Este exponente contemporáneo de la denominada escuela Advaita Vedanta nos propone transitar por un camino que a nosotros nos resulta familiar ( por lo menos en el campo teórico): el del auto conocimiento a través del escuchar (nos). Pero con un agregado: nada que provenga de nuestra memoria (lo conocido) será fuente real de tal conocimiento, veamos pues como lo enfoca en este interesante y breve diálogo:
…P: Dices que cuando el cuerpo-mente queda libre de interferencia psicológica llega espontáneamente al escuchar, que es el instrumento de la auto-investigación.
¿Podrías decir algo más acerca de esto?
R. El descubrimiento de tu verdadera naturaleza no puede producirse a través de la memoria. Llega a través de la atención multidimensional, que tiene lugar naturalmente cuando la memoria está ausente. Esta innata atención es el escuchar. Cuando estás en la actitud de escuchar te sientes en la inmensidad, donde no hay escuchador ni observador. Sólo en el escuchar puede tener lugar la transmutación del tener conocimiento al conocer como ser. Escuchar es un arte con el que debes familiarizarte. Es estar abierto a todas las expresiones de la vida. Las expresiones de vida nunca son repetitivas. Puede haber analogía pero no repetición. Has de ver que la aparente repetición sólo es memoria. Escuchar es acoger gustosamente la vida sin referencia a lo ya conocido. El verdadero descubrimiento está sólo en el momento inmediato en sí. Nunca podemos comprender lo desconocido a través de lo conocido. Se nos educa para la experiencia, para mirar con motivo, para interpretar, pero debemos explorar la posibilidad de vivir como no-experiencia. Esta exploración tiene lugar en una escucha no reactiva. En una escucha incondicionada estamos abiertos a todas las posibilidades, y en la ausencia de restricción tiene lugar la percepción directa.
P. ¿Cómo puedo llegar a familiarizarme con el arte de escuchar?
R. Únicamente viviéndolo, del mismo modo que un músico aprende a escuchar escuchando. No hay técnicas, disciplinas o ideas con que poder sustituir el escuchar sin más. Todas estas son golosinas para el ego. Cuanto más te familiarizas con el escuchar mediante la propia práctica de escuchar, más libre estás de la imagen de ti mismo. La enseñanza es sólo para devolverte al simple escuchar. En él no hay objeto que escuchar; uno se encuentra a sí mismo en apertura, en el no-estado mismo de escuchar.
P. Dices que el escuchar llega escuchando. ¿Podrías ser mas explícito respecto a lo que realmente es?
R. Escuchar no es un proceso cerebral. No es una función. Es una sensibilidad abierta libre de anticipación, logro o consecución. No es una actitud que uno asume ni se limita a los oídos, del mismo modo que cuando entiendes algo y dices Ya veo, esto no tiene nada que ver con los órganos de la vista.
P. ¿Cómo puedo llegar a esa sensibilidad global?
R. Si dejas que tu atención vaya a tu oído, sentirás que está constantemente tratando de agarrar. Lo mismo sucede con el ojo, la mente y todos tus órganos. Deja que ese intento de agarrar se vaya y descubrirás que todo tu cuerpo es espontáneamente un órgano de sensibilidad. El oído es meramente un canal para esta sensación global. No es un fin en sí mismo. Lo que se oye también se siente, se ve, se huele y se toca. Tus cinco sentidos, inteligencia e imaginación se liberan y entran en juego. Tú lo sientes como un estar completamente expandido en el espacio, sin centro ni límite. El ego, que es una contradicción, no encuentra dónde agarrarse en esta presencia y la ansiedad, el gusto o el disgusto se disuelven. Sientes esta integridad sin sentirla. La sientes pero no puedes categorizarla en ninguna sensación conocida. Los órganos sensoriales no son más que indicadores que apuntan a la consciencia global. Pero, generalmente, se apropian del objeto aparente y le impiden desplegarse en tu totalidad. Trata de oír y mirar sin enfocarte en cosas específicas. Deja que tu oír y tu ver encuentren su multidimensionalidad orgánica. Cuando no hay objetivo ni motivo en tu oír, éste se convierte en un escuchar incondicionado. Todo cuanto surge está en este escuchar pero no hay ningún escuchador centrándose en sonido alguno. Al final, todos los sonidos se desvanecen en el propio oír. Entonces eres uno con el momento. No hay espacio y, por lo tanto, no hay tiempo. El verdadero escuchar es inespacial e intemporal. Puesto que es escuchar como ser y no una función, no depende de un objeto oído. Escuchar sin representación es como un imán al que todos los objetos apuntan y en el que éstos se desvanecen. El escuchar se remite a sí mismo. Es el estado natural. Así, uno llega a la profunda conclusión de que todo sonido apunta al silencio, de que el silencio está antes y después del oír…
Quien soy Yo ( la búsqueda sagrada), Third Millennium Publications, recopilado y redactado por Emma Edwards, traducido por Ramón M. Castellote.-