El momento crucial se halla en nuestra conciencia. Nuestra conciencia es una cuestión muy complicada. Se han escrito volúmenes al respecto, tanto en oriente como en occidente. Nosotros no tenemos una clara percepción de nuestra conciencia; para examinar esa conciencia en toda su complejidad, uno tiene que estar libre para mirar, para percibir sin opción ni preferencia alguna, su movimiento. Quien les habla no está dándoles una dirección para que miren o escuchen de un modo particular todo el movimiento interno de la conciencia. La conciencia es común a toda la humanidad. En todo el mundo el hombre sufre, tanto interna como externamente; hay ansiedad, incertidumbre, y está la completa desesperación de la soledad; hay inseguridad, celos, codicia, envidia y sufrimiento. La conciencia humana es una totalidad; no es la conciencia de ustedes o mi conciencia. Esto es lógico, cuerdo, racional; por donde uno vaya, cualquiera sea el clima en que viva, ya sea uno rico o sufra una degradante pobreza, si cree en Dios o en alguna otra entidad, esa creencia y fe son comunes a todos los seres humanos ‑las imágenes y los símbolos pueden ser diferentes en distintas localidades, pero emanan de algo que es común a toda la humanidad. Esto no es una mera declaración verbal. Si lo toman ustedes como una declaración verbal, como una idea, un concepto, entonces no verán la profunda significación que ello envuelve. La significación es que la conciencia de cada uno de nosotros es la conciencia de toda la humanidad, porque uno sufre, está ansioso, se siente solo, inseguro, confuso, exactamente igual que otros, aunque estos vivan a diez mil millas de distancia. La comprensión, el sentimiento de ello ‑el sentirlo en las propias entrañas- es algo por completo diferente de la mera aceptación verbal.
Cuando comprendemos que somos el resto de la humanidad, ello trae consigo una energía inmensa; uno se ha abierto paso por el angosto surco de la individualidad, el círculo estrecho del yo y el tú, el nosotros y el ellos. Estamos examinando juntos esta muy compleja conciencia del hombre, no del hombre europeo ni del hombre asiático ni del hombre del Medio Oriente, sino que examinamos juntos este extraordinario movimiento en el tiempo, movimiento que ha estado desarrollándose en la conciencia por millones de años.
Por favor, no acepten lo que se les está diciendo; si lo hacen, ello no tendrá ningún significado. Si no empiezan por dudar, cuestionar, por ser escépticos a fin de inquirir, si se aferran a sus propias creencias particulares, a la propia fe, a la experiencia o al conocimiento que han acumulado, entonces reducirán todo esto a alguna clase de pequeñez con muy escaso significado. Si así lo hacen, no estarán encarando el tremendo problema a que se enfrenta el hombre.
Tenemos que ver en qué consiste, de hecho, nuestra conciencia. El pensamiento y todas las cosas que el pensamiento ha acumulado, forman parte de nuestra conciencia ‑la cultura en que vivimos, los valores estéticos, las presiones económicas, la herencia nacional. Si uno es un cirujano o un carpintero, si se especializa en determinada profesión, esa conciencia de grupo forma parte de nuestra conciencia. Si uno vive en cierto país con su particular tradición y su cultura religiosa, esa particular conciencia de grupo se ha vuelto una parte de la propia conciencia. Estos son hechos. Si uno es un carpintero, tiene que poseer ciertas habilidades, conocer la naturaleza de la madera y conocer las herramientas del oficio; y así, poco a poco, entra a pertenecer a un grupo que ha cultivado estas habilidades especiales y que tiene su conciencia propia ‑lo mismo ocurre con el científico, el arqueólogo; al igual que los animales, tienen su propia conciencia particular de grupo. Si se trata de un ama de casa, ella tiene su propia conciencia particular de grupo, como todas las otras amas de casa. La permisividad se ha extendido por el mundo; comenzó en el lejano Oeste y se ha extendido por toda la tierra. Ese es un movimiento de conciencia de grupo. Vean la significación que eso tiene; investíguenlo por sí mismos, vean lo que ello implica.
Nuestra conciencia incluye, en sus capas más profundas, nuestros miedos. El hombre ha vivido con miedo generación tras generación. Ha vivido con el placer, con la envidia, con todos los tormentos de la soledad, la depresión y el desorden. Ha vivido con gran dolor, con lo que él llama amor y con el perpetuo miedo a la muerte. Todo esto es nuestra conciencia, que es común a toda la humanidad. Dense cuenta de lo que eso significa: significa que ya no somos individuos separados. Esto es muy difícil de aceptar, porque se nos ha programado ‑como a una computadora‑ para pensar que somos individuos. Se nos ha programado religiosamente para creer que uno tiene un alma separada de todos los demás. Al estar programado, nuestro cerebro trabaja dentro del mismo patrón siglo tras siglo.
Si uno comprende la naturaleza de nuestra conciencia, entonces el empeño particular del ‘yo’ que sufre, se ha vuelto algo global y, de ese modo, tiene lugar una actividad por completo diferente. Esa es la crisis en que nos encontramos. Hemos sido programados, estando programados, podemos aprender ‑ocasionalmente, podemos tener un destello de discernimiento- pero nuestro cerebro se repite a sí mismo una y otra vez. Vean simplemente la realidad de ello: uno es cristiano o budista o hindú; está contra el comunismo, es comunista, o es demócrata, y repite, repite, repite. Y en este estado de repetición suele haber, ocasionalmente, una ruptura.
Entonces, ¿de qué modo un ser humano ‑quien es realmente el resto de la humanidad- habrá de enfrentarse a esta crisis, a este momento crucial? ¿De qué modo cada uno de ustedes, como ser humano que ha evolucionado por milenios y milenios pensando como un individuo ‑lo que de hecho es una ilusión‑ se enfrenta a un momento crucial, ve lo que realmente ocurre y, en esa percepción misma, se mueve totalmente en otra dirección?
Comprendamos juntos que significa mirar ‑mirar la realidad del pensamiento. Todos ustedes piensan; por eso están aquí. Piensan, y el pensamiento se expresa en palabras, o mediante un gesto, una mirada, o por algún movimiento corporal. Como las palabras son comunes a cada uno de nosotros, entendemos a través de esas palabras el significado de lo que se dice. Sin embargo, el pensamiento es común a toda la humanidad ‑es una cosa de lo más extraordinaria si uno ha descubierto eso, porque entonces ve que el pensamiento no es el pensamiento de uno; es pensamiento. Tenemos que aprender a ver las cosas como son realmente ‑no como ustedes están programados para mirarlas. Vean la diferencia. ¿Podemos estar libres de la programación y mirar? Si miramos como cristianos, demócratas, comunistas, socialistas, católicos o protestantes ‑que son todos prejuicios- no podremos comprender entonces la enormidad del peligro, de la crisis que estamos afrontando.
Si ustedes pertenecen a un grupo determinado, o siguen a cierto gurú, o se hallan comprometidos con alguna forma de acción, entonces, debido a que están programados, serán incapaces de mirar las cosas como son realmente. Sólo si no pertenecen a ninguna organización, a ningún grupo, a ninguna religión ni nacionalidad en particular, pueden observar realmente. Si han acumulado una gran cantidad de conocimientos extraídos de los libros y de la experiencia, la mente de ustedes ya está llena, el cerebro se ha sobrecargado con las experiencias, con las tendencias particulares de cada uno, etcétera ‑todo lo cual va a impedirles mirar. ¿Podemos estar libres de todo eso para mirar lo que está sucediendo en el mundo? ‑el terror y las terribles divisiones sectarias de las religiones, un gurú opuesto a otro gurú idiota, y detrás de todo eso la vanidad, el poder, la posición, la opulencia de estos gurús, ¡es pasmoso! ¿Pueden mirarse a sí mismos ‑no como un ser humano separado, sino como un ser humano que es realmente todo el resto de la humanidad? Tener un sentimiento semejante implica que sentimos un amor tremendo por los seres humanos.
La Madeja del Pensamiento, Editorial Edhasa, Barcelona, paginas 11 a 15.-
¿Pueden mirarse a sí mismos ‑no como un ser humano separado, sino como un ser humano que es realmente todo el resto de la humanidad? Tener un sentimiento semejante implica que sentimos un amor tremendo por los seres humanos.
Wow!
Si Luci es el inmenso desafío que como nunca enfrenta hoy la humanidad, comprender en el mas profundo sentido…