HACIA UN SER HUMANO NATURAL

En los diálogos que uno sostiene con amigos es común acordar que el ser humano ha avanzado mucho más en el estudio de la naturaleza, que en el de las relaciones humanas. Es curioso el hecho por las siguientes dos evidencias:

Nosotros también formamos parte de la naturaleza que estudiamos.

-Las cosas en la naturaleza se conocen por las relaciones que establecen con su entorno.

Esta segunda evidencia se comprende a través del hecho de que los planetas se relacionan con el Sol a través de órbitas elípticas cuya ley de movimiento es conocida. La Tierra desarrolla una atmósfera respirable para su entorno, lo que indica que posee una adecuada proporción de oxígeno y nitrógeno. La hormiga se conoce por su forma, por el alimento que consume, por el hábitat que construye, por los huevos que pone, por cómo se organiza con las demás hormigas, y por cómo reacciona ante los eventos naturales.

La relación entre cuerpos se conoce por la vigencia del principio de relatividad, que establece que ningún cuerpo puede desplazarse en el espacio si no es con respecto a otro cuerpo, y también por el principio de gravitación (o atracción) universal.

Nuestras construcciones se conocen por la vigencia del principio de acción y reacción descubierto por la Física.

Y no sólo en lo externo, sino también en los vínculos internos de la materia se han descubierto principios que regulan las relaciones de vínculo.

Deberíamos concluir, entonces, que, si no estamos aplicando por analogía esos principios descubiertos, a las relaciones humanas, es porque no nos consideramos formando parte de la naturaleza.

Tal conclusión puede deberse al mero hecho de que, si somos los que estudiamos la naturaleza, automáticamente nos diferenciamos de esta, de manera consciente. Y si nos sentimos diferentes, entonces queda así establecida la barrera para la aplicación, en nuestras relaciones, de los principios que descubrimos en las relaciones naturales. Nos convencemos de que sólo son aplicables en ese ámbito.

Pero, no sería correcta esa afirmación, y a continuación podemos ver porqué:

El principio de relatividad es aplicable en el ámbito psicológico, porque no es posible vivir si no es en relación con otros seres humanos.

El principio de atracción es aplicable también, por la atracción entre los sexos y la atracción por personalidad.

El principio de acción-reacción también corresponde porque, ante cada actitud nuestra hay una reacción de la otra parte, que se formaliza con el diálogo, en el mejor de los casos.

Podemos concluir entonces que, si para caminar por la superficie de la Tierra se requieren determinados principios actuantes, que son los arriba descriptos, para “caminar” por la vida como seres humanos se requerirá reconocer principios análogos actuando, que debemos estudiar, comprender y aplicar conscientemente. No parece tan simple el moverse por la vida con desconocimiento de esos principios actuantes, porque podemos generar conflictos innecesarios, como los actuales.

Es conveniente entonces precisar el significado de “principio actuante”. Una manera bastante accesible de hacerlo es como una forma que posee la naturaleza, de organizar la relación entre hechos naturales.

Por ejemplo, la forma que establece el principio de relatividad es que no se admite vivir si no es en relación con otros seres, así como para un cuerpo no es posible desplazarse por el espacio, si no es en relación con otro cuerpo.

Una vez establecida la relación entre dos seres, el principio de atracción hace participar su forma de organización, que por supuesto, es intangible como en los demás casos. Sólo puede ser percibida por nuestra conciencia y por las emociones y sentimientos.

Estas reflexiones nos pueden conducir a contemplar la importancia de una acción consciente que pueda transferir los principios descubiertos en el orden natural, del cual formamos parte, hacia el ámbito de las relaciones humanas.

De esa acción podría depender el sostenimiento de la actual civilización, porque una civilización se sostendrá en el tiempo, si es que está bien fundada en principios que tienen permanencia en el tiempo.

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