Los elefantes van serenamente a encontrarse con la muerte cuando la presienten. La mayoría de los animales, aparentemente por su olfato, ya no consideran un par a aquel que murió y lo abandonan naturalmente.
En cambio para nosotros es un problema, para ser más preciso, es el problema central de nuestra existencia. Aunque en nuestra juventud no lo logramos hacer del todo consciente, ese sino se encuentra siempre presente en nuestras decisiones (e indecisiones). Nuestra mente necesita para su «tranquilidad» de la lógica de la continuidad; lo repentino, lo abrupto y lo falto de explicación racional, nos descoloca. Por eso, tendemos a sustituir la realidad con la construcción de un mundo mental, pero la realidad, como diría un famoso cantautor catalán, nos espera escondida detrás de la puerta (como un ladrón: para parafrasearlo correctamente).
El título de esta reflexión también es una construcción mental, ya que en realidad solo sabemos que el misterio nos abarca y desconocemos tanto cual es el comienzo como el final.