Puede ser que conscientemente no queráis actuar en ninguna dirección determinada porque hayáis observado la futilidad de toda clase de cambio calculado, desde el de los comunistas hasta el de los más reaccionarios conservadores. Veis cuán tonto es todo esto, pero interiormente, en lo inconsciente, tenéis el enorme peso del pasado, que os empuja en cierta dirección. Estáis condicionados por ser europeos, cristianos, científicos, matemáticos, artistas, técnicos; y existe la tradición de mil años, muy cuidadosamente explotada por la iglesia, que ha instilado en el inconsciente ciertas creencias y dogmas. Puede ser que rechacéis todo esto concientemente, pero en lo inconsciente su peso aún está ahí, seguís siendo cristianos, ingleses, alemanes, italianos, franceses; aún estáis gobernados por intereses nacionales, económicos y familiares y por las tradiciones de la raza a la que pertenecéis; y cuando se trata de una raza muy antigua, su influencia es mucho más honda.
Mas ¿cómo va uno a eliminar todo esto? ¿cómo podemos librar al inconsciente de su pasado de un solo golpe?. Los analistas creen que el inconsciente puede limpiarse de modo parcial o aún total, por medio del análisis: por la investigación, la exploración, la confesión, la interpretación de los sueños, etc., para que, por lo menos, os volváis seres humanos normales, capaces de ajustarse al medio ambiente actual; pero en el análisis están siempre el analizador y lo analizado, un observador que interpreta la cosa observada, lo cual es una dualidad, una fuente de conflicto.
Veo, pues, que el mero análisis de lo inconsciente no nos llevará a ninguna parte; puede ayudarme a ser un poco menos neurótico, un poco más bueno con mi esposa, con mi prójimo, o algo así de superficial; pero no es de eso de lo que estamos hablando. Veo que el proceso analítico. –que implica tiempo, interpretación, el movimiento de pensar en forma de observador que analiza la cosa observada- no puede liberar lo inconsciente; por lo tanto, rechazo por completo el proceso analítico. Desde el momento en que percibo el hecho de que el análisis no puede, en ninguna circunstancia, eliminar la carga del inconsciente, queda descartado el análisis, estoy fuera del análisis. ¿Qué ha pasado pues? Como ya no hay analizador separado de la cosa que analiza, él es esa cosa, no es una entidad aparte de ella. Entonces encuentra uno que lo inconsciente es de muy poca importancia. ¿Entendéis?.
He señalado lo trivial que es lo consciente, con sus actividades superficiales, su parloteo incesante, etc., y lo inconsciente también es muy trivial. Lo inconsciente, como lo consciente, llega a ser importante sólo cuando el pensamiento le da continuidad. El pensamiento resulta adecuado, es útil en las cuestiones técnicas y todo eso; pero el pensamiento es por completo inútil para producir esta radical transformación. Cuando veo como da continuidad el pensamiento, termina la continuidad en forma del pensador.
Espero que todo esto se comprenda; se necesita una gran atención.
Lo consciente o lo inconsciente tiene muy poca importancia, sólo la tiene cuando el pensamiento le da continuidad. Cuando percibís la verdad de que todo el proceso del pensar es una reacción del pasado y que no es posible que haga frente a la enorme demanda que significa la mutación, entonces tanto lo consciente como lo inconsciente pierden su importancia, y la mente ya no está influida o dirigida por ninguno de los dos; por lo tanto, ya no está iniciando ningún movimiento; está en completa quietud, en calma, en silencio. Aunque la mente percibe que tiene que haber cambio, revolución, una completa transformación en la raíz de nuestro propio ser, no inicia sin embargo, ningún movimiento en ninguna dirección; y en esa percepción total, en ese completo silencio, ya se ha realizado la mutación. Así, pues, la mutación sólo puede realizarse en una forma no directa, cuando la mente ya no inicia ningún movimiento y por tanto, está en completa calma. En esa calma hay mutación, por que queda a la vista y se disipa la raíz de nuestro ser. Esa es la única revolución real, no la del tipo económico o social, y no puede ser producida par la voluntad, por el pensamiento. Sólo en ese estado de mutación es en el que podéis percibir algo que está más allá de la medida de las palabras, algo que es supremo, más allá de toda teología y de todo reconocimiento.
La Mutación Psicológica, Editorial Orion