La Ciudad de Buenos Aires se vió conmovida hace poco tiempo por la noticia de la horrible muerte de una adolescente. Hasta ahí la noticia policial. A partir de la aparición de su cuerpo y la detención del presunto responsable del homicidio se desató,como grotescamente ya es costumbre, una catarata interminable de acciones periodísticas que prácticamente monopolizaron la atención pública, regodeándose con la exhibición permanente y morbosa de la bella joven y la imagen encorvada y repetida hasta el cansancio del detenido. ¿Que alimenta a la psicología colectiva para que una situación de este tipo se convierta durante más de un mes en el tema de mayor raiting televisivo?¿ que espera encontrar el ávido televidente, escucha o lector que no sea definir el «nombre» del asesino? Como es nuestra costumbre, nunca tratamos de sacar conclusiones que eviten el trabajo personal de investigación en cada uno de nosotros y menos aún, efectuar proclamas de índole moralizante, solo simple y sencillamente dejar preguntas con respuestas siempre abiertas…
Se ha instalado, por parte de la mayoría de los medios, un modo de ver las noticias, no solo con esta, que exhalta lo negativo, lo morboso, el disvalor, la mentira por verdad, el trascendido, el rencor. Es una práctica que invade todos los campos: policial, económico, político, etc. Esto es muy peligroso por que promueve el miedo, el egoísmo, la imposibilidad de pensar, etc. Desgraciadamente esto ha prendido en una parte importante de la población que actúa y razona de acuerdo a estas pautas mediáticas. No le hace bien a nadie, empezando por el periodismo, quien tiene que despertar de esta deformación profesional