LO CONOCIDO Y LO DESCONOCIDO
“Aprended a discernir lo real de lo falso” La Voz del Silencio H.P.B.
La cosa más difícil es saber qué es lo que sabemos y qué es lo que no sabemos
¿Pero qué es lo que sabemos o conocemos?
Sabemos que desde el primer despertar del conocimiento el hombre se halla enfrentado a dos hechos evidentes:
La existencia del mundo en que vive; y la existencia de la vida psíquica en él.
Él no puede probar ni negar estas dos cosas, son hechos, constituyen la realidad para él.
Es posible meditar sobre la relación recíproca de estos dos hechos. Se puede tratar de reducirlos a uno; esto es, considerar el mundo psíquico e interno como una parte, un reflejo, o una función del mundo, o el mundo como una parte, un reflejo o una función de ese mundo interno. Pero este procedimiento constituye una salida a partir de hechos, y esta consideración del mundo y del yo para la mente no filosófica ordinaria no tendrá carácter de evidencia. Por el contrario, el único hecho evidente sigue siendo la antítesis del Yo y el No-Yo-nuestra vida psíquica interna y el mundo exterior
…No tenemos hasta aquí ninguna base sobre la cual fundar una contradicción del hecho evidente de la existencia de nosotros, eso es, nuestra vida interna y del mundo en el que vivimos. Aceptaremos esto, por lo tanto, como lo dado.
El espacio, con su extensión; el tiempo, con la idea de antes, ahora, y después, la cantidad, la masa, la sustancialidad; el número, la igualdad y la desigualdad; la identidad y la diferencia; la causa y el efecto; el éter, los átomos, los electrones, la energía, la vida, la muerte-todas las cosas que forman el fundamento de nuestro llamado conocimiento: éstas son las cosas desconocidas.
La existencia en nosotros de la vida psíquica, es decir, de sensaciones, percepciones, concepciones, razonamiento, sentimiento, deseos, etc., y la existencia del mundo fuera de nosotros- de estos dos datos fundamentales se deriva nuestra división común y claramente entendida de todo lo que conocemos como subjetivo y objetivo.
A todo lo que aceptamos como propiedad del mundo lo llamamos objetivo; y a todo lo que aceptamos como propiedad de nuestra psique lo llamamos subjetivo.
Reconocemos al mundo subjetivo directamente; está en nosotros mismos, él y nosotros somos uno.
Al mundo objetivo nos lo representamos como existiendo en alguna parte fuera de nosotros, nosotros y él somos cosas diferentes.
Nos parece que si cerráramos los ojos, el mundo objetivo continuaría existiendo exactamente del mismo modo como lo vimos antes; y si nuestra vida interna desapareciera, también el mundo subjetivo desaparecería; pero el mundo objetivo existiría como existía antes de que nosotros existiéramos, antes de que nuestro mundo subjetivo existiera.
Nuestra relación con el mundo objetivo se define más exactamente por el hecho de que lo percibimos como existiendo en el tiempo y en el espacio; dicho de otro modo, fuera de estas condiciones, no podemos ni concebirlo ni imaginarlo. En general, decimos que el mundo objetivo está formado de cosas y fenómenos, esto es, de cosas y de cambios en los estados de las cosas, Los fenómenos existen para nosotros en el tiempo; las cosas, en el espacio.
Pero esta división del mundo subjetivo y el objetivo no nos satisface.
Por medio de nuestro razonamiento podemos establecer el hecho de que, en realidad, nosotros conocemos sólo nuestras propias sensaciones, percepciones y concepciones, y conocemos el mundo objetivo por la proyección fuera de nosotros de las causas de nuestras sensaciones, presuponiéndolas como conteniendo estas causas.
Así encontramos que nuestro conocimiento del mundo subjetivo, y también del mundo objetivo, puede ser verdadero y falso, correcto e incorrecto.
El criterio para la definición de la corrección o incorrección de nuestro conocimiento del mundo subjetivo es la forma de las relaciones de una sensación a otras, y la fuerza y carácter de la sensación misma. En otras palabras, la corrección de una sensación es comprobada por la comparación de ella con otra de la cual estamos más seguros, o por la intensidad y “sabor” de una sensación dada.
El criterio para la definición de la corrección o incorrección de nuestro conocimiento del mundo objetivo es exactamente el mismo. Nos parece que definimos las cosas y fenómenos del mundo objetivo por medio de la comparación recíproca entre ellos mismos; y creemos que encontramos las leyes de la existencia fuera de nosotros, e independiente de nuestra percepción de ellos. Pero ésta es una ilusión. Nosotros no sabemos nada de las cosas separadamente de nosotros; y no tenemos ningún otro medio de comprobar la corrección de nuestro conocimiento del mundo objetivo que por las sensaciones.
Desde la más remota antigüedad, la cuestión de nuestra relación con las verdaderas causas de nuestras sensaciones ha constituido el problema fundamental de la investigación filosófica. Los hombres han tenido siempre la convicción de que debe haber alguna solución para esta cuestión, alguna respuesta a ella. Y estas respuestas han oscilado entre dos polos, desde la completa negación de las causas de las mismas, y la afirmación de que las causas de las mismas se encuentran dentro de nosotros y en ninguna otra cosa fuera de nosotros, hasta el reconocimiento de que nosotros conocemos estas causas, de que se encuentran dentro de los fenómenos del mundo exterior, y de que estos fenómenos constituyen las causas de las sensaciones; y además de que la causa de todos los fenómenos que se observan se encuentran en el movimiento de los “átomos” y en las oscilaciones o vibraciones del “éter”. Se cree que si no podemos observar estos movimientos y oscilaciones, es sólo porque no tenemos instrumentos suficientemente poderosos, pero que cuando estos instrumentos estén a nuestro alcance podremos ver los movimientos de los átomos del mismo modo que vemos, por medio de poderosos telescopios, las estrellas cuya existencia nunca antes se sospechó…
TERTIUN ORGANUM, El tercer canon del Pensamiento, Una llave para los enigmas el mundo, Pedro Ouspensky, Editorial Kier, 1970