Una prestigiosa Entidad internacional acaba de confirmar, con datos contundentes, la información de que en todo el mundo existe una realidad incuestionable: los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres. Con pocos matices diferenciales, las distintas corrientes políticas mundiales estimulan el consumismo como llave para economías fuertes y sustentables. Las poblaciones, con pocas excepciones, aceptan casi pasivamente esas formas de vida.
Otro informe, esta vez de la Organización Mundial de la Salud, da cuenta de que los casos de depresión aumentaron globalmente un 20% en los último diez años. En relación directa a ello y de forma muy significativa, nos dice también que los índices de suicidios en el mundo se vinculan directamente, en aproximadamente un 80%, a esta cuadro psicológico y que el mayor porcentaje en relación a su población se da en los países más opulentos.
¿Será que las personas, más allá de la evidente injusticia social reinante, necesitan algo más que cosas?