[…] Volvamos a esta cuestión; que significa estar consciente (aware). ¿Está la mente consciente frente a ese árbol, esa nube, la verde yerba que brilla a primera hora de la mañana? ¿Se da cuenta de ello, sin elección alguna, sin ninguna intervención del pensamiento ni del conocimiento que divide? Decíamos el otro día: mire en efecto el árbol o una nube, o lo que sea, sin crear un espacio. ¿Lo hizo usted? ¿Ha intentado alguna vez mirar a su esposa, al marido, a la amiga o al amigo, sin la imagen que tiene de ellos? ¿Ha visto sus implicaciones y ha visto si puede estar libre de implicaciones para poder mirar? Creo muy importante que comprendamos esto, y creo que es la clave de todo el asunto.
Cuando no hay separación entre el observador y la cosa observada, no hay conflicto y, por consiguiente, hay acción inmediata. Me doy cuenta de que tengo ira. Si el observador está separado de lo observado, ve la ira como algo que está separado de sí, fuera de sí mismo. Cuando hay esta división entre el observador y lo observado, el observador dice: “tengo que desembarazarme de esto”, “tengo que reprimirlo” o “tengo que comprenderlo”, “tratar de ver su causa”, etc. En eso hay conflicto, un estado de perturbación, de dominio, de represión, de ceder al hecho o de racionalizarlo, justificarlo, etc. Todo eso es un despilfarro de energía, a causa del conflicto que hay en ello. Pero, cuando el observador se da cuenta de que él mismo es la cosa observada, entonces ve que él es la ira (que no existen él mismo y la ira como dos cosas separadas). Cuando ve que él es la ira, no hay desperdicio de energía. ¿Qué ocurre efectivamente, qué sucede entonces? Veo que estoy irritado. (Ese estado lo conocen todos ustedes). No estoy separado de la ira. Soy la ira y me doy cuenta de ello, no hay división. ¿Y qué ocurre entonces? Cuando no hay esfuerzo ni pugna, ni contradicción ni batalla, sólo hay una cosa: aquello que en realidad es. Y lo que en realidad es soy yo mismo. (El observador que creía ser distinto de lo observado), y sólo existe ese hecho real: la ira, los celos o lo que sea. Y todo el movimiento del pensar contradictorio ha terminado. Por lo tanto, sólo hay percepción, un ver en el cual no hay división o contradicción. Y surge un nuevo estado de energía. Este nuevo estado de energía va a disipar por completo aquel hecho real.
La libertad total reto esencial del hombre, Edit. Orión, México, 1984, pág. 76 a 78.