29 de junio
El amor no es apego. El amor no produce pesar. En el amor no hay desesperación ni esperanza. El amor no puede hacerse respetable, convertirse en parte del esquema social. Cuando él no está presente, comienza el afán en todas sus formas.
Poseer y ser poseído se considera que es una forma de amar. Este instinto de poseer a una persona o un trozo de algo que sea propiedad de uno no proviene meramente de las exigencias de la sociedad o de las circunstancias, sino que brota de una fuente mucho más profunda. Procede de las profundidades de la soledad. Cada cual intenta llenar esta soledad de diferentes maneras, con la bebida, con la religión organizada, las creencias, alguna forma de actividad, etc. Son todos escapes, pero eso aún sigue ahí.
El comprometerse con alguna organización, con alguna creencia o actividad, es ser poseído por ellas negativamente; y positivamente es poseerlas. La posesividad negativa y la positiva consisten en hacer el bien, cambiar el mundo, y en el así llamado amor. Controlar a otro, moldear a otro en el nombre del amor son expresiones del instinto de posesión, negativo y positivo, así como el impulso de encontrar en otro seguridad, protección y bienestar. El olvidarse de uno mismo por medio de otro o de alguna actividad, contribuye al apego. De este apego provienen el dolor y la desesperación, y de ello surge la reacción para el desapego. Y en esta contradicción entre apego y desapego se originan el conflicto y la frustración.
No hay escape de la soledad; ella es un hecho y el escapar de los hechos engendra confusión y dolor.
Pero no poseer nada es un estado extraordinario, no poseer siguiera una idea, saber dejar en paz a una persona o una cosa. Cuando la idea, el pensamiento echa raíces, eso ya se convierte en posesión y entonces comienza la guerra para verse libre. Y esta libertad no es libertad en absoluto; sólo es una reacción. Las reacciones arraigan, y nuestra vida es el terreno en que las raíces se han desarrollado. Cortar todas las raíces, una por una, es un absurdo psicológico. Eso no puede hacerse. Sólo debe ser visto el hecho,la soledad, y entonces todas las otras cosas se desvanecen.
30 de junio
(…) Caminando, rodeado por estas violáceas y desnudas montañas rocosas, súbitamente advino la soledad. Completa soledad. Estaba en todas partes y tenía una inmensa, insondable riqueza; poseía esa belleza que está más allá del pensamiento y del sentimiento. No estaba quieta; era algo viviente, en movimiento, que llenaba cada rincón y escondrijo. La cima de la alta montaña rocosa fulguraba con el sol poniente, y esa misma luz y color colmaban los cielos de soledad.
Era un estado singular de soledad, no de aislamiento sino de soledad, como una gota de lluvia que contiene en sí todos los mares de la tierra. No era alegría ni tristeza, sino plena soledad. No tenía cualidad, forma ni color, que harían de ella algo reconocible, mensurable. Vino como un relámpago y sembró su semilla. No germinó, pero ahí estaba en toda su plenitud. No existía el tiempo para que hubiera maduración; el tiempo tiene sus raíces en el pasado. Este era un estado sin raíces y sin causa. Un estado totalmente “nuevo”, que nunca ha sido y nunca será, porque es algo vivo.
El aislamiento es lo conocido, y así es la soledad que procede del aislamiento; son estados reconocibles porque han sido experimentados con frecuencia, real o imaginariamente. Su misma familiaridad engendra temor y cierto menosprecio santurrón, de lo cual surgen el cinismo y los dioses. Pero este auto-aislamiento y su soledad, no conducen a la vital y madura soledad; debe terminarse con ellos, no con el fin de ganar algo, sino que deben morir tan naturalmente como el marchitarse de una flor. La resistencia engendra temor pero también aceptación. El cerebro debe lavarse a sí mismo y quedar limpio de todos estos astutos artificios.
Sin relación alguna con estos rodeos y retorcimientos de la conciencia autocontaminada, por completo diferente es esta inmensa soledad. Toda creación tiene lugar en ella. La creación destruye, y así ella es siempre lo desconocido.
Esta soledad estuvo ahí durante toda la tarde de ayer, y se mantenía al despertar uno en medio de la noche. (…)
Diario, Ed. Sudamericana, segunda edición, Bs As 1961, pags: 19 a 22
Por momentos, cuando leo extractos de estas características (me refiero a la profundidad de significado) me pregunto: para que seguir leyendo más, para que seguir buscando?, esta todo aquí, no como conocimiento, sino como vivencia. Y en mi propio movimiento, la respuesta al porque no ESTAR en esa SOLEDAD, el gusto de la confusión es patente, es permanente, es temporal