexione sobre ello. Obsérvelo. No diga sí o no. Si no hay fin para el sufrimiento en el mundo de la realidad –lo cual produce orden–, si no hay fin para el egocentrismo en el mundo de la realidad –es el egocentrismo el que crea el desorden en el mundo de la realidad—si no hay fin para ello, entonces usted no ha comprendido, no ha captado la plena significación que tiene el cese del tiempo. Por lo tanto, usted debe producir orden en el mundo de la realidad, en el mundo de las relaciones, de la acción, del pensar racional e irracional, del temor y el placer. ¿Puede uno, pues, viviendo en el mundo de la realidad tal como lo hacemos, terminar con el egocentrismo? ¿Saben?, es una cosa muy compleja ésta de terminar con el egocentrismo, no consiste simplemente en decir, “Yo no pensaré en mí mismo”… Este egocentrismo en el campo de la realidad está creando el caos. Y usted es el mundo y el mundo es usted. Si usted cambia profundamente, influye en toda la conciencia del hombre.
La Corriente del egocentrismo, Ed. Edhasa pg 231 a 235