Hace poco tiempo falleció uno de los últimos símbolos vivientes de una de las dictaduras más sangrientas de la historia latinoamericana (en su país, a sólo dos años de su inicio y en plena etapa de exterminio, se celebraba el haber ganado el campeonato mundial de fútbol). Murió, como correspondía, en una cárcel común, purgando una cadena perpetua dictada por jueces de la Democracia. Creemos pertinente preguntarnos: ¿estos seres vienen de la «nada»?…
Cuando en el siglo pasado, otra dictadura había matado por millones, Krishnamurti alarmaba a las mentes convencionales, cuando se aprestaban a juzgar a sus cabezas más notorias, con las siguientes reflexiones:
» ¿Quien va a castigarlos? ¿No es el juez a menudo tan culpable como el acusado? Cada uno de nosotros ha edificado esta civilización, cada uno de nosotros ha contribuido a esta desdicha; cada uno es responsable por sus acciones…El poder de oprimir a otros es maligno, y todo poder que se organiza bien y ampliamente, se convierte en una potencial fuente del mal. Ustedes piensan que vociferando crueldades d e otros países pueden pasar por alto las propias. No solo el país derrotado sino todos los países son responsables de los horrores de la guerra. La guerra es una de las mayores catástrofes; no hay mal mayor que matar a otro. una vez que ustedes admiten en sus corazones un mal semejante, entonces dejan sueltos innumerables desastres menores»…